jueves, marzo 28, 2024

Bill Brandt, el fotógrafo que explora lo siniestro

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La Fundación Mapfre ha abierto en su sede de Madrid, paseo de Recoletos, una muestra de la obra de uno de los grandes maestros de la fotografía del siglo XX. Bill Brandt nació alemán pero se convirtió en británico. Su carrera discurre durante medio siglo en Inglaterra. Llegó al Reino Unido en una época de tensión con Alemania, que desembocaría en la II Guerra Mundial. Brandt era, oficialmente, inglés. Ocultó su origen alemán para poder vivir sin sospechas. Sus dos grandes maestros son Atget y Brassaï. El segundo es el fotógrafo que más le influyó, y como el propio Brandt reconoce en un audiovisual en la muestra, el fotógrafo al que más admira. La exposición en la Fundación Mapfre está organizada en campos temáticos: paisajes, desnudos, retratos, el «arriba y abajo» de las clases sociales en Inglaterra, y un «elogio de la imperfección» en el que se analiza su técnica artesanal de revelado.

Primeras imágenes

Bill Brandt descubrió la fotografía en Davos, durante una convalecencia. ¡Hay que ver lo que le debe el arte a Davos! Venía de una familia con poder económico. Es probable que sintiera la fotografía como una dedicación en la que un hombre tímido se podía sentir cómodo. En sus últimos años, como demuestra en el documental que acompaña a la muestra, y que pueden ver al final de este artículo, seguía siendo un hombre tímido.

Sus primeros pasos en la fotografía los da en París, como ayudante de Man Ray. El surrealismo será su primera gran influencia, interpretada a su manera. Bill Brandt no es un discípulo que compite en el seno de una iglesia (la surrealista) sino más bien un paseante en busca de belleza, de contrastes, de imágenes que despierten su deseo de narrar.

¿He dicho belleza? NO, como escribe Ramón Esparza en el prólogo del catálogo, Brandt desarrolla una estética de los siniestro, «lo que nos fascina y , con ello, produce un rumbo torcido en nuestra vida. Algo que nos atrapa sin remedio, como la serpiente que, por unos instantes, deja inmóvil a su víctima antes de la mordedura mortal».

De esa idea parten algunos elementos presentes de forma repetitiva en sus fotografías: puertas entreabiertas, espejos, habitaciones de geometría deformada por una lente gran angular. Cuenta Bill Brandt que tenía problemas de espacio para hacer algunos retratos encargados por revistas como Mad Magazine. Hasta que le recomendaron una cámara Kodak con una lente de angular amplio, 110 grados. Fue el origen de algunos desnudos que son icónicos, en los que se advierte esa atmósfera onírica tan característica de su obra.

A Brandt le interesaba solo el resultado de la fotografía. Era capaz de utilizar a sus familiares para hacer una imagen nocturna de calle inspirada en Brassaï. Una parte de sus desnudos son composiciones que tienen mucho de literario, con un significado ambiguo, que nos escapa a la vez que nos atrapa. Y en su técnica, no dudaba en utilizar todo tipo de trucos de manipulación de imágenes para conseguir el efecto que buscaba: superposición de negativos, tinta negra para ocultar un objeto, o reservas para destacar la iluminación de una zona de la imagen.

Retratos de escritores

En la muestra se exponen algunos de los retratos de escritores de la época. El de Ezra Pound, que fue uno de los primeros que hizo, y que gustó tanto al poeta que le animó a seguir con la fotografía. El de Picasso, al que retrata serio, muy serio, como a Peter Sellers. Brandt decía que el retrato es una imagen que debe durar veinte o treinta años. Y la única manera de conseguir que no envejezca es que el modelo no se ría. También está la serie dedica al ojo de grandes de las artes, Giacometti o su amigo Braque. El ojo, otro de los iconos del surrealismo, como los espejos, es en estas fotografías un elemento de una viveza eléctrica, rodeado de un paisaje viejo de arrugas.

Otra de las reglas que rompe Bill Brandt es la de la composición de los retratos. Hasta entonces se hacían en estudios, con fondos neutros o pinturas. Brandt busca el ambiente de los escritores. A E. M. Foster le retrata, con actitud ausente, en su residencia del King’s College, a Picasso en su estudio a Dylan Thomas en un bar, a Robert Graves en su escritorio. Muy pocos miran directamente a la cámara. Y si lo hacen, parecen sorprendidos por un extraño. En esa atención por las sombras y lo siniestro, hay imágenes de Londres, de noche, después de los bombardeos, que atrapan la atención con el poder de la belleza más inquietante. Como el contraste que se produce en la serie Arriba y abajo. El acceso a la clase alta y a las casas del proletariado permitió a Bill Brandt crear una serie de contrates de un gran poder analítico.

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Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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