‘A pie cambiado’, el estilo de Miguel Pardeza.

A pie cambiado. (Cuaderno de un futbolista desencantado) Miguel Pardeza. El Paseo editorial

Pardeza. De la «quinta del buitre». Triunfó en el Zaragoza. Un futbolista ilustrado. Hay muchos. Hubo unos años en que hicimos, al final del Telediario, una serie en la que una persona recomendaba un libro: «un libro, una vida», se tituló. Allí salieron algunos otros futbolistas ilustrados, como Butragueño o Zubizarreta. Hay muchos. NO hace falta quedarse solo en Valdano. También había toreros, taxistas, y mecánicos de la Barreiros. La ilustración está por todas partes. Los apocalípticos de las pantallas tienen los días contados, y ahora se les ve en retirada desde que Suecia haya anunciado el regreso a los libros de papel. No sé cómo era Pardeza en el campo. Soy un analfabeto del fútbol. Pero si tengo capacidad para admirar al Pardeza escritor, y celebro su estilo claro, su mirada serena, y la capacidad de encontrar la verdad de lo humano detrás de cada gesto del fútbol.

pardeza

De Pardeza solo recuerdo que era pequeño, como Maradona, del que se habla, claro, en algunas de las páginas de A pie cambiado. Al título del libro el escritor le ha añadido la precisión de que se trata de la obra de un desencantado. La vida va borrando las ilusiones y nos va recolocando en un escepticismo que no es otra cosa que la expresión de nuestra reconciliación con los hechos. En el caso de Pardeza, es un desencanto amable, humano, franco y esencial. Es el que le lleva a afirmar en la primera línea de un artículo dedicado a Zidane la certeza de que la humildad es una condición del genio.

El fútbol es una de las expresiones más singulares y completas de la vida. Uno aprendió a amar el boxeo en la literatura de Jack London, o en los artículos de Julio César Iglesias, de la misma forma que aprendimos la esencia del toreo en la obra de Bergamín o en las crónicas de Joaquín Vidal. Pardeza ha transitado por los dos carriles en paralelo porque reconoce que fue lector temprano, a pesar de que en su casa de Huelva no había mucho dinero para libros. En pocas casas había en aquel tiempo presupuesto para letras. El gusto por la literatura, por la estética, por el paisaje, son gustos que no se heredan y que son compatibles entre sí: «esto hay que decirlo incluso a despecho de esos intelectuales fanfarrones que rebajan los méritos del fútbol a los de una artesanía para necios».

Hay estética en el fútbol, sin duda. Hay genialidad, deslumbramiento, fuerza, honor, espíritus cultivados y otros que son salvajes. Y el escritor Pardeza se lamenta cuando las modas nos llevan por terrenos confusos: «ahora el fútbol con las excepciones consabidas, se ha convertido en un laboratorio insulso y redundante, en donde todos los jugadores parecen correr muy deprisa, como si se les estuviera quemando el asado y temiesen un tirón de orejas del temible instructor de cocina». En este artículo, titulado Belleza hereditaria, Pardeza consigue algo que uno siempre ha admirado en los articulistas: la capacidad de hacer un artículo redondo, esférico: el que termina en el mismo punto en el que termina. El inicio es una cita del gran crítico Edward O. Wilson.

Pardeza trae a estos artículos, textos de una bella y sencilla eficacia, los asuntos humanos más esenciales del fútbol. El deporte no es que se parezca a la vida, sino que no es otra cosa que una de sus manifestaciones más intensas. Captarla, desnudarla de todo lo que no es esencial, es tarea de Pardeza, que ha conseguido cuajar un estilo de escritura muy directo, muy claro, humilde, de una sencilla y natural forma, a la que no le sobran palabras. Con él, aborda todo lo que ocurre en la vida del jugador: la juventud, las lesiones, la amargura de la suplencia, la enfermedad, la muerte, la mala cabeza, la buena fortuna y la mala, la superstición. Arma con todo ello artículos brillantes, algunos geniales, como el que dedica a la trayectoria de Iniesta. Disfruten del fútbol a través de la literatura, y viceversa.

Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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