Mil ojos esconde la noche. 1.La ciudad sin luz. Juan Manuel de Prada. Espasa
El infierno son los otros, escribió Sartre en Huis clos (A puerta cerrada) muy poco después del tiempo en el que se sitúa esta primera entrega de una novela colosal, la más ambiciosa de De Prada y, a mi juicio la más lograda. El Infierno era también un cabaret en Pigalle, y adornaban sus paredes monstruos y excrecencias propias de un decorado luciferino y tremedista, que es el estilo con el que está construida esta obra torrencial. Un cabaret que es uno de los escenarios por los que transitan los personajes de esta historia que comienza días antes de la llegada de los nazis a París. El lector perderá toda pereza a las obras voluminosas desde la primera página y navegará en la corriente de una prosa rica, fluida y barroca sin descanso hasta el final.
Es el regreso de Fernando Navales, criatura de De Prada, protanogista de Las máscaras del héroe, falangista de la primera hora, que tiene en un altar a José Antonio, y que reniega de las derivas adocenadas y domesticadas por el régimen de Franco. El primer tomo de Mil ojos esconde la noche tiene 800 páginas. Contiene muchos personajes y muchas vidas.
Fernando Navales es en Mil ojos esconde la noche un falangista que trabaja a las órdenes del delegado de Falange en París, como redactor de un insulso semanario llamado El Hogar Español. Navales recibirá el encargo de atraerse a los intelectuales españoles exiliados en la capital francesa después del hundimiento de la república y del triunfo en la guerra de las tropas de Franco. Asentado el régimen, se trata de desactivar a escritores, pintores y otras especies que malviven en la capital francesa, aterrados ahora con la llegada de los nazis de Hitler. Los exiliados se preparan para descender un nuevo círculo en el infierno de una ciudad que nada tenía que ver con la luz que se atribuía en el más célebre de sus apodos.
Navales, motivado por una mezcla de resentimiento crónico y de idealismo falangista, oficia entre la colonia de exiliados como un Mefistófeles. Subraya las miserias de todos, conoce los puntos débiles de cada uno, activa las pasiones más mezquinas, juega a la maniobra de blandir el palo y mostrar la zanahoria, y hacer bailar a todos la danza monstruosa de los esclavos. Ha construido de Prada un personaje abyecto. No es mejor que ninguno que ninguno de los personajes con los que juega: Marañón, Ruano, Pepito Zamora, Clavé, Gasch, Ana de Pombo Ana María Sagi. Navales es un rencoroso antisemita, un mezquino conspirador. Es inmune a toda compasión. Desconoce la piedad. Incluso los ragos más humanos de un cónsul que ayuda a escapar a los judíos a Navales le despiertan un resentimiento negro.
Solo las mujeres de la obra, Ana de Pomgo y Sagi, serán capaces hacer atisbar en Navales la única salida de este infierno que no es otra que el perdón. El escritor proclama en la primera página la promesa de que todo lo que se leerá es ficción, pero Mil ojos esconde la noche tiene detrás una minuciosa investigación sobre hechos y personas, un trabajo de archivo en el que se descubren algunas verdades de la historia de aquellos que huyeron de la guerra y se encontraron con otra guerra más. Así que el lector entiende que el relato, sí, es ficción pero construida con piezas minúsculas que son ciertas. De Prada ha puesto el cabaret pero los adornos de la pared son hechos.