Búscame. Gregorio Casamayor. Editorial Acantilado
Abrí la primera página de Búscame un sábado por la tarde, y el domingo, a última hora, cerraba el libro con la sensación de haber leído una gran novela, redonda, bien cuajada, repleta de buenas historias, con personajes bien construidos. complejos, contradictorios, creíbles, solitarios, dolidos, frustrados, esperanzados. De Gregorio Casamayor hablamos en Fanfan cuando publicó su novela Estás muerto y tú lo sabes. Dejamos escrito que se trata de un escritor que va directo a la herida. En Búscame su técnica es idéntica, aunque tenga una forma más persuasiva, aunque se integre en un relato más complejo, en el que varias tramas se cruzan para llegar a un punto de conexión en el que las sorpresas juegan su papel. Como en aquella otra novela, Casamayor domina la arquitectura. Y aquí la despliega con todos los elementos de una gran ciudad.
El relato arranca una noche de lluvia en Nueva York. Paul Knobel, un fotógrafo que se empeña en no salir de Nueva York, un artista cuyo único motivo de inspiración es la ciudad, su respiración, encuentra junto a una parada de taxis un diario personal. Se trata de un cuaderno mojado, apelmazado por la humedad. Lo recoge y lo lleva a su casa. Al principio lo ojea. Una frase le llama la atención. La persona que lo escribe habla de su nostalgia de un beso. Y esa frase lleva a Knobel a un recuerdo muy íntimo: los últimos días pasados con su madre, antes de morir. Su madre también le expresó el recuerdo imborrable de un beso, la nostalgia de los hechos que brillan en nuestra vida con la autenticidad que tienen los momentos inolvidables, los que nos cambian la vida.
Knobel es un tipo despegado, un bohemio que no quiere ataduras y huye del compromiso como de la peste. Vive a salto de mata. Heredó un buen patrimonio de su madre, casada en segundo matrimonio con un juez del que Paul no quiere volver a saber nada. Pero Paul gasta lo que no tiene en equipos de fotografía, pide prestado, y se entrega en manos de un grupo mafioso que le reclama deudas e intereses. Su ayudante, Rufus, es un tipo en el que Casamayor descaga la funciòn que en el teatro del Renacimiento tenían los escuderos: es golfo, cínico, de buen corazón, clasifica a las mujeres según su aparente calidad sexual y estilo, está atento a lo que su jefe necesita y no duda en sacrificarse por él cuando sabe que le van a cobrar las deudas a golpes.
Paul Knobel inicia una pesquisa para llegar hasta la autora del diario. Supone que es una mujer. Quizá porque solo una mujer tendría nostalgia de un beso, como la tuvo su madre. El relato está organizado en torno a la peripecia de Knobel para encontrar a la autora, y sobre las anotaciones que se leen en el diario. El cuaderno tiene notas y cartas de la hija de la autora, Glo. Pronto sabemos que Glo ha perdido a su marido en el atentado de las Torres Gemelas. Esa pérdida la extravía, ese dolor ha abierto un abismo en el que no encuentra sentido a la vida. Búscame es el relato de una búsqueda permanente de los personajes de la novela por recuperar el sentido de la vida.
Para Paul será un viaje hacia sus orígenes. Espoleado por el recuerdo de los últimos días de la vida de su madre, por sus confesiones sobre su propia tragedia, Paul intuye a ciegas que detrás del relato diario que contiene el cuaderno hay otros dramas, otros eres que buscan afanosamente curar heridas, entender su propia vida. Y esa historia que va descubriendo en las notas, que camina paralela a su propia introspección, le llevará a salir de su ensimismamiento. El relato gira en torno a las heridas personales, a la pérdida, a la búsqueda, y el diario psa a jugar el papel de un mensaje lanzado al mar en una botella en medio de ese océano de propósitos, riesgos y ambiciones que es una gran ciudad. Búscame es una novela sobre las segundas oportunidades, encajada de forma muy inteligente en referencias culturales tan potentes como los cuadros de Edward Hopper o las fotografías de Berenice Abbott.