Retrato del reportero adolescente. Un paseo por el siglo XX. Rafael Narbona. Prólogo de Álvaro Delgado-Gal. Editorial PPC.
Con el pretexto de que Tintín no ha muerto, que sigue vivo en una residencia de mayores en las afueras de Bruselas, Rafael Narbona ha compuesto un libro que es un viaje por el siglo XX, por las aventuras humanas de un siglo convulso, cargado de desafíos éticos e intelectuales. Es el libro de un apasionado por Tintín, la criatura de Hergé, pero es también un libro de regreso a la infancia. Es inevitable poner este Retrato del reportero adolescente al lado de aquel libro de Fernando Savater, La infancia recuperada, en el que volvía sobre sus pasiones, el Guillermo de Richmal Crompton o La isla del tesoro, de Stevenson, las ficciones en las que encontrar un ADN puro, los rasgos marcados en su carácter por las primeras iluminaciones de la vida, los valores humanistas aprendidos con el corazón.
Retrato del reportero adolescente comienza con la sospecha de que Tintín no ha muerto, que vive retirado en una residencia de Bruselas. Álvaro Delgado-Gal, director de Revista de Libros, la publicación en la que escribe Narbona, encarga a Rafael una pesquisa. Narbona atribuye a su director una gran capacidad para estimular la generosidad de los banqueros y poder financiar estas aventuras. El propio Delgado-Gal se sacude en el prólogo esta cualidad, que seguramente tiene. Los que tratan con banqueros saben que la virtud que más aprecian es la de la discreción: «que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha». Cuando esa regla se rompe, la fuente del dinero se seca.
Pero vamos a lo medular del Retrato del reportero adolescente. Hemos puesto en el título de este artículo «la infancia recobrada» porque pensamos que el impulso que anima este tomo es el de un regreso a ese tiempo. Hacia el final del libro, como un Rosebud esencial, se cita una frase muy repetida por Hergé, el creador de Tintín: «dibujo para el niño que yo fui y que todavía soy». Seguramente, al menos en este libro, Narbona escribe para el niño que fue y que todavía es.
Pero estamos ante un libro que va mucho más allá de Hergé y Tintín. El dibujante y su personaje, o más bien sus personajes, porque aquí salen todos, son el punto de partida para un viaje por el siglo XX, por las guerras, la ciencia, el arte, el pensamiento, la sociología, las aventuras de la técnica, y los grandes desafíos a los que el hombre se ha enfrentado. Tintín fue para muchos niños una vía de entrada en el mundo exterior, de conocimiento de las posibilidades de lo real, de estímulo para el descubrimiento de una vida recién estrenada. Narbona repite en el libro que él no es un erudito sino un apasionado, y esa pasión (uno solo da lo que tiene) se transmite en cada página de este libro.
De la pasión a la erudición, Rafael Narbona explora en la vida de Hergé para entender al creador y su proceso de creación, y conoce al detalle la vida de Tintín, porque las criaturas de la gran ficción, da igual que el arte sea «mayor» o «menor» tienen vida propia. En el Retrato, Narbona encuentra en Bruselas no a Tintín sino a un anciano de nombre Niemand (nadie, en idioma alemán) que niega ser el reportero pero asegura haberle conocido. En diálogo con Niemand Narbona repasa los álbumes de Tintín, desde Tintín en el Congo hasta Tintín y los pícaros. Sitúa cada historia en el momento de la vida de Hergé y en el contexto de la época, y entra en los debates que suscita: el colonialismo, la aventura espacial, la tiranía nazi, la dictadura soviética, que en Hergé están asimiladas como las dos máscaras del totalitarismo del siglo XX.
Niemand y Rafael Narbona recorren el siglo XX, con el mismo espíritu de aventura que encontramos en el cómic, en un personaje, Tintín, que «se parece al viajero decimonónico», pero también al flâneur, «con su vida itinerante, siempre abierta a la aventura». Tintín es ese ser que a Niemand le lleva a afirmar que es más real que muchas personas reales que han pasado por el mundo sin dejar huella.
El relato aborda también las aristas polémicas del perfil de Hergé y del de Tintín: su papel durante la ocupación alemana, su relación con las mujeres, la a veces pretendida homosexualidad de Tintín. Y ¡cómo no! el arte de los cómics, el proceso creativo de Hergé, que comienza como dibujante de historietas para la prensa, y que depura du creación hasta convertirse en un inspirador de pintores como David Hockney. No hay arte menor. El dibujo es un proceso que se inspira en la pintura, en la fotografía, en la decoración. Sujeto a reglas y enfrentado a desafíos ante los que se deben tomar decisiones que implican una gran capacidad creativa. El libro de Rafael Narbona es una extraña joya en la que se combina realidad y ficción, historia y arte, narración y diálogos, para crear un artefacto cargado de sugerencias, abierto a la vida y al misterio, y que preserva las ilusiones de la edad de la infancia, «cuando el cinismo y el desencanto aún eran experiencias desconocidas».
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