Agnès Varda – Carrie Rickey.Traducción: Jofre Homedes Beunatgel. Circe ediciones, 2025. 312 págs. 22 €.
La publicación en español de Agnès Varda, la biografía escrita por Carrie Rickey y editada por Circe, representa una entrega decisiva en la comprensión de la historia de una cineasta única. Rickey, prolífica crítica de cine y arte, construye en este retrato una obra que trasciende paradojas: Varda no quiso dejar que nadie penetrara al corazón de su vida privada, y sin embargo Rickey lo consigue, sin injurias ni artificios, revelando una psique creativa rica en contradicciones y matices

Infancia, huída, destino
Nacida Arlette Varda en 1928, en Ixelles (Bruselas), provenía de un hogar de clase media, con padre griego y madre francesa. En 1940, ante la invasión nazi, la familia emigró a Sète, al sur de Francia. Allí, la joven Arlette estableció vínculos determinantes: no solo descubrió el mar que más tarde volvería a escena en Las playas de Agnès, sino que también conoció a la familia Schlegel, figuras clave en su formación personal y emocional.
Allí comenzó a aflorar su mirada humanista: la urgencia de plasmar la vida real y el valor de la memoria colectiva. Bajo el fantasma de la guerra, la huida y la supervivencia, Varda descubrió que el cine podía contener más verdades que la ficción.
Fotografía y formación autogestionada
Al llegar a París, Arlette —ahora Agnès, nombre adoptado en su mayoría por instinto que por registro legal— ingresó a la École du Louvre y simultáneamente se instruyó en fotografía, con un enfoque experimental y casi intuitivo.
Fue fotógrafa en el Théâtre National Populaire, oyente en cursos de filosofía y estudiante de arte, adoptando una trayectoria autodidacta que la distanció de la rigurosidad académica. Esa libertad intelectual sería la base de su horizonte estético: arriesgado, híbrido, personal.
Cinécriture: de la imagen fija al cine libre
Su salto al cine tuvo lugar en 1954, con La Pointe Courte, rodada en Sète con actores no profesionales y marcada por la indefinición entre documental y ficción. Poco después, con Cléo de 5 a 7 (1962), estableció su sello: narrativas en tiempo real, mujeres auténticas y revelaciones poéticas cotidianas. Su concepto de cinécriture (“escritura cinematográfica”) integraba dirección, guion y montaje como una sola mirada, una pluma visual en movimiento.
En esa misma época, su relación personal y creativa con Jacques Demy generó sinergias: intercambios de ideas, desarrollo artístico, y un vínculo generacional que les permitió explorar nuevos caminos. Varda trascendió las normas del cine francés y la Nouvelle Vague, mezclando múltiples influencias (arte, literatura, pintura) sin encasillarse.
Documentales políticos y sensibilidad social
La obra de Varda no se circunscribía a la ficción: en 1967 rodó Los Panteras Negras, al año siguiente participó en Loin du Vietnam, y en 1977 lanzó Una canta, la otra no, sobre el aborto. Su fascinación por lo político vino acompañada de un profundo respeto por lo humano
Y en 1976 creó Daguerréotypes, un documental en la calle Daguerre, frente a su casa/paradero creativo. Un ejercicio de exquisita observación sobre lo cotidiano, y un testimonio de su interés permanente por lo común, lo cercano, lo pequeño.
Los años dorados: premios y reconocimientos
En 1985, Sin techo ni ley (Vagabond) le valió el León de Oro en Venecia, destacando su capacidad para visibilizar lo marginal con mirada sensible y poética (en.wikipedia.org, es.wikipedia.org).
En 2000 se reinventa con Los espigadores y la espigadora, donde, por primera vez, graba ella misma en digital. Un homenaje a los que recolectan lo olvidado, lo residual, lo bello en la desposesión. Su apuesta por lo experimental y personal sigue intacta.
Sus últimos trabajos, Las playas de Agnès (2008), Faces Places (2017, junto a JR), y Varda por Agnès (2019), confirmaron su capacidad para transformar la autobiografía en arte universal. Recibió premios como el César, Palme d’Or honorífico (2015 en Cannes) y el Oscar honorífico (2017)
Carrie Rickey ofrece la biografía que faltaba
Rickey, reconocida crítica (Philadelphia Inquirer, The New York Times, Artforum), no se limita a un libro de homenajes ni adhesiones acríticas. Su investigación revisita documentos, entrevistas, fuentes familiares y personales, incluyendo la compleja infancia y adolescencia de Varda, con honestidad y pudor .
El resultado: un relato que permite digerir la dimensión humana de Varda, sus contradicciones y su empuje vital. No es inmisericorde, pero no sobreactúa: describe una artista certera, exigente consigo misma y con el mundo.
Legado y actualidad
El legado de Varda sigue vigente. Para muchas cineastas —especialmente mujeres—, ella representa un referente: emprendió su propio camino, sin acceso institucional, y aun así logró ser “la voz femenina de la Nouvelle Vague” .
La aparición de esta biografía en español no es anecdótica: Circe —junto a la edición académica de Tejada por Cátedra— inaugura una nueva fase en el reconocimiento académico de Varda en España y América Latina. Una luz inesperada sobre lo que aún queda por contar de su cine, su vida, su arte.
Conclusión: un camino intacto
Agnès Varda de Carrie Rickey no es “otro libro más” sobre una figura ya mitificada. Es, más bien, la biografía que Varda misma no quiso escribir: con inteligencia, oficio y corazón, Rickey restituye una dimensión vital y artística en constante contradicción, pero íntegra.
En un mundo de guiones prefabricados y narrativas homogéneas, Varda rompe las reglas con su libertad amorosa, su persistencia sensorial y su compromiso ético. Una creadora capaz de filmar vagabundos, colectivos negros, jubiladas, franceses corrientes, artistas de galería, playas, memorias.
Su vida fue una sucesión de retos personales y estéticos: ser mujer directora, mujer artista nacida en Bruselas, madre soltera, amante lúcida, mente inquieta. Un terreno propicio para el cine más libre.El libro de Rickey es un acto de justicia: por fin tenemos un marco narrativo convincente, basado en fuentes rigurosas, para entender la complejidad liberadora de Varda.
Recomendación
¿Por qué leerlo?
Porque se lee con la misma curiosidad que Varda llevaba al set: inteligente, sin filtros, sin miedo a lo humano. Ideal para cineastas, amantes del cine, críticos, gestores culturales y pensadores que buscan cómo el arte se cruza con la vida.
¿Para qué sirve?
Ofrece una enseñanza profunda sobre cómo construir una trayectoria auténtica. De actitud creativa: abierta, tan vigilante como libre; tan sensible como rebelde.
El libro no solo honra su obra, la convierte en semilla viva: para seguir pensando, filmando, amando y recordando que el cine es una larga conversación con la realidad.
En definitiva: la biografía que necesitábamos para entender a una de las artistas más deslumbrantes del siglo XX. Una obra que, sin adornos ni retórica, nos devuelve a una Varda real, compleja y esencial.
Con audacia, provocación, ternura y libertad. Como ella misma ejerció toda la vida.