Coincidiendo con el el lanzamiento del nuevo documental sobre el malogrado chef, Roadrunner, dirigido por Morgan Neville, esto es lo que piensan los mayores seguidores de la leyenda culinaria sobre el impacto que tuvo en ellos la vida y el legado de Bourdain. La evasión tomó todo tipo de formas durante el confinamiento y los meses posteriores que llevamos de pandemia. Cualquier hijo de vecino hacía masa madre, leía más que en toda su vida o rescataba del olvido negativos fotográficos olvidados en una caja durante 30 años.
Roadrunner es un documental sobre la vida y la obra de Anthony Bourdain. En la cúspide de la popularidad en materia de comida casera durante el confinamiento, se encontraba Anthony Bourdain, el chef y enfant terrible que recorría el mundo con su programa Parts Unknown, que ofrecía una ventana a sus descubrimientos culinarios y a su ilustre carrera.
Estrenada en 2013, la serie superó el los límites de los programas de cocina y trasladó a los espectadores a sitios desconocidos… Recto de jabalí en Namibia, tiburón fermentado en Islandia y huevos de hormiga en Puebla, México estaban en el menú. Ninguna frontera estaba demasiado lejos para que la cruzara el desaparecido Bourdain, fuera junto a un taxista sudafricano, en los barrios más peligrosos de Tokio o en los barrios pesqueros ocultos de Brasil. Intentó comprender la comida y la cultura de estos países más allá de las guías de viaje tradicionales, y contó sus historias locales a través de una mirada irónica y sabia.
Una mente abierta
Cada episodio de Parts Unknown era un despliegue de mentalidad abierta. Bourdain buscaba algo más grande que él mismo. Aunque su vida tuvo un final trágico y prematuro en 2018, su relevancia y su legado perduran. Roadrunner, un documental conmemorativo sobre la vida del rebelde chef, se acaba de estrenar en los Estados Unidos. Dirigida por el cineasta ganador del Oscar Morgan Neville, retrata íntimamente la trayectoria de Bourdain desde que era un cocinero anónimo hasta el personaje de renombre con todas sus virtudes y defectos.
Gabriel Pryce, chef colega y cofundador del restaurante de delicatessen londinense Rita’s Dining, ve a Bourdain como un verdadero héroe intergeneracional. “Para mí ha significado más que cualquier chef, restaurador, escritor gastronómico, cocinero de televisión o crítico”, dice. “Al explorar el cómo y el dónde, realmente estaba exponiendo el por qué. Me duele profundamente que ya no pueda estar aquí haciendo eso. Ojalá lo hubiera conocido, aunque solo fuera para estrechar su mano «.
La carrera de Bourdain se disparó en 1999, después de que The New Yorker publicara su ensayo Don’t Eat Before Reading This. El ensayo llevó a los lectores a través de los altibajos de ser un joven chef en Manhattan, que luego se prolongó en la novela más vendida de Bourdain, Kitchen Confidential.
“Rompió con toda la simulación y el espectáculo”, dice George McCallum, director creativo y panadero. McCallum escuchó el audiolibro de Bourdain en ocho horas, de una sola vez cuando estaba en la universidad. “Bourdain volvió a pensar en lo que debería ser comer: fascinante, emocionante, a veces aterrador, desordenado y visceral. Nunca fingió saberlo todo, como hacen mucha celebridades gastronómicas. Estaba abierto a todo «.
Un apetito insaciable
El insaciable apetito de Bourdain por la aventura su hablar malsonante su pasado rockero y su actitud liberal hacia el sexo, le valieron el título de chico malo del mundo culinario. Pero también era muy consciente de que la comida era inherentemente política. “Bourdain me mostró una forma de escribir sobre la cultura alimentaria que incluye la mano de obra y los trabajadores que la hacen posible”, dice la escritora gastronómica Alicia Kennedy. “Odiaba a los vegetarianos y veganos, y me habría gustado tener la oportunidad de hablar con él para decirle que estaba equivocado en eso. Pero modeló una hospitalidad comprometida que siempre fue en ambos sentidos. Demostró que está bien cambiar, que puedes creer en tu suerte y no dar nada por sentado. No era perfecto, y esa es la mejor lección en un panorama cada vez más homogeneizado «.
Parece injusto que alguien tan lleno de vida, que inspiró tanta alegría y redención, ya no esté en este mundo. El diseñador de sonido y admirador de Bourdain, Izaak Buffin, señala que él era el tipo de persona que pintaba la vida como la sentía, capturando un equilibrio perfecto entre la belleza y la tristeza. «Era un realista«.
Un gigante frágil
“Sentí una tristeza visceral cuando escuché que había muerto”, dice Ailie Robertson, jefa de ventas en una casa de producción de Londres y fan confesa de Bourdain . “Era humano en todo el sentido de la palabra, en la vida y en la muerte. A pesar de su voz atronadora y de sus enormes manos y con cicatrices por el oficio de cocinero, tenía tanta fragilidad…Siempre pensé que había algo vidrioso en sus ojos, casi como si estuviera a punto de llorar”.
«Sabías que había tenido momentos bajos y oscuros, pero en última instancia, su calidez y franqueza son su legado. Era humilde, siempre curioso y siempre amable. En un mundo de cocineros ególatras y elitistas, Anthony Bourdain demostró que se puede existir con aceptación y curiosidad. Creo que su popularidad perdura por su corazón. Tenía ansia, codicia por la vida y me recuerda que trate de mantener esa misma ansia en la mía «.
No hay duda de que Roadrunner será un documental agridulce, pero como todo en la vida de Bourdain, también será un viaje increíble.
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