El primer indicio de un tiempo nuevo, la primera propuesta, la apuntó Sofía Rincón en su cuenta de Twitter con este mensaje escrito en tono serio, como se ve: «Afortunadamente, y no lo digo de broma, entre las cosas que llevaba el día que me quedé lejos de Madrid con mi amiga llevaba mi fusta, una mordaza, una rueda de Wartenberg y un azotador. Entre otras cosas. Digo yo que algo habrá que hacer en el Apocalipsis… Let me think» Y pensé en las ventajas eróticas del coronavirus.
Las que no somos neurólogas nos preguntamos qué es una rueda de Wartenberg. La cosa apareció enseguida en la pantalla de mi ordenador. Esa rueda erizada se utiliza para comprobar los reflejos del paciente, es decir para hacer una prueba que confirme o desmienta que sus circuitos de neuronas están en buen estado. Sospecho que la intención de Sofía es otra. Horas después de leer el pío pío de Rincón un mozo de Amazon, agobiado y sudoroso, me arrojó un paquete a tres metros de distancia con la herramienta en su interior. No tiene un aspecto muy agradable. Sospecho que no la debes enseñar hasta tener al esclavo bien sujeto. Como estoy en primero de sadomaso, tengo estas dudas de principiante.
Un programa de mínimos
Armada con la rueda necesitaba un esclavo. Sofía asegura en algunas entrevistas que dispone de uno. No sé si va a pasar la cuarentena con él. Tampoco me preocupa porque en general los hombres están tan sometidos en este tiempo que ya incluso van a las manifestaciones donde se reparte coronavirus con un aspecto bucólico, entregados y satisfechos. Pobrecitos. Con ese estado mental previo, ¿cómo no van a ver un regalo en esta rueda brillante y aluminosa? El sado ha perdido valor, Sofía, lo hemos convertido en un alivio.
Sospecho que cuando esto se pase nuestra vida sexual también habrá cambiado. Pasar quince días en casa, encerrada con el mismo hombre, se me antoja un mundo de posibilidades, siempre que las administres bien. No sirve de nada ser negativa desde el primer momento y ponerse en plan apocalíptico. Tu pareja está echada a perder, ya lo sabemos. Sestea en el sofá como un gato viejo. Se ha convertido en un eunuco que ve series de pederastas, y sus viajes no pasan de la nevera. Paciencia. La vida consiste en sacarle el máximo partido a las cartas que te da.
Empieza con aerobic
Mi estrategia es muy simple, pero tres días de práctica me han demostrado que es eficaz. Empieza el día con una buena sesión de aerobic, cardiodance, o cualquiera de las torturas que puedes encontrar en YouTube. Las hay a cientos. Las que publican los americanos son muy graciosas porque los gimnastas sonríen durante media hora como si doblar la rodilla fuera más placentero que el Satisfyer.
Estos videos los dirige una señora madura y está rodeada de una representación por cuotas de la sociedad americana: hay unos negros, hay una asiática, un tipo al fondo con barriga (negro) pero la adelantada de la clase, la que recibe todos los piropos de la profesora, es una blanca y rubia. Mucho racismo hay aquí.
Bien. Si consigues que tu eunuco se anime con esta sesión lo tienes ya todo ganado. El aerobic le abrirá las arterias, le despertará el sistema neuronal, su libido resucitará con los últimos destellos, con su canto del cisne, aireada por esas anatomías que dan pasitos mientras enseñan la dentadura. El resto es sencillo: un buen vino en la comida, algo de cercanía en el sofá y ese hombre, con la vista fija en ti como si llevara los ojos tapados del caballo de un picador irá aumentando su presión arterial hasta caer en tus manos.
Átalo, encadénalo. Te lo va a pedir. Ese será el momento de citar a Wartenberg. Te dirá que ese es el nombre de alguna dinastía europea. El erudito. Dale con la rueda para que sepa lo que es, para que compruebe quién manda. Para que la cuarentena le parezca ese paraíso al que volver cuando termina la sesión de sado.