Bike Life. En bici por el mundo. Tristan Bogaard y Belén Castelló. Anaya Touring
La vida es una página en blanco, sin renglones ni marcas de agua. Y la aventura la hace uno mismo. Durante la pandemia hemos redescubierto la bicicleta. Las ventas de bicis se han disparado. ¿Esto es relevante? Mucho, porque ir de aquí para allá en bicicleta, como la jardinería, te cambian la forma de ver y de percibir el mundo. Como se dice en el prólogo de este libro, «sobre la bicicleta adoptarás un enfoque distinto a la hora de priorizar lo más importante en tu vida y aprenderás lo que no se puede encontrar en ningún libro». Quizá es un poco exagerado, pero contiene una alta dosis de verdad. Nos gusta viajar en bici, nos da libertad, nos exige esfuerzo, y el placer de llegar vale el doble. Hoy les presentamos a Belén Castelló y a Tristan Bogaard que han recorrido el mundo sobre dos bicicletas.
La vida en serio
Eso dicen los autores de Bike Life, que empezaron a tomarse la vida en serio. Eso significa tomar las riendas. Sí, ya sé que parece el sueño de dos niños bien. Lo cierto es que ella tenía trabajo como arquitecto en Londres. Nunca había pasado una noche en una tienda de campaña, no había muchos kilómetros en bicicleta. Si acaso algún paseo por los parques de la capital británica. Él tenía más experiencia con la bici así que optaron por unos meses en Noruega. Para probar. “Fue una experiencia increíble en un sitio espectacular. Y un gran comienzo para nosotros, que hasta entonces habíamos llevado la relación a distancia”.
Pues bien, quedó probado que podían dormir al raso sin más problemas. Es una prueba importante. No todas las parejas la superan. Luego Tristán pasó un tiempo recorriendo Inglaterra en bici, unos seis meses. Belén terminó dejando su trabajo, pidió una excedencia, entregó las llaves de su piso de alquiler y llevó el día de la aventura. A aquel primer viaje a Noruega le siguieron tres años por Portugal, las Islas Canarias, Asia Central o la costa oeste de Estados Unidos. Más de 15.000 kilómetros de experiencias que han recogido en su libro Bike Life, en bici por el mundo
El libro es uno de esos tomos que te invitan a la aventura desde la portada. Está bien contado, incluye mapas, tiene unas fotografías extraordinarias y tiene un relato. NO se trata de una guía. No vas a encontrar muchos datos, pero sí un relato detallado, informativo y emotivo de las aventuras de esta pareja. La bicicleta es ahora su estilo de vida: “Viajar en bici es increíble. La experiencia viajera es muchísimo mejor en todo momento”, afirma Tristán. Y Belén añade:“Te da toda la libertad para ir parando donde te apetezca: siempre aparecen oportunidades y cosas que jamás habrías planeado”.
La vida en la bicicleta es distinta que en coche. Si llegas a una cumbre te detienes a contemplar la vista, porque quieres descansar del esfuerzo. Vuelves a montar cuando el cuerpo lo diga. Cuando llegas a un lugar, entras de forma humilde en los pueblos. La gente tiene curiosidad por tu historia. Un viajero en bicicleta tiene una actitud distinta. Los problemas nunca llegan a los pueblos remotos a bordo de una bici.
Hasta los lugares más remotos
Y así, se puede ir hasta Kirguistán, que los viajeros llaman en su libro El jardín del Edén. Los kirguíes son un pueblo en los márgenes de la civilización y de la historia. Kirguistán es un lugar montañoso atravesado por carreteras que en realidad son pistas de tierra y piedra. Su población está compuesta en buena parte por tribus nómadas. La pareja asegura que es país más bello que han recorrido en su vida. Sin duda en ese juicio tiene mucho que ver la buena acogida que tuvieron por parte de la población.
También el paisaje de grandes montañas e inmensas praderas. Después pasaron a Tayikistán, por la Ruta de la Seda, coronando cumbres a más de 4.000 metros de altura o la serpenteante carretera desde la que se otea Afganistán. “Un país es, por lo general, lo peligroso que tú creas que es”, dicen Belén y Tristan, aunque esta es una afirmación muy discutible y no apta para para personas temerarias sin sentido de la prudencia. Hay países que son objetivamente peligrosos, lo creas o no. Hay muchos lugares mágicos en este libro que invitan continuamente a seguir la ruta de Belén y Tristan. Por ejemplo los desiertos de Fuerteventura, y los paisajes de El Hierro y del Teide. O los fiordos noruegos o los abismos de los Dolomitas en el norte de Italia.
Consejos y equipo
Aunque no se trata de una guía con información sobre dónde comer y dónde dormir, el libro si tiene muchos pasajes en los que hay consejos sobre el equipamiento que debes llevar, las rutas de carretera que debes seguir. Y muchos detalles sobre el comportamiento de los conductores. La carretera es peligrosa en la medida en que el país hay cultura de respeto a los ciclistas. También te vas a encontrar con buenos consejos sobre cómo hacer una comida sabrosa con un camping gas y unas latas, o cómo filtrar el agua de un río para evitar una gastroenteritis.
Una de los puntos que más me ha gustado de este libro es que no es idílico y no miente sobre la vida en la bicicleta. La bici es dura. No es fácil. Exige sacrificio. La aventura tiene muchos malos momentos. Hay días que no te puedes duchar, que no puedes comer lo que quieres. Y para soportar esas circunstancias no es que haya que ser un héroe pero hay que tener aguante. Te vas a encontrar mil y un inconvenientes. Que los superes es una de las esencias del viaje. Bogaard aconseja no fiarse de Instagram antes de emprender un viaje de aventura. Porque solo enseña lo bonito.
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