Los devoradores de mentes. David Blanco Laserna y Celsius Pictor. Ediciones Thule
Cuando el libro haya sido devorado por los bits y se haya metamorfoseado en un insecto electrónico, quedarán en papel los libros de Thule, algunas colecciones de libros de fotografía y otros productos que están a caballo entre el arte y el objeto cultural. La primera impresión al recibir este ejemplar fue: ¡estamos ante un cómic! No era un cómic. Los personajes de estas historias son reales. Habitan el micromundo de los virus, las bacvterias, los parásitos y los hongos. En esos ámbitos suceden historias de una terrible crueldad. En ese mundo oscuro sobreviven, se reproducen, y mueren a manos de otros habitantes más dotados para la vida. Convertir esos seres extraños en criaturas visibles es la tarea de Celsius Pictor. Su trabajo transforma esa realidad microscópica en colosos acorazados o en víctimas tiernas de una ley superior. Estamos ante un libro fantástico basado en una realidad científica, que parece salido de la mente madura de Julio Cortázar.
La ciencia y el terror
Los devoradores de mentes está ordenado en 19 relatos. David Blanco advierte que las historias que cuenta son reales «y están avaladas por la comunidad científica». Esgrime publicaciones como Nature o National Geographic. Pictor añade a la ciencia la sensación de terror. Un terror antiguo, porque sus ilustraciones son una combinación de clasicismo de obra sobre biología y literatura fantástica.
«Busco que el lector descubra al ver las imágenes la crueldad, pero al mismo tiempo la maravilla de estar vivo e interactuar con la naturaleza para estarlo». Palabra de Pictor. La textura de sus dibujos nos lleva al siglo XIX, al grabado, también al collage más moderno. Utiliza colores saturados y consigue crear una atmósfera de mundos extraños. El lector se detendrá en esos dibujos para examinar los detalles y buscar algún código oculto.
La única ley de la supervivencia
Entre los títulos de esos relatos podemos encontrar El hongo empalador, Los grillos suicidas, El amanecer de las cucarachas zombies, La invasión de las plantas vampiras o La charca de los monstruos. Son todas historias de cómo la naturaleza busca siempre un equilibrio. La vida está compuesta por una red de seres y organismos. Donde parece no ocurrir nada hay miles de formas de vida luchando por la supervivencia como ley suprema. Es la única que gobierna esos ámbitos. Y en esa lucha continua, hongos, virus, bacterias y otras formas de vida son capaces de imaginar los caminos más terribles para prevalecer.
Sus métodos son muy refinados. Han sido pulidos por siglos de evolución. Hay hongos que devoran cigarras, gusanos que hacen que los grillos se ahoguen, hongos que empalan hormigas y gusanos que invaden los ojos de los caracoles para que se los coman los pájaros. La combinación de ciencia e ilustración nos remite a otro tiempo en el que el único acceso al conocimiento biológico se hacia a través de libros como este. Obras que combinaban literatura científica con el trabajo de grandes ilustradores, como Ernest Haeckel.
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