Patricia Almarcegui (Zaragoza) es escritora y profesora de literatura comparada. En la actualidad reside en la isla de Menorca. Ha publicado numerosos ensayos y libros de viajes entre los que destacan los dedicados a Irán y Japón, así como, tres novelas. Es colaboradora de El diario.es y los suplementos culturales de ABC, La Vanguardia y El País.
Las vidas que no viví, (Candaya-2023) cuenta la historia de Anna y Pari, dos mujeres unidas por la isla de Menorca. La primera regresa a la isla que la vio nacer, la segunda huye de Irán. Una novela que es un canto de amor a la isla de Menorca, a la cultura iraní, a dos mundos que han marcado la vida de la autora: Irán y Menorca. Una pequeña joya literaria.
– ¿Por qué la novela se titula Las vidas que no viví?
El título tiene que ver con las vidas que no pudieron vivir las protagonistas de esta novela. Lo que no pudieron elegir y lo que, por su situación, sus condiciones, el contexto, la sociedad, no pudieron vivir. Pero también tiene que ver con lo que eligieron y vivieron y con el derecho que tienen las mujeres y cualquier ser humano a olvidar.
– ¿Cuál es la tesis central de este libro? ¿Qué ideas querrías dejar grabadas en la mente del lector?
Es difícil hablar de que este libro tenga una tesis/tema central. Yo creo que más bien se podría hablar de muchos subtemas. He intentado que la atmósfera del libro pudiera quedar en los sentidos, la percepción y la memoria del lector cuando termine la lectura. Que las sensaciones que sufren las protagonistas las pudieran sentir los propios lectores. Y luego está el haber podido proyectar lo que son dos grandes espacios como son la isla de Menorca e Irán. Yo podría decir que creo en como los lugares generan unos determinados relatos. Me gustaría que hubiera una cierta curiosidad por saber qué hay, cómo ir y cómo conocer estos dos grandes espacios. Y luego hay varios subtemas, ideas muy contemporáneas, que van desde la falta de vivienda a la gentrificación provocada por la llegada de viejos millonarios extranjeros a la isla, también la migración, el exilio, los lugares en que no pueden tener lugar los deseos de las dos protagonistas. Finalmente hay otro grupo de subtemas que son comunes a la humanidad y que no son estrictamente contemporáneos, como puede ser, en el caso de las mujeres protagonistas de la novela, el decidir si ser o no ser madre, el romper o no una determinada relación, el ser víctima de los acontecimientos históricos.
– ¿Es esta una novela femenina? ¿Por qué?
Sí, Las vidas que no viví es una novela femenina. Ocurren muchas otras cosas, pero sí, es una novela femenina. Y lo es porque parte de más de una treintena de entrevistas hechas a mujeres de diferentes generaciones en diferentes países del mundo y también parte de mis dudas y de la manera en que yo quería hablar y situarme frente a esa visibilidad y a esos acontecimientos que por fin estallan y se hacen totalmente mediáticos con el Me Too y la situación por fin denunciable de la forma en la que viven las mujeres. En ese sentido es una novela femenina.
– Diría que en la novela has hecho un gran esfuerzo por elegir el tono adecuado para contar la historia. ¿Cómo lo has hecho para elegir el tono?
Sí, en la novela hay una gran voluntad para elegir el tono. Ha sido difícil porque ha llevado muchísimo trabajo. El tono se encuentra poniéndome a escribir, a probar textos. En esta novela he desechado muchísimas páginas. Para encontrar el tono me he basado y he buscado muchas imágenes.
– Al principio del libro, una de las narradoras cuenta como no le trajeron la bicicleta que pidió por Reyes. Yo te quería preguntar: ¿cuál fue el regalo que no trajeron a Patricia por Reyes?
Si pensamos metafóricamente cuál fue el regalo que me trajeron los Reyes, fue la posibilidad de hacer, profesionalmente, lo que yo quería hacer y quise hacer. Nada más y nada menos que ser bailarina de ballet clásico. ¿Qué es lo que no trajeron los Reyes? Contaban en casa que yo de niña pedí un grifo con agua, que estaba muy obsesionada con el agua, con el hecho de poder jugar con agua. Eso no me lo trajeron nunca.
– Me gustaría hacerte una pregunta que se hace una de las narradoras en el libro: ¿qué es lo que hace uno cuando ha conseguido aquello que más desea?
Lo que se hace cuando se consigue lo que más se desea es compartirlo con las personas cercanas y que más amas. Quizás, también, seguir deseando, vivir más tranquila, más relajada, tener más tiempo para disfrutar de lo conseguido.
– Una de las narradoras dice que no sabían leer, pero conocían muchos poemas. ¿Es esto de algún modo un vestigio de una cultura que ha conservado la oralidad como elemento central de la propia cultura como ocurría antiguamente en la Grecia clásica?
No tengo muy claro que la cultura persa esté más ligada a la oralidad que otras culturas. Sí creo que está más ligada a la poesía que otras culturas, y la poesía es un género que vive en la memoria, que vive gracias al ritmo y a la recitación. La poesía está más ligada a una manera de contar el mundo ligada al origen del lenguaje. Hay teorías lingüísticas que dicen que cuando se empezó a hablar posiblemente se empezó a hablar de manera poética. Porque las primeras palabras que se dijeron fueron palabras que tenían que ver con las cosas importantes del mundo: como fuego, frío o lluvia. Volviendo a Irán y a ese lenguaje tan poético y que tanto vive en la memoria, yo creo que Irán es una cultura más ligada a lo visual que otras culturas. Y la poesía es traducir en imágenes las cosas invisibles o inefables, hacerlas presenciales gracias a las imágenes. Si el cine iraní ha sido tan importante es porque tiene unos antecedentes que son literarios, que son visuales, y es la construcción de las imágenes poéticas.
– En el libro hablas de la tierra de Menorca y de que la lluvia hace que la arcilla sea más roja, y es inevitable pensar en el libro de Cees Nootebom, Lluvia roja, en que el escritor neerlandés cuenta su experiencia como veraneante en la isla por más de cincuenta años. Al igual que Cees, diría que con más profusión que él, incorporas al texto bastantes palabras en catalán como un elemento más del paisaje a describir. ¿De qué modo nos define la lengua?
La lengua nos define, pero, las lenguas nos definen muchas veces gracias también a la dispersión. Cuando conocemos muchas lenguas nos dispersamos en ellas, nos fragmentamos en ellas y eso es una manera de definirse y también de ir creando una identidad dispersada en las lenguas. Me gusta eso de pensar en estas identidades dispersas. Cuando pensamos en la lengua pensamos muchas veces en lo que sabemos, en lo que leemos, en lo que hablamos, pero también tenemos que pensar en lo que escuchamos. Cuantas más lenguas se conocen y más se aman las lenguas diferentes, diríamos que el oído más se abre, más se percibe el mundo, más abierto se está a los sonidos del mundo. Yo creo que hay que pensar en la lengua como algo que va haciendo al oído y a las diferentes escuchas.
– En el libro se habla de la vida en el campo y una de las narradoras explica como plantan un campo de azafrán y, el primer año, las ratas se comen los bulbos y, el siguiente año, los conejos se comen las flores. Siempre se ha dicho que los tiempos, la perspectiva del tiempo, es distinta en la ciudad que en el campo. ¿Vivir en el campo, por tanto, es saber sobreponerse a los inconvenientes, a los problemas, teniendo en cuenta una visión más amplia del tiempo?
Sí, es una visión más amplia vivir en el campo, pero sobre todo es una visión más dilatada. El tiempo se dilata como si tuviera muchas capas y se percibe más lentamente y también más claramente. Prestas atención a cosas que no prestarías atención en la ciudad. Y, sobre todo, en el campo prestas atención a los cambios de la naturaleza y también a los cambios climáticos y a los cambios de las estaciones. Teniendo en cuenta que una parte de la novela transcurre en Menorca, que además es una isla, un territorio pequeño, podríamos decir que aún es mayor esa dilatación del tiempo.
– En la novela, después de un incendio terrorista, los padres le dicen a su hijo, testigo de los hechos, que no diga nada, en una muestra de saber popular. ¿El saber popular a veces va contra el sentido de la justicia o es que tenemos un concepto equivocado de justicia?
El saber popular tiene que ver con la tradición y su salvaguarda. Puesto que ese fragmento al que aludes transcurre en Irán, es un tema interesante, porque en Irán hay muchas cosas que se mantienen por tradición y que se vinculan a la Revolución islámica, cuando no es así. Ahí, en ese espacio tan sutil de qué es tradición y qué no es tradición, muchas cosas se vinculan y se prohíben pensando que tienen que ver con que lo manda el gobierno autárquico y teocrático del islam y de Irán cuando son cosas que se quieren mantener por tradición. Con todo, la tradición es algo que cambia, que evoluciona y se mueve. Por tanto, una tradición si es injusta, tiene que modificarse.
– Una de las protagonistas de la historia es una mujer fuerte, pero a la que las cosas le van a la contra: no le funciona el matrimonio, tiene que hacerse cargo de los hijos, está enfrentada a la familia, a la sociedad, es estafada con su negocio. ¿Se puede decir que cuando las cosas van mal solo pueden ir a peor?
No creo que cuando las cosas van mal solo pueden ir a peor. A veces, presentando las cosas en su peor forma, es cuando, por contraste, podemos conseguir que sean mejores, intentar que sean más positivas y más afirmativas. En el caso de las dos protagonistas y en el caso de la protagonista Pari, que es a la que aludes, le van ocurriendo cosas que suceden una tras otra, que tienen que ver con la época que le toca vivir y con los acontecimientos a los que tiene que sobreponerse una mujer. Vuelvo a cómo he intentado crear dos mujeres que eligen la vida que quieren tener a pesar de que la sociedad y el contexto en el que viven son contextos negativos y que infravaloran a la mujer frente a los hombres.
-En la novela, una de las protagonistas es una inmigrante y la otra protagonista es alguien que vuelve a casa después de muchos años de vivir fuera. ¿Qué significa vivir en una comunidad ajena?
Vivir en una comunidad ajena significa muchas cosas. Lo ajeno, lo extraño, lo difícil, lo diferente, significa soledad, extrañamiento y, sobre todo, muchas dificultades. Habría que crear las condiciones para que superar estas dificultades fuera más fácil. Una vez que se han superado se entra a formar parte de una comunidad, pero de una manera diferente, aportando cosas a la comunidad de la que se está formando parte y esa comunidad debe recoger esas diferencias y aprender de esas diferencias. A veces olvidamos que es un trabajo horizontal, en igualdad de condiciones, y que una comunidad no está por encima de la otra. La comunidad que acoge no es una comunidad diferente y por encima de la otra comunidad.
– En la novela una de las narradoras describe una serie de acciones que realizaban sus padres y que denotaban, a su parecer, el hecho de hacerse mayores. ¿Qué significa hacerse mayor?
La expresión hacerse mayor es una expresión que se oye de niña. Cuando seas mayor. Creo que hacerse mayor significa elegir, tener la libertad, el albedrío, para elegir. Esta novela tiene mucho que ver con las elecciones tomadas, las elecciones no tomadas, las vidas que viví, las vidas que no viví y la manera en la que hay que continuar una vida a partir de las elecciones que se toman. Elegir no es fácil y hacerse mayor tiene que ver con la clarividencia y con el conocimiento de que la vida es una serie de pérdidas.
– Uno de los temas que trata la novela es la destrucción de Ciudadela por los turcos. Buena parte de la historia de España es una historia de reconquista a los musulmanes, lo cual quizás explicaría la animadversión latente que existe en nuestra sociedad hacia este colectivo, lo cual contrasta con la actitud paternalista que se tiene respecto a los países de habla hispana. Una de las protagonistas es persa y la otra menorquina en un intento de unir ambos mundos. ¿Cómo explicarías estos hechos?
Está muy bien que hagas alusión a esta imagen negativa del islam en España y también esa actitud paternalista respecto a los países de habla hispana. Yo creo que lo que existe en los dos casos es lo que llamamos una actitud colonialista, pero, sobre todo, una actitud imperialista. ¿Qué es el colonialismo y qué es el imperialismo? Sobre todo, pensar que los otros son diferentes a nosotros y, sobre todo, que son inferiores a nosotros. Además, es una proyección de poder sobre los otros. Eso crea paternalismo, eso crea diferencias, eso crea construcciones de imágenes negativas. Ahí hay una deuda que hay que devolver. Hay que cuestionar la mayor parte de las representaciones culturales, artísticas, cinematográficas y literarias que se han tenido a lo largo de los siglos de los otros y darnos cuenta que nuestra mirada ha sido y es todavía absolutamente imperialista. Esto hay que cuestionárselo continuamente y presentar una actitud política frente a la propia representación de todo ello. Darse cuenta de cómo somos muy imperialistas.
– Termina el libro diciendo: «Una isla así, tan pulida, con fósiles marinos incrustados en las fachadas, con piedras areniscas que absorben y expulsan los colores, con la misma luz sobrecogedora desde hace cinco siglos, pero indefendible». ¿Hay esperanza para la isla de Menorca?
Sí que hay esperanza para la isla de Menorca. Este libro creo que es un canto de amor, un canto que pretende representar la belleza de todo lo que hay en la isla. Podríamos decir que casi es o forma parte del libro de viajes que no creo que escriba nunca sobre Menorca, sobre mi lugar de vida, pues toda esa belleza, a veces melancólica, triste, que he intentado crear en el libro, tiene que ver con una esperanza, con la esperanza de que Menorca, en los años venideros, en la crisis en la que estamos y la crisis climática que pasamos, pueda ser de otra manera. Menorca es la isla de las Baleares que más tarde ha llegado a muchas cosas y, por supuesto, al turismo. Esta tardanza puede hacer que podamos defenderla del turismo masivo. Hablemos de turismos diversos, porque lo que no queremos es este turismo masivo y depredador. Menorca es una isla y una isla es el ejemplo por antonomasia del límite. Todo está limitado en una isla, no solo la geografía y el territorio. Espero que todo este proceso sirva para que haya esperanza para la isla de Menorca, que se pongan límites y haya un cuestionamiento de una manera de pensar sobre qué modelo queremos seguir, qué isla queremos tener y de qué manera podemos mantener otra relación con la naturaleza, con el clima, con los recursos, que van terminando.
Texto: Josep Masanés