Viaje al secreto de Gstaad, efímera capital del arte

La pequeña (y ultra exclusiva) estación de esquí se convierte durante unos días en el epicentro del mercado del arte. Algunas de las mejores galerías del mundo llevan la crema de la creación actual a esta cita en Suiza.

En el imaginario colectivo la pequeña estación de esquí de Gstaad entró en la leyenda en los años 60. Fue entonces cuando personajes como el playboy alemán Gunter Sachs, su pareja de entonces Brigitte Bardot o el joven Roman Polanski hacían de las suyas en esta pequeña ciudad que hoy cuenta con menos de 5.000 habitantes permanentes. Entre estos sigue destacando el genial cineasta polaco, quien tiene aquí un chalet donde pasa largas temporadas.

De hecho, es en Gstaad donde Polanski ha filmado su última película hasta la fecha: “The Palace”, íntegramente rodada en el legendario hotel del mismo nombre. Hotel que es el epicentro del selecto mundillo del arte durante las fechas que la estación alpina recibe a la crema del mercado del arte mundial. Este cronista puede garantizar que encontrar sitio en el concurrido bar donde se dan cita coleccionistas de medio mundo (bien reflejado en la cinta de Polanski) no es tarea simple.

Y es que Gstaad ha decidido posicionarse como “la cita invernal definitiva para los amantes del arte”. Quien así se expresa es el suizo Simon de Pury. Especialista en subastas, galerista, coleccionista, DJ, fotógrafo e “influencer” de las redes sociales, este aristócrata nacido en Basilea (goza del título de “Baron de Pury”) es una de las personalidades más reconocibles y reconocidas del mercado del arte globalizado.

“La intensidad que se vive en Gstaad en estos días solo puede compararse con Miami Beach durante Art Basel, o con Nueva York durante la gran semana de subastas. De hecho, el mercado del arte es una especie de circo ambulante, que planta su tienda en un sitio diferente cada semana. A veces, cada día…y ahora le toca a Gstaad”, confía el polifacético suizo, quien recomienda al cronista no perderse la muestra que la todopoderosa galería Hauser & Wirth propone en el chalet de Gunter Sachs. Dado que el acceso se da solo con cuentagotas a pesos pesados del coleccionismo internacional, nos quedamos sin disfrutar de esta primera cita.

“Come up, slow down”

El slogan publicitario de Gstaad es “Come up, slow down”, que podría traducirse como “sube y relaja”, aunque estos días poca relajación cabe esperar en la estación alpina. De hecho, se puede ver aquí a estrellas internacionales del calibre de Leonardo Di Caprio, o el cantante Harry Styles.

Y es que es solo en estos años recientes que Gstaad se ha convertido en un centro de las artes, en gran parte gracias a la influencia de la mecenas y coleccionista suiza Maja Hoffmann, la riquísima heredera de la multinacional farmacéutica Roche, quien hace y deshace en el arte europeo desde hace décadas.

Estos días se celebra también en Gtsaad el aniversario del legendario Le Rosey, que posiblemente sea el más exclusivo colegio privado del planeta; donde solo hijos de presidentes, príncipes, magnates y emires del petróleo pueden aspirar a una plaza. Los jóvenes privilegiados y bulliciosos llenan todos los bares y restaurantes de la animada calle central, donde aún circulan carruajes tirados por caballos en la nieve.

Volviendo al arte, es asombroso ver la concentración de galerías en esta diminuta localidad. Urs Fischer propone sus creaciones en el flamante espacio del magnate del “art market” Larry Gagosian. Este americano está considerado de forma unánime como el más influyente y poderoso galerista del mundo. Aunque también destaca la exposición “Calder in Flight” presentada en Tarmak 22, el aeropuerto (solo para jets privados, por supuesto) de la diminuta localidad vecina de Saanen. Otro descubrimiento es JOYA (así, en español) donde se proponen creaciones de joyería de artistas como Cora Sheibani, Eliane Fattal o Dorothée Potocka.

Aunque el centro de atención indiscutible es MAZE | Art Gstaad, la enorme tienda donde tiene lugar la feria que acapara todas las miradas. “La calidad de las galerías participantes es asombrosa, de primera línea internacional, tanto de arte antiguo con propuestas como De Jonckheere, con cuadros de Jerónimo Bosch y otros renacentistas flamencos; o moderno y contemporáneo en galerías como Landau, White Cube, Mennour o Gisela Capitain”, nos comenta Lorena Ruiz de Villa.

Esta coleccionista y galerista española viene a descubrir la feria, que vive recién su segunda edición. “Me parece interesante que participen galerías de mobiliario de diseño como Downtown Laffanour o Kreo. La galería Durazzo incluye joyas de Leonora Carrington, una artista que formó parte del grupo surrealista y que ahora se está revalorizando al ser una de esas mujeres que quedaron a la sombra de los hombres artistas. Sus joyas, muy bien presentadas en vitrinas, compartían stand con dibujos de Leonor Fini, otra de las mujeres del grupo surrealista en alza. Esa diversidad de propuestas hace una feria más atractiva. Uno se puede comprar una mesa o una lámpara, y elegir entre un cuadro de Magritte, o uno de Jessica Rankin”, explica esta catalana residente en Madrid.

“Todo es arte. Lo importante es que sea de buena calidad, y me parece muy oportuno que todos los participantes del mercado del arte tengan cabida en una feria, fuera de reglamentaciones estrictas que crean eventos que se parecen unos a otros. Esta apuesta por la diversidad de MAZE | Art Gstaad me parece inteligente, y vistos los resultados, parece que a los compradores les gustaron las propuestas”, concluye Lorena Ruiz de Villa.

De hecho, el tema de las ventas es uno de los eternos misterios de estas ferias, de Art Basel a Frieze pasando por ARCO Madrid. “Cómo han ido las ventas? Nadie lo sabe en realidad, y cuando le preguntas a los galeristas todos te dan siempre planas respuestas positivas”, comenta con un guiño Simon de Pury.

Un secretismo nada sorprendente en el país que desde hace un siglo ha alimentado su leyenda alrededor del secreto y el dinero: Suiza.  

Rodrigo Carrizo Couto
Rodrigo Carrizo Coutohttps://rccouto.com/
Periodista, fotógrafo y videasta, empieza su carrera cubriendo el hundimiento de la URSS. A partir de 1992 colabora con la revista Ajoblanco y diversas agencias. Entre 2003 y 2018 trabaja para el diario El País. Ha colaborado con la Swiss Broadcasting, La Nación, Clarín y diversos diarios y revistas de Europa y América. Vive en Suiza.

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