‘Ayer no es hoy’, el testimonio descarnado de una mujer

Ayer no es hoy. Andreia da Costa. Europa Ediciones

En un momento en el que el PSOE ha recuperado una proposición de ley para cambiar el Código Penal y provocar el desahucio de todas las prostitutas que ejercen el oficio en pisos de alquiler o locales, el libro de Andreia da Costa constituye un testimonio de valor para entender el mundo de la prostitución, y para abordar el debate de una cuestión delicada. De nuevo, la ley pretende terminar con una dedicación con la que nadie ha terminado. Y amenaza, en realidad, con llevar más dolor y sufrimiento a quienes buscan una salida a sus vidas, que suele pasar por reunir el dinero suficiente para comprar una casa, pagar unos estudios, o montar un negocio. Entender el mundo de las mujeres que se dedican al llamado «trabajo sexual» no es fácil. Requiere coraje para dejar a un lado los prejuicios ideológicos y asomarse a la realidad. Se necesita, sin embargo, bastante menos coraje y valentía de los que ha empleado esta mujer para confesar su vida e interpelar a la sociedad y al poder político desde el estigma de ser puta y, por tanto, para ellos y para el feminismo, una mujer que no tiene voz, que solo puede hablar si se declara víctima. Y Andreia da Costa no tiene ninguna intención de adoptar esa etiqueta.

Portada de Ayer no es hoy

Prostituta y madre, Andreia da Costa narra su vida en tercera persona. Ayer no es hoy comienza a bordo de un avión en el que viaja a Europa. Primer destino Francia. Andreia repasa su pasado, su infancia en Curarí Grande, en la selva amazónica, donde creció cuidada por sus abuelos. Con ocho años sufrió abusos por parte de un familiar. Nadie en su familia creyó la historia y los abusos continuaron hasta los doce años.

El largo viaje hasta Paris le da tiempo para encadenar recuerdos: deja atrás a una niña, producto de su primer amor, un muchacho que nunca la quiso y la trató con desprecio. La hija, finalmente entregada a los abuelos paternos y la desolación: «la desesperación por tener que decidir entre su hija o ella y la terrible sensación de no tener nada por lo que seguir luchando le llevaron a emprender aquel viaje en el recién estrenado año 2004». Embarcada en la aventura, a pesar de tener la sospecha de que no saldría como esperaba.

En el mismo aeropuerto de Paris encuentra a una mujer conocida. Ha viajado en el mismo vuelo. Como llevan dinero, los agentes de inmigración las dejan pasar. Cogen un taxi y a duras penas se hacen entender para buscar un hotel. Se creen libres. Horas después tocarán a la puerta de la habitación quienes las han traído a Europa. Les quedaba un largo viaje a España para trabajar en un club y pagar su deuda. Andreia da Costa se transforma pronto en Cristina. Es el nombre de guerra, el nombre en el arte de putear. Así recorre las primeras estaciones de la prostitución: la trata, la connivencia de algunas redes con los agentes de la policía, que se llevan detenidas a las que la organización ha decidido que no merecían seguir en el club. Así hasta liquidar la deuda.

La Cristina de Ayer no es hoy pagará pronto su deuda y regresará a Brasil. Pero la vida que había dejado no se parece en nada a la que encuentra. Y regresa a España. Vuelve a la prostitución, esta vez con una decisión propia, consciente de dónde va. Y su vida se va asentando en España: tiene su segundo hijo («el segundo amor de mi vida») se casa, sufre malos tratos. Es el guion de otras muchas mujeres de la prostitución. Mujeres que envían dinero a sus familias, dinero que desaparece en las manos de madres, padres, hermanos. Mujeres que cargan con el estigma del desprecio.

La protagonista del libro se asoma a las redes, lo hace con coraje. Habla de la relación con sus hijos, que conocen su trabajo. Y aprende que la sociedad que entra en los clubes es la misma que hay en la calle: «aprendió que no todos los hombres que buscan los servicios de una escort buscan lo mismo. Aquel aprendizaje se hizo aún más intenso a raíz de trabajar en aquel piso. Había hombres que pedían saciar deseos que resultaban inconfesables a ojos de una sociedad considerada normal, pero que seguro también escondían fetiches variopintos».

Ayer no es hoy es un libro necesario en el actual debate sobre la prostitución. Termina con algunas verdades que escocerán al feminismo punitivo y a los políticos moralistas: «hay personas que trabajan en esto libremente, por decisión propia» y la autora transmite la enorme inquietud que supone una ley que echa a la calle a miles de mujeres, a la inseguridad de trabajar en los parques, en camionetas, sin posibilidad de tener un sitio seguro donde ganar un dinero que no es nunca fácil. En un país serio, Andreia da Costa sería llamada por el Congreso de los Diputados para escuchar su testimonio, su opinión, su experiencia de vida, y su conocimiento sobre el mundo de la prostitución. La entrevista incluye alguna denuncia sobre la actividad de la policía.

Mar del Val
Mar del Val
Lectora desde la tierna infancia, aprecio el arte en los relatos y también la honestidad. Cautivar al lector con trampas es una tarea compleja, por eso una se siente un detective en el ejercicio de desentrañar los trucos retóricos, los falsos espejos, los fondos de ilusionista de novelistas y cuentistas. Creo que el público con el tiempo se ha hecho crédulo y poco crítico. No estamos en la vida para ser amables, aunque a nadie le amarga un dulce.

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