Cuentos únicos vuelve al terror de la mano de James Denham, autor de La canción de Lord Rendall‘, que es uno de los cuentos seleccionados y traducidos por Javier Marías para su antología Cuentos únicos, publicada en los años 80 del pasado siglo por Siruela. El cuento toma su nombre de una canción popular que hemos podido rescatar gracias a la eficacia de internet.
El cuento
Dice Javier Marías en la presentación de este cuento que «aunque el presente relato (una mise en abîme de vértigo) se explica perfectamente por si solo, puede ser útil saber que la canción popular inglesa Lord Rendall es el diálogo entre el joven Lord Rendall y su madre después de que aquel haya sido envenenado por su novia. A la última pregunta de la madre «¿Qué le dejarás a tu amor, Rendall, hijo mío?», este responde: «Una soga para ahorcarla, madre, una soga para ahorcarla».
El relato cuenta en pocas páginas el regreso de Tom, un excombatiente de la Primera guerra mundial que ha pasado un tiempo en los campos de prisioneros. Tom vuelve a casa. A su mujer, dice, le han avisado de que está vivo. Han pasado cuatro años desde que se fue. Dejó a Janet y a un pequeño, Martin, de apenas unos meses. Tom no ha querido avisar a su esposa del día de su regreso. Va a ser una sorpresa. Él imagina cómo estará vestida, cómo se lanzará a sus brazos, cómo llorará hasta mojarle el hombro de su chaqueta.
El autor
James Ryan Denham nació en Londres y fue educado en Cambridge. Fue uno de los talentos malogrados por la II Guerra mundial. Perteneció a una familia acomodada. Su carrera diplomática le llevó a India y a Birmania. Su obra es breve y escasa. Se compone de cinco títulos, hoy inencontrables. La literatura para Denham era un mero entretenimiento. Fue amigo de Malcolm Lowry, con quien coincidió en la universidad y del famoso coleccionista de arte Edward James.
La canción de Lord Rendall procede de su último libro, titulado How to Kill (1943). Fue el único que intentó publicar en una edición comercial, y lo rechazaron todos los editores porque pensaban que podía deprimir a los soldados combatientes y a la población, en plena guerra. También por la inusual carga erótica de algunos de sus relatos. Denham murió a los treinta y dos años, caído en combate en el norte de África.