Al final, inglés ‘improvisado’

Impresiona el inglés que ha tenido que aprender Alcaraz para contestar a las preguntas que le hacen al final del partido cuando gana, que es casi siempre.

Encima de jugar muy bien al tenis, que se ve que se lo ha currado desde pequeñito, además tiene que ponerse una sudadera allí en medio del campo, sin irse al vestuario, ni descansar un poco, y disponerse a contestar  algo que tenga algún interés, en directo, que se oiga por los altavoces del campo y en inglés. Es como una  obligación añadida que habrá tenido que aprender para dar respuestas adecuadas después del partido.

Si se le fuera la olla y empezara a decir o hacer alguna barbaridad, como Rubiales, se le echarían todos encima, aunque hubiera ganado con autoridad, porque ese momento después del final tiene que ser, para el público sentado en los asientos o en su casa, tan memorable, y de la misma calidad, como el juego. Para ese juego al que se ha preparado infinitamente desde hace muchos años. No se admitiría un decaimiento, por parte de la gente sentada.

El deporte se ha vuelto así un espectáculo que no tiene casi nada que ver con lo que es  un deportista antes de haber ganado. Efectivamente, cobrará un pastón, que se lo merece por haber llegado hasta ahí, pero tendrá que entrenar para no tener algún desliz impresentable que acabaría con su fama de chico bueno y murciano confiable.

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