Le llaman ‘autocuidado’ a lo que Mortimer siempre llamó ‘estar presentable’, pero esto es más. Hay una industria floreciente de autocuidarse, en auge tras la pandemia. No se sabe si es por el miedo a que te autocuide alguien que no sepa las tendencias dominantes, o a que te hayas pasado demasiado tiempo mirándote al espejo, o conviviendo con alguien que se ha fijado más en tí, y así han aflorado, con una mayor fuerza, tus defectos corporales. El caso es que, después de la pandemia, parece que todos y todas hemos dedicado más tiempo y dinero a mejorar nuestra apariencia, que tal vez habíamos descuidado con la reclusión y el uso de la mascarilla.
El caso es que se están forrrando los fabricantes de esos potingues que aparentemente te embellecen, y las clínicas y consultas que intentan ayudarte para que te sientas mejor ante los demás, cortando por aquí o por allá alguna parte de tu cuerpo, de la que dicen que te sobra, con mucha más frecuencia a que te digan lo que te falta. Y que deberías comer más para lograrlo.
La cultura actual prefiere imponer la delgadez un poco hambrienta a toda costa, como si la gente rolliza, que siempre ha parecido más simpática y dicharachera, debiera desaparecer ante las esfinges serias y delgadas, que se nos presentan como modelos. Se percibe que un aumento de la seriedad y la delgadez debe presidir este mundo, en el que reirse, o incluso sonreír, podría ser considerado una ofensa. ¿Cómo te ríes, con la cantidad de desgracias que están cayendo cada día a nuestro alrededor? ¿Será posible que no te autocuides mas y no te busques un experto, que determine cómo tienen que ser tus pestañas y tu nariz para que estés más orientada a lo que debe ser?
La cultura del aspecto se ha hecho dominante, aunque busque que te asemejes a lo que no eres, en vez de tratar de estar presentable y cómodo con tu forma de ser
