Apocalipsis Stalin es una miniserie de 3 episodios que puedes ver en FILMIN, aunque también puedes encontrar los capítulos en YouTube. La serie responde con una documentación minuciosa a varias preguntas. ¿Quién fue Stalin? ¿Fue de verdad el hombre que derrotó al nazismo? ¿Fue el mayor criminal de su tiempo? ¿El amo del mundo? Así comienza el primer capítulo de la serie. A partir de la lucha a muerte contra Hitler, la serie cuenta la historia del increíble ascenso al poder de José Jughashvili Gori (Georgia, 1879 – Moscú, 1953). Hijo de un humilde zapatero de Georgia, joven seminarista, recorrió su imparable camino hacia el poder absoluto desde la nada, rodeado siempre de intrigas y crímenes.
Un gran trabajo de documentación
La dirección de Apocalipsis Stalin es de Daniel Costelle e Isabelle Clarke. Costelle y Clarke son dos referencias en el documental histórico, en especial sobre las dos grandes guerras mundiales, las grandes batallas, los personajes más relevantes de la Europa de ese periodo. La música de Kenji Kawai. Pero el trabajo fundamental de esta serie está en la documentación. El acopio de material de archivo es impresionante. Las imágenes originales han sido tratadas y coloreadas. El resultado estético es sobresaliente; el retrato del dictador, completo, complejo, minucioso.
En sus memorias, Nikita Kruschev cuenta cómo cuando los alemanes invaden Rusia en 1941, Stalin pasa tres día en la cama, paralizado por un ataque de pánico del que le costó recuperarse. En 1939 Rusia y Alemania se repartieron Europa. Dividieron Polonia y ocuparon cada uno su parte. Stalin ordenó eliminar a toda la élite de la sociedad y del ejército polacos. Su orden se ejecutó en la matanza de Katyn: 25.000 personas fueron ejecutadas en una acción planificada de la que durante décadas culparon a los nazis. Muy propio de la propaganda comunista. Comunistas rusos y nazis alemanes se daban besos y abrazos en ese compás de la historia. Ahí están las imágenes de los desfiles en la Plaza Roja, con asistencia en primera fila de oficiales alemanes con sus siniestras galas nazis.
El comunismo, un vulgar pretexto criminal
El demonio. El juicio de la serie firmada por Costelle y Clarke es nítido. Stalin era un criminal paranoico que ascendió en la jerarquía comunista con las armas del terror y la purga. Lo cierto es que quienes le rodeaban no eran mejores que el. Lenin fue el creador de un sistema que Stalin llevó a la máxima expresión. Trotsky, su gran rival, era un intelectual convencido de que todos los problemas se arreglaban con un buen fusilamiento. Stalin solo se diferenciaba de ellos por una cuestión de grado. Lenin decía que «la violencia es la verdad de la política». Stalin practicó la frase con un resultado de millones de muertos.
En esencia, Lenin, Trotsky, Stalin, Molotov, eran lo mismo. Para todos ellos el comunismo no era sino un vulgar pretexto para hacerse con el poder. No se trata de redimir a las clases oprimidas. Se trata tan solo de cambiar el sujeto de la opresión. Si con el régimen zarista eran los campesinos y los siervos los que pasaban hambre, con el régimen comunista los hambrientos pasaban a ser los que se oponían al régimen. Stalin atrajo a Moscú a masas de campesinos, a los que dio carné del partido, y a los que ofreció el chivo expiatorio perfecto para su resentimiento histórico: las purgas de supuestos opositores solo fueron el mecanismo para aglutinar a esa clase proletaria en torno al altar del sacrificio.
Un sibarita del terror
Eso explica que cuando Lenin escribe en su testamento que no se debe dar todo el poder a Stalin porque se trata de un ser brutal, ya no hay nada que hacer. El «padrecito Stalin» se encargó de pugar a todos los que habían leído aquellas líneas del fundador. Purgas, terror, hambre, millones de muertos triturados por la máquina del poder de Stalin, son solo la expresión de un sibarita del terror que disfrutaba con cada crimen con un placer diabólico.
Desde Fanfan les recomendamos que vean esta serie. Que la vean en familia. Que rastreen en la serie, porque los hay, los mecanismos de la historia que se pueden aplicar a nuestro presente convulso. Les recomiendo que la pongan a sus hijos, y que analicen la facilidad con la que un criminal, un vulgar ladrón de bancos, un ser despiadado que es capaz de negarse a liberar a su propio hijo de la prisión nazi, puede llegar a ser el hombre más poderoso del mundo.
Stalin, muy cerca de la España actual
Son muchos los momentos de la serie en los que el espectador se pregunta cómo es posible que nadie detuviera esa orgía criminal, esa paranoia que costó la vida a millones de personas. Dejaron que se hiciera con todo el poder, y a partir de ese punto ya fue siempre tarde. Pero quizá lo más importante es que no tenían una ética alternativa. El comunismo sólo podía imponerse con una férrea dictadura criminal. Y en eso, en el crimen sin conciencia, Stalin era el campeón mundial, un abyecto insuperable.
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