Álvaro Espina: «Cervantes sintetiza mejor que nadie al hombre del Renacimiento»

Álvaro Espina es historiador, político, sociólogo, ensayista… un cultivador nato de literatura y un enamorado de Cervantes, y es que en su figura lleva ahondando más de tres décadas y así queda reflejado en sus novela Cerbantes en la casa de Éboli y ahora Cerbantes cambiaste, marino, espía y cautivo de ellas nos habla en esta preciosa entrevista que nos ha concedido

Conociendo a Álvaro Espina

En primer lugar, darte las gracias por concedernos esta entrevista y es que es todo un lujo poder entrevistar a alguien con tanto amor hacia la cultura y literatura.  ¿Pero qué significa para ti la literatura? ¿Desde cuándo ese amor por las letras?

La literatura es un humanismo; es el medio de comunicar con el resto de la humanidad. El jesuita Jerónimo Nadal podría haber afirmado que es la comunión de todos en un cuerpo místico, sin distinción de credos ni etnias. No recuerdo ningún aspecto de lo humano que no se encuentre en la literatura. Creo que mi primer contacto fueron los tebeos que alquilaba en el quiosco que había cerca de mi casa (no teníamos dinero para comprarlos pero la señora Rosa nos los alquilaba a precio módico). Luego iba a leer y a sacar libros de la biblioteca popular del pasaje del Liceo en la Plaza Mayor de Salamanca.

En tu biografía se te presenta como historiador, politólogo, sociólogo y ensayista, estas son muchas facetas a la vez diversas pero muy interdisciplinares, ¿En cuál de ellas estás más cómodo? ¿ Cómo se define Álvaro Espina?

Yo me considero un cultivador de las ciencias sociales, incluyendo la economía. Para mí todas esas facetas son una sola. Dependiendo del objeto que estudio, utilizo la herramienta adecuada. También la de literato, ya que la literatura es, desde Sócrates, también una forma de búsqueda de la verdad, como todo el arte occidental, que la persigue al mismo tiempo que la belleza y el bien. Bueno, bello y verdadero son para mí la misma cosa. En la novela histórica, si es rigurosa, la ficción y la historia intercambian jugos nutricios, como dijo Sergio Ramírez al presentar el libro.

Si hay algo que predomina en tu carrera como escritor es el amor que le brindas a ese autor tan conocido por todos por su nombre, pero tan desconocido para todos en lo que fue su biografía y ese no es otro que Miguel de Cervantes. ¿Qué fue aquello que te marcó tanto para que te quisieras adentrar de lleno en su faceta personal?

Él sintetiza mejor que nadie al hombre del Renacimiento, y al mismo tiempo vive y nos transmite la transición entre ese mundo y el del barroco. Dos universos contrapuestos: creatividad e innovación, frente a imitación y adoctrinamiento. Debo mi veneración hacia Cervantes  al magisterio de José Antonio Maravall, de quien fui ayudante. Él fue quien me llevó de la mano hacia Miguel. No he encontrado en la historia un personaje más fascinante.

Portada de 'Cerbantes en la casa de Éboli de Álvaro Espina
Portada de ‘Cerbantes en la casa de Éboli de Álvaro Espina

Si no me equivoco Cervantes murió con 68 años, pero su biografía es bastante extensa y aventurera. Prueba de ello, es que estás en periodo de escritura de la que será la última parte de la trilogía de su obra. Este es uno de los escritores más relevantes del mundo y más de habla castellana pero ¿Por qué crees que apenas se conoce su vida?

Dicen que el resplandor de su obra no nos permite ver su vida. No lo creo. Desde mi punto de vista la causa es el cainismo.  Miguel era un hombre incómodo para su tiempo. No aceptaba la sociedad jerárquica, la monarquía absoluta ni la involución religiosa de Trento. Además, su muerte coincidió con la vuelta al poder del partido de la guerra, que enseguida nos llevó a la de “los treinta años”.

Felipe IV y Olivares son en cierto modo los Putin de su tiempo. Allí no se aceptaba ninguna clase de críticas. Lope y Quevedo eran, cada uno a su manera, hombres del régimen, que los encumbró enseguida y cuidó sus biografías.

La de Miguel quedó completamente enterrada durante un siglo y medio, y se perdieron casi todos los rastros. A Góngora le sucedió algo parecido, pero él tuvo medios y consiguió que sus admiradores conservasen sus manuscritos fechados y su biografía. Pero el redescubrimiento tardaría aún más. Hasta la generación del 27 no se reconoció el  reinado de don Luis sobre la poesía española. El de Cervantes es universal y se produjo mucho antes, pero vino del exterior. Aquí en eso siempre se fue a remolque.

Trilogía de Cerbantes contada por Álvaro Espina

Como ya digo estás en proceso de escritura de tu tercera novela sobre el autor, pero anteriormente publicaste Cerbantes en la casa de Éboli y ahora Cerbantes cambiaste, marino, espía y cautivo. Pero antes de adentrarnos en ellas, hay una cuestión que se harán nuestros lectores ¿Por qué en el título de tus novelas el apellido del autor se escribe con `b´? ¿Si esa era la versión original, cuándo y por qué cambió esa consonante?

Él firmó siempre como Cerbantes. Fueron sus editores quienes pusieron la ‘b’ en la cubierta de sus obras. Mi hipótesis es que en 1585, cuando se imprimió La Galatea en la imprenta de Juan Gracián, en Alcalá, no había tipos grandes de  la ‘b’ y compusieron el nombre con ‘v’. Luego todo vendría rodado porque Francisco de Robles, el librero que editaba sus libros, no querría perder el “tirón” de un autor ya conocido y correr el riesgo de que se le confundiera con un autor novel. Pero también puede ser que a Robles le sonara mejor con ‘v’ (Había un cardenal Cervantes de Gaeta, muy famoso, familiar lejano de Miguel).

Interpreto que cada tomo pertenece a un periodo de vida de Cerbantes, y es por ello que Cerbantes en la casa de Éboli será la infancia del autor y un poco más de su adolescencia. De todo lo que tuviste que investigar para esta primera parte ¿Qué es lo que más te ha sorprendido? ¿Qué datos consideras que podría ser relevante y que es desconocido por todos?

Bueno, de la infancia solo aparecen algunos recuerdos. El grueso de la hora versa sobre el período que va de su llegada a Madrid en 1566 hasta  su huída a Italia en 1569. Para explorar qué hacía en Madrid tuve en cuenta que estudiaba para preceptor con López de Hoyos, como su condiscípulo Gálvez de Montalvo, a quien el maestro colocó como preceptor del nieto del duque del Infantado. Lo lógico es que Miguel lo fuera de la hija de los Éboli, con quien compartía una prima (no se tiene noticia de otro preceptor).

Además, Pedro Laínez, su maestro de poesía, era camarero del príncipe don Carlos, por lo que en cierto modo ellos participarían en los relatos y las frecuentes representaciones que se hacían en las casas de la Reina y del Príncipe, organizadas por los Éboli, ya que RuyGómez era el Mayordomo Mayor de don Carlos y la princesa era la mejor amiga de la reina Isabel. Hoy sabemos que antes de huir a Italia Miguel ya había compuesto los cuentos que aparecerían después en La Galatea. Con ellos se habría ganado la fama de gran narrador en la corte, y después en las cortes del último Renacimiento italiano.

Portada de Cerbantes cambiante, marino, espía, cautivo de Álvaro Espina
Portada de Cerbantes cambiante, marino, espía, cautivo de Álvaro Espina

En marzo publicaste Cerbantes cambista, marino, espía y cautivo. Este libro relata la vida del autor el tiempo que estuvo fuera de España, desde los veintidós hasta los treinta y cuatro años. Pero lo que más sorprende es que el libro es una transcripción de un manuscrito del propio Cervantes ¿Tú has tenido acceso a ese manuscrito?

Lo del manuscrito de Orán es una superchería. Una ficción inventada por mí, como la de Cervantes al atribuir El Quijote al historiador arábigo Cide Hamete Benengeli. En mi obra el escritor es Ahmad Ibn al-ayyi, nombre arábigo de Cide Hamete. Eso permite resolver el problema del narrador en tercera persona, sin recurrir a un personaje ideal omnisciente y sin injerencias del autor, que tanto preocuparon a Flaubert. Es bueno conservar la tradición inaugurada por Cervantes, aunque los estudiosos han encontrado otros muchos narradores ocultos, como si Miguel quisiera que nos perdiéramos en un galimatías narrativo.

Yo también lo imito en esto, no solo por las adivinanzas que lanzo en el prefacio de Cerbantes en la casa de Éboli. También metí “papeles intercalados”, escritos por el propio Miguel y  notas al pie del supuesto autor del manuscrito o de quienes lo conservaron (firmadas por CHB). Y en la segunda parte de la trilogía aparecen cartas escritas por Cervantes, declaraciones del supuesto autor explicando que Miguel “años después, narrando la batalla de Lepanto a Ahmad Ibn al-yyi recita las octavas de Ercilla”, etc. En fin…, un galimatías.

Parece insólito que más de cuatro siglos después se hallen diarios, manuscritos y datos sobre el autor, pero si tuvieras qué destacar algo de todo este proceso ¿Qué sería?

Ya digo que es pura ficción. Pero me divertí mucho escribiendo el “Prefacio del editor”  de la primera parte, en la que dediqué más de treinta páginas a construir la superchería sobre cómo llegó hasta nosotros. Recomiendo leerla aunque no se compre el libro, pues figura entre los materiales que la editorial puso a disposición de los lectores en internet.

Más sobre Cervantes, la extensa documentación de Álvaro Espina

Eres una de las personas más vinculadas al autor, al menos de manera biográfica ¿Qué nos podría destacar de él? ¿Cómo era su carácter? ¿Crees que en algún momento fue consciente de que su novela El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha marcaría un punto de inflexión en la literatura?

Lo que más me impresiona es su delicadeza espiritual y el trato exquisito hacia los demás, que Miguel traslada a su ingenioso caballero. Y lo que resulta monumental es su capacidad para verter todo lo que piensa en una prosa completamente ingenua, que la hace accesible a todos los públicos, en primer lugar a Sancho –y en la primera parte de mi trilogía a la niña Anita de Silva y Mendoza-.

Schiller tomó de su lectura de Cervantes la distinción entre literatura ingenua y literatura sentimental. Esa es la esencia de su arte. Con la ingenuidad de un caballero medio loco y medio cuerdo –y de un escudero rústico medio berzotas medio sabio- nos hace llegar las reflexiones más profundas sobre la vida, la sociedad y sobre aquella época tan complicada. Y todo ello sin la menor acidez, pero provocando en el lector la respuesta que Miguel deseaba suscitar.

La contraposición entre los dos grandes personajes del Quijote es algo  así como el enfrentamiento entre lo apolíneo y lo dionisíaco, que Nietzsche descubriría después en El origen de la tragedia. Pero Miguel lo hace  enfrentando a un Apolo loco con un Sileno vividor y gordinflón. Ya se sabe que Sileno era el ayo de Dioniso-Baco. En esto, Cervantes se inspira en el Elogio de la locura y en Los silenos de Alcibíades, de Erasmo.

¡Y claro que era perfectamente consciente de lo que hacía y de lo que su obra significaba!  Lo dejó escrito en sus prólogos, que es el momento en que el autor se dirige directamente a su público.

Foto de Álvaro Espina, autor de Cerbantes cambiante, marino, espía y cautivo
Foto de Álvaro Espina, autor de Cerbantes cambiante, marino, espía y cautivo

Aun no he tenido el placer de leer la novela, pero me interesaría saber, qué me encontraré en su interior ¿Qué predomina más la narrativa, la historia o la aventura?  ¿Hay alguna licencia a la imaginación o todo lo que se narra sucedió cómo pone en el manuscrito?

Todo lo que se cuenta en la novela y ocurrió verdaderamente está consignado en las notas finales. Lo demás es pura ficción, pero una ficción históricamente responsable, en la que el autor se ha sumergido previamente en el mundo que describe y asume el compromiso de que el lector se empape también en la historia real.

Como le decía el padre Nadal a Miguel, se trata de  “deleitar, instruyendo”, aunque Nadal invertía los términos (“instruir, deleitando”), porque él lo aplicaba a la enseñanza de la moral, mientras que Cervantes se conformaba con la “ejemplaridad”. A esto, en la presentación del libro Sergio Ramírez lo denominó “imaginación con rigor, o rigor imaginativo”

Los proyectos de Álvaro Espina

Ya sabemos que son varios años de investigación pero ¿Cuánto tiempo ha transcurrido desde que te pusiste a escribir? ¿Cuál de los tres tomos crees que es el más difícil de escribir?

Mi investigación se remonta a comienzos de los años setenta, con el profesor Maravall. Desde 1970 nunca he dejado de pensar y trabajar en ello, pero solo comencé a escribir la trilogía en 2012, tras un intento fallido en 2005. Entonces traté de situar el manuscrito en el incendio del edificio Windsor, pero no me salió. Era demasiado forzado. No obstante, todavía conservo la huella de aquel intento, pues en el archivo digital de mi ordenador, la carpeta-madre de Cerbantes en la casa de Éboli se titula Windsor. En cambio, a partir de esa fecha empecé a buscar localizaciones de  “exteriores” para la segunda parte de la trilogía. En esta búsqueda participó también Carmen Alborch, a quien dedico la obra.

En lo publicado hasta ahora he seguido el modelo de Goethe en su Guillermo Meister, que hizo primero Los años de aprendizaje  y mucho más tarde Los años de peregrinaje, que en realidad son dos novelas de formación (bildungsroman), aunque Cervantes se reservaría su propósito de novela de peregrinación, siguiendo a Heliodoro, para el Persiles, su novela póstuma.

Verdaderamente lo más difícil es lo que queda por hacer o, más bien, lo que ya estoy haciendo ahora. Porque se trata nada menos que de hacer una metanovela; o sea, la novela que relate cómo se las arregló Cervantes para crear la novela moderna.

En un periodo (esperemos no muy lejano) tendremos la última parte de la trilogía de Cerbantes, pero ¿hay algún otro autor que también te cause admiración y que quieras saber más de su vida? ¿Cuál sería y por qué?

Si, Maquiavelo. Cuando termine mi trilogía quiero leer de un tirón las más de 4500 páginas de sus obras completas, editadas por Corrado Vivanti en la Biblioteca Della Pléiade, de Einaudi. Si de la lectura saco algo que pueda aportar una nueva visión, enriqueciendo lo que escribió J.G.A. Pocock en El momento maquiaveliano, me atrevería a hacer una novela. Pero no sé si tendré tiempo y energías para ello.

Y ya para terminar, me gustaría saber qué libros recomendarías a nuestros lectores ¿Cuáles son aquellos que no te defraudaron y aprendiste algo de ellos?

Dos novelas: En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, y Libra de Don DeLillo.

De la primera aprendí el relato parsimonioso, que se detiene a paladear el tiempo, la observación de las vidas ajenas, sus costumbres, sus rutinas; las manías de la gente, el recrearse en el aroma y el sabor de las cosas y del mundo que nos rodea. Todo un humanismo.

Para Proust, el tiempo perdido deja un pátina hermosa y romántica, pero el perezoso discurrir del presente no desprende menor belleza, muy bien captada por Pedro Salinas en la traducción de sus tres primeros tomos, aunque yo la leí en francés, pero la degusté después en la edición de Alianza. Recuerdo además, que la obra comienza con el desvelo que le produce a Proust la rivalidad entre Francisco I y Carlos V, que le explica Éboli a Miguel en el segundo libro de Cerbantes cambista…  

‘Libra’ de Don Delillo es una de las novelas elegidas por Álvaro Espina

De DeLillo aprendí a combinar los personajes históricos con los de ficción, fundiéndolos en un mismo relato sin que el lector perciba dónde se encuentra la frontera entre la historia y la creación literaria. Y aprendí sobre todo a manejar el tiempo; a dilatarlo y a comprimirlo según la conveniencia del relato y las exigencias de la narración. No todos los tiempos transcurren al mismo ritmo, ni en la literatura ni en la vida. DeLillo es mi maestro en la administración del tiempo.

Ah!, y una obra de no ficción: El Giro, de Stephen Greenblatt, que narra el descubrimiento del manuscrito De Rerum Natura, de Lucrecio, por Poggio Bracciolini en 1417 y enuncia sus consecuencias para la creación del mundo moderno. Es un libro luminoso. Me ayudó a situar a Cervantes en la senda de los grandes humanistas italianos.

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Laura Rodríguez Durán
Laura Rodríguez Durán
Maestra de vocación y profesión a la que le encanta la literatura y poder compartir su afición con los demás a través de reseñas.

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