Hierve se debería llamar Punto de ebullición, que es la traducción exacta de su título original: Bolling point. Como metáfora responde mucho mejor a la historia que cuenta la película que ese verbo en presente de indicativo. Porque lo que ocurre en la historia es que todo se va calentando hasta que estalla. Philip Barantini dirige una película rodada con una sola secuencia. No hay montaje. La cámara es un sujeto invisible que nos hace partícipes de cuanto ocurre en el restaurante. Esa decisión técnica contribuye a meternos la hstoria en vena, y traslada un desasosigo que en algunos momentos hace difícil mirar a la pantalla. La película, nominada en 11 categorías a los British Independent Spirit Awards, y protagonizada por Stephen Graham («The Virtues», «Line of Duty»), sigue durante una hora y media a los trabajadores y a los clientes de un lujoso restaurante de Londres durante el servicio más complicado en el día más concurrido del año. Una pesadilla en la cocina antes de Navidad que probablemente aumentará tu empatía hacia chefs, cocineros y camareros.
Hierve transcurre en la noche más concurrida del año y en uno de los restaurantes de moda en Londres. Un restaurante con estrella Michelín. El jefe de cocina Andy Jones se pasea por el filo de la navaja tratando de no sucumbir ante una crisis personal y profesional que podría destruir todo aquello por lo que ha trabajado. La inesperada visita de un inspector de sanidad y seguridad alimentaria aumenta la presión sobre el persona, mientras no dejan de llegar más y más clientes. Andy abronca y engatusa a su equipo indistintamente, haciendo todo lo posible para disipar las tensiones entre la gerencia y los trabajadores, sin dejar de atender las ridículas demandas de sus clientes. Los de esa noche son una muestra de lo que un chef te diría que son sus clientes en una mala noche: un viejo colega con el que tiene cuentas pendientes, un rico sobrado de mala educación y soberbia, racista y despectivo con el servicio, una pareja en cena romántica, cinco americanas jóvenes con ganas de diversión y tres influencers que te van a amargar la sesión con sus fotos en Istagram. El chef se debate entre la necesidad de agradar y de seducir, y la verdad de una vida arruinada. Poco podían imaginar Philip Barantini y Stephen Graham en 2018, cuando juntos decidieron producir un cortometraje que serviría de carta de presentación del primero para conseguir un agente, que «Boiling Point», aquella idea de filmar en tiempo real y en una única toma un servicio infernal en un restaurante, acabaría convirtiéndose años después en una de las mejores películas británicas de la temporada. Lo de rodar en plano secuencia no era un capricho. Tal y como explica Barantini, que durante 12 años fue chef en diversos restaurantes: «En un servicio de cocina no hay pausas, ni cortes, ni la posibilidad de dar un salto en el tiempo. Un servicio es una toma, y más vale que lo des todo en todos y cada uno de los segundos.« Aquel corto sirvió para que Barantini y Graham compartan representante. La complicidad entre ambos es enorme, como demuestra el hecho de que el director delegase en su estrella la elección del reparto de la película. Tiene sentido, pues el jefe de cocina suele elegir a su equipo, y era importante emular esa experiencia. Además, cuando Stephen Graham sugiere un actor o actriz, no es necesario cuestionarlo. Su gusto es impecable, afirma Barantini. Graham, por su parte, tiene claro que la exigencia de rodar en una única toma aumenta la presión sobre el actor: «Nadie quiere ser el que se equivoca y obliga al resto a volver a empezar. Así que en el rodaje todo el mundo lo dio todo, todos vibrábamos en la misma frecuencia.» Barantini se impuso dos reglas por si las dificultades eran pocas: la cámara siempre estaría siguiendo a un personaje, jamás flotaría sola por el espacio. Y jamás se repetirían movimientos de cámara. Si la cámara entra y sale de la cocina una vez, a la siguiente vez entrará y saldrá pero de un modo diferente. Elegir la cámara tampoco fue sencillo: «Hay muchas cámaras que no pudimos usar debido a las limitaciones de tiempo de las tarjetas de memoria que utilizan«, recuerda el director. Con todo, el resultado es más que satisfactorio. Hierve está nominada a 11 premios en los British Independent Film Awards, es firme candidata a los Bafta del próximo año, y nos permite descubrir qué se cuece en las cocinas de los restaurantes más reconocidos del mundo. «Ha sido realmente genial explorar este mundo y ver a esas personas que esconden el caos detrás del escenario mientras los comensales comen tranquilos, ajenos a todo», concluye Graham |
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