Travesti. Mircea Cartarescu. Dibujos de Baudoin. Impedimenta.
Travesti fue su título original. En la primera edición en España, Impedimenta le llamó Lulu, que es el nombre del personaje que dispara el mecanismo complejo, juego de espejos, onírico, de pesadilla, que se despliega en la novela. Victor es el personaje desdoblado, un narrador que le habla a su otro yo, al joven de 17 años que ha llegado al mezzo del camino, «el apogeo de mi vida, en el que tuve que conocer la maquinaria pesada, obscena, la picadora de carne hecha de carne del mundo-infierno-purgatorio-paraíso o del espacio-tiempo-cerebro-sexo, y tuve que presentir el final del crecimiento».
Lulu (Travesti) es una obra misteriosa, oscura y salvaje, en la que aparecen algunas de las claves de la obra de Cartarescu. No es una novela autobiográfica. Y el propio autor se presenta en este cómic como un personaje más, para llevar a Edmond Baudoin a su universo, a Bucarest, a la vieja mansión de Budila donde se desarrolla la novela.
Una de las lecturas posibles
El Travesti de Baudoin es una interpretación, una de las lecturas posibles. Un trabajo de simbiosis entre la imaginación de dos autores. Baudoin pone el acento en la atmósfera oscura y sombría, e interpreta con fuerza las poderosas imágenes que contiene la novela en sus pasajes más delirantes. Pero el dibujo, que capta muy bien la experiencia líquida y viscosa que se desborda desde la primera línea ( ¿cómo voy a escapar de ese carmín que se extiende por mi vida como en el espejo de un lavabo y que no desaparece con nada, bien al contrario, que está cada vez más seco, más sucio y las diluido?) pierde, privado de color, la potencia lisérgica que tienen esos momentos en que Cartarescu conecta a Dios con un gusano.
El trazo de Baudoin en Travesti se adapta bien a la textura del texto de Lulu, se mueve entre el Goya de las pinturas negras y el expresionismo alemán. Alterna las viñetas esquemáticas con otras compuestas por ese barroquismo onírico de Cartarescu. Tienen sangre y fluidos corporales, y ese diluirse en un líquido que bombean los personajes de la novela, entre el cerebro y los genitales. Es una estética fuerte, ácida, sin concesiones a las modas, sin asomo ninguno de puerilidad o ingenuidad.
Dualidad y esquizofrenia
Victor es el narrador que escribe para ese otro Victor, «para el que escribo siempre». «Amigo, ¿cómo voy a luchar contra la quimera?» le dice en la primera fase de la novela. Victor con 34 años se dirige a Victor con 17. La simetría es uno de los ejes que se repiten en las novelas de Cartarescu. El joven Victor es un incipiente escritor que aspira a morir pobre, en una buhardilla, desconocido, abatido sobre la mesa en la que descansa su obra magna. Un escritor que aspira a ser un escritor total.
El Victor joven cultiva el malditismo, lee a Kafka (La metamorfosis, discretamente presente en la novela) y evita la vulgar exhibición sexual de sus compañeros. El Victor adulto sigue siendo escritor. Persigue crear una obra con acentos propios. Sabe que para conseguirlo tiene que recorrer los pasillos de sus sueños, de sus obsesiones. Y el pasillo principal al que se abren todas las puertas de su vida es Lulu, el compañero de colegio travestido en una noche de juerga de campamento, que le lleva a una situación que le fascina y le horroriza a la vez.
Convertirse en Dios
El terror y el éxtasis se producen a la vez en esta novela. «Al mirarle a los ojos, redondos como piedras preciosas, sentí de repente cómo se resquebrajaba mi cerebro, cómo se separaban mis hemisferios craneales: uno de ellos permanecía paralizado por un terror que se elevaba hasta el infinito mientras el otro caía en éxtasis ante aquella belleza igualmente infinita».
Novela de dualidades, bello/siniestro, masculino/femenino, de identidades contradictorias que conviven en todos los seres, de transformaciones que remiten a lo terrible en Kafka, o a la belleza del mundo natural, tan constante en Cartarescu, uno recomienda leer la novela y acudir después a su interpretación por Baudoin. Porque siendo muy intensa la visión del dibujante francés, Lulu tiene otras lecturas más ambiciosas. Victor enferma de deseo de convertirse en Dios: «soñaba que tenía pechos y vuvla, era todo: hombre y mujer, niño y anciano, gusano y Dios, todo ello envuelto en una fiebre perturbadora»
Fanfan y Ludiana te mantienen al día de las novedades en entretenimiento, y te ofrecen servicios de comunicación y herramientas estratégicas para gestionarla. Si quieres estar al día de la actualidad de FanFan y enterarte antes que nadie de todo lo que publicamos, síguenos en nuestras redes sociales: Facebook, Twitter, Instagram, Ivoox, Spotify y YouTube.