El fervor de tener libros. Gaetano Volpi. Traducción y prólogo de Natalia Zarco. Trama editorial.
Gaetano Volpi era un editor italiano, nacido en Padua. Un hombre que hacía las cosas con la debida calma. De ahí que en la portada de esta edición de El fervor de tener libros aparezca ese lema latino, festina lente, apresúrate despacio, frase que estaba entre las preferidas del emperador Augusto: camina lentamente si quieres llegar antes a un trabajo bien hecho. El oxímoron proviene del griego, y ha resistido el paso del tiempo, igual que este elenco de reflexiones sabias escritas por un hombre que amaba los libros.
El fervor de tener libros es un libro breve, sabio, producto de ese ágape, en sentido platónico: el amor universal a la verdad y a la humanidad, a través en este caso de los libros. De Gaetano Volpi sabemos muy poco. Nació en Padua en 1689 y murió en la misma ciudad en 1761. Fundó junto a su hermano Giovanni Antonio la imprenta Volpi-Cominiana en 1717. Comino era el apellido del coeditor que participó en aquella empresa, uno de los grandes tipógrafos de la época. Volpi fue editor, librero, bibliófilo, un maestro de la edición, apasionado de todo lo que tuviera que ver con los libros, su fabricación, su cuidado.
El fervor de tener libros está escrito como si fuese un diccionario: un elenco en orden alfabético de todo lo que tiene que ver con los libros, con el arte de la edición, con las materias utilizadas por componer los tipos, la lejía que provenía de las cecas de acuñación de moneda para limpiar los tomos, o los enemigos tradicionales de los libros: la carcoma, o los gatos. Gaetano Volpi no era precisamente un amante de algunos animales. Y así, en la voz «Gatos», escribe: «estos infestan las Bibliotecas, y con su inclinación natural a afilarse las uñas especialmente en el papel, disfrutando de ese fragor que tal actividad produce, los arañan de mala forma muchas veces. Aunque con su pestilente orina, no obstante, las protegen de las ratas, que son si cabe más dañinas».
Gaetano Volpi escribe sobre los enemigos del libro: la humedad, las hierbas que se utilizan para marcar las páginas y dejan rastros de color, el enojoso problema de los libros combados, deformados por el paso del tiempo, o algunas costumbres bárbaras, dice, como la de subrayar las líneas de los libros: «con tal método, absolutamente bárbaro, de nuestros antiguos se han estropeado gran cantidad de preciosos Códices, los cuales, con semejante desperfecto, pierden mucho de su precio. En nuestros días parece que ha remitido semejante estupidez». Poco sospechaba Gaetano Volpi que esa costumbre no solo se mantendría con el paso de tiempo sino que evolucionaría en el siglo XX hasta instalarse entre nosotros los rotuladores de colores fosforescentes.
Alude Gaetano Volpi entre los enemigos de las bibliotecas y sus peligros, a los niños, a los que «es conveniente cerrarles las Bibliotecas y esconderles los buenos y escogidos». Y afirma que aquel proverbio que asegura que la necedad mora en el corazón del niño, pero la vara de la disciplina la expulsará se cumple con demasiada frecuencia. Y da también indicaciones de cómo se debe colocar una biblioteca, siempre orientada hacia oriente, porque es siempre la zona más templada de una casa, y la que está más protegida de los vientos húmedos y de la Tramontana. Por cierto, la costumbre de algunas casas de comprar libros al peso para adornar las paredes no es de nuestro tiempo. Cita Gaetano Volpi en «Títulos engañosos» la burla que sufrió cuando al coger un tomo dela Biblioteca de los Capuchinos de Bérgamo se dio cuenta de que se trataba de un trozo de madera recubierta por las tapas de un libro, puesto allí para llenar un hueco en la estantería.
Gaetano Volpi tiene además en este tomo de Trama Editorial un trabajo a la altura de aquel gran editor y librero: una excelente traducción y un exquisito cuidado de la tipografía y las notas.
