‘Adolescencia’, cuatro planos secuencia para una serie desgarradora

Con Stephen Graham como protagonista y guionista, Adolescencia se ha aupado al número uno de las series de Netflix. No es para menos. Fondo y forma se funden de una manera magistra. Los cuatro capítulos están rodados en una sola toma: el plano secuencia. Si bien el entorno digital permite hacer trampas en la fusión de planos, lo cierto es que el resultado es deslumbrante. Pero no es un mero capricho o un juego técnico. Consigue una densidad dramática muy alta, y mete al espectador en la escena, hasta compartir los más profundos sentimientos de los personajes. Hay que destacar que todo es obra en la dirección de Philip Barantini. Ambos, actor y director, trabajaron juntos en la brillante Hierve (Boiling Point, 2021), película sobre un servicio de alta cocina filmada también al completo en plano secuencia. 

Adolescencia está formada por cuatro episodios de entre cincuenta y sesenta minutos. En el primero se cuenta la detención de Jamie, un adolescente. No sabremos hasta el final del capítulo de qué se le acusa. La cámara rueda el desconcierto de los padres, el miedo del adolescente, el ambiente de la comisaría, el examen médico y el primer interrogatorio. La cámara se acerca al rostro crispado del padre mientras dos agentes examinan el cuerpo desnudo del chico. En el rostro del padre está todo. No hace falta mostrar más. Será el estilo de toda la serie: mostrar el efecto devastador de los hechos en la pisque de los protagonistas.

El segundo capítulo se desarrolla en el colegio. Dos agentes de policía interrogan a los amigos de la víctima, buscan el cuchillo con el que se cometió el homicidio. Ya sabemos que Jamie está acusado de asesinato. Todo lo que ocurre fluye ante la cámara, sin cortes. El espectador se pregunta cómo es posible esa coreografía tan bien ejecutada: desde conversaciones en aulas, escenas en el patio y hasta una persecución. La sorpresa es mayúscula en el tercero de los capítulos, porque se trata del diálogo, en una sala de prisión, entre una psicóloga forense y el protagonista. No debe de ser fácil memorizar un diálogo tan intenso, tan sembrado de pausas, con momentos de violencia, de tensión. La cámara sabe en todo momento dónde debe estar, y analiza con detalle la reacción psicológica a través de una proximidad al rostro extrema.

El estilo se mantiene en el cuarto de los capítulos, en el que asistimos al devastador efecto que tiene en la familia el delito cometido por el hijo. El dolor sirve aquí para plantearnos preguntas profundas sobre la educación de los adolescentes: la esclavitud de la necesidad imperiosa de caer bien, las burbujas en las que viven los adolescentes, creadas por la presencia constante en las redes sociales, la dejación de la educación paternal. Es un trabajo increíble, una serie que funciona de principio a fin, y un trabajo excelente de los actores, sobre todo de Owen Cooper, que revela todo su potencial en el tercer capítulo, cuando asistimos a una transformación propia de un actor de gran madurez. Adolescencia es una serie para ver en familia.

Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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