La versión 4K del documental que se proyectará en Berlinale Classics ha sido restaurada por la distribuidora Mercury Films, en colaboración con FlixOlé. Dirigida por Antonio Giménez-Rico, Vestida de azul se ha convertido en una película de culto para el colectivo LGTBIQ+ por la valiente forma en la que abordó el tema de la transexualidad durante la Transición española. Nacha Sánchez, superviviente del elenco de mujeres que participó en el documental, intervendrá en la premier
El cine español probaba los límites de la recién inaugurada democracia cuando el documental Vestida de azul (1983) llegó a las salas para abordar como nunca antes se había hecho el tabú de la transexualidad y descubrir la hiriente realidad que enfrentaban las personas del colectivo. Dirigida por Antonio Giménez-Rico, se convirtió en una película de culto de difícil acceso cuyo irremplazable testimonio se proyectará en una renovada versión en 4K en el 75º Festival de Berlín el próximo mes de febrero.
El pionero e impactante documental en torno a las dificultades que atravesaban las personas trans durante la Transición española participará en Berlinale Classics, área del certamen dedicada a las restauraciones en alta calidad de obras históricas del séptimo arte y redescubrimientos cinematográficos. Será la segunda producción española en incluirse en esta sección, después de que en la pasada edición fuese seleccionada Deprisa, deprisa (Carlos Saura, 1981). Remasterizados ambos títulos por Mercury Films, en colaboración con la plataforma FlixOlé y en el marco de sus labores de conservación y difusión del patrimonio audiovisual español, la distribuidora estará presente por segundo año consecutivo en el festival cinematográfico que acoge la capital alemana.
Sobre dicha versión de Vestida de azul, el proceso ha consistido en el escaneo y posterior restauración de imagen y sonido del negativo original de 16mm, logrando como resultado la inédita versión de la cinta que se estrenará en clave mundial en Berlinale. Mercury Films recupera y promueve así una película que, hasta su incorporación en el catálogo de FlixOlé, permaneció durante décadas maldita debido a la limitada distribución que se hizo tras su paso por la gran pantalla.
Obra también de referencia para el colectivo LGTBIQ+, esta rareza del cine español que luchó por la aceptación de las personas trans será reivindicada por la propia Nacha Sánchez, superviviente del elenco de mujeres que participó en el documental, y quien intervendrá en la premier de la copia restaurada.
Insólito documento cinematográfico
Los años 80 gateaban en un país que jugaba a ser moderno al tiempo que intentaba despojarse de los fantasmas del franquismo. El cine comenzó a explorar historias censuradas durante la dictadura. Temas como la transexualidad no habían tenido representación en la gran pantalla española más allá de escenas caricaturescas o personajes trufados de clichés que se presentaban sin otro afán que ridiculizar al colectivo. Esta circunstancia, sumada al desconocimiento y prejuicios en materia de orientación sexual e identidad de género que arrastraba gran parte de la sociedad y medios de comunicación, acrecentó la estigmatización y humillación de las personas trans, cuyos mundos parecían quedar reducidos irremediablemente en aquella época a los cabarets y a la prostitución.
El director Antonio Giménez-Rico se propuso realizar un largometraje de ficción que abordase dicha realidad. Para la elaboración del guion, se ayudó de mujeres transgénero que compartieron sus experiencias con el cineasta. Fue entonces cuando éste comprendió que la película se encontraba ahí: en el sufrimiento y marginación con el que convivían en su día a día, por lo que decidió continuar indagando sobre ellas, pero con una cámara.
De las entrevistas surgió Vestida de azul, el documental que marcó un antes y un después al reflejar la desesperanzada cotidianidad, ilusiones y reivindicaciones de seis mujeres trans: Loren, Renée, Nacha, Eva, Tamara y Josette. A través de la primera, el espectador pudo conocer la hipocresía de una sociedad que las señalaba, perseguía e insultaba mientras reclamaba sus servicios encima del escenario o cuando hacían la calle; Renée reveló el miedo que experimentaban a la hora de presentarse ante sus familiares tal y como eran; un temor justificado por las agresiones verbales y físicas sufridas en su propio entorno, como así atestiguó Tamara, trans y gitana.
Frente a estas prácticas, Nacha ejemplificaba el lado más contestatario, mientras que Eva evidenciaba la incomodidad que se generaba en situaciones tan corrientes como mostrar el carnet de identidad. Por su parte, Josette revelaba las secuelas de los convencionalismos mediante un encuentro que mantuvo con su exesposa en el filme.
Seis mujeres que hicieron historia
Giménez-Rico condujo cada uno de los relatos alejándose de todo componente morboso y sensacionalista, y dirigió el peso narrativo sobre las protagonistas. Ello aportó profundidad al mensaje al tiempo que sirvió de crónica de cuanto rodeaba a las personas trans, ya que las confesiones delante de cámara caminaban en paralelo a las detenciones y encarcelamientos, falta de oportunidades laborales, agresiones y explotación sexual que padecían. También de los cambios que experimentaba la sociedad, coincidiendo la realización del filme con la despenalización de la operación de reasignación de sexo.
Los testimonios e incómodas verdades que con naturalidad y espontaneidad desfilaron en Vestida de azul hicieron de éste un novedoso documental. El mismo se proyectó en el Festival de San Sebastián, donde el público ovacionó durante diez minutos a las seis mujeres que valientemente compartieron con el mundo sus vivencias. La cinta, que también cruzó el charco para participar en el Chicago Film Festival, experimentó un considerable éxito; aun con el reducido presupuesto y equipo con el que contó, participando en el mismo el reputado director de fotografía, Teo Escamilla —quien a su vez intervino en la producción del filme junto al cineasta Jaime de Armiñán (Mi querida señorita, 1972) mediante la compañía Serva Films—.