Camelia Cavadia es la primera autora de la nueva editorial Omen, fundada y dirigida por Oana Mosniagu, periodista curtida en el mundo editorial español, que ahora ve cumplido su sueño de abrir un sello en España dedicado a la literatura rumana. Convencida de que en España tenemos una visión parcial de la literatura que se hace en Rumanía, Mosniagu abre el juego con esta autora que cuenta en su obra con tres novelas y un libro de relatos. Una de sus novelas, Vina (La culpa) se llevó en 2016 el premio al mejor libro debutante en el Festival du premier roman, en Chambéry, Francia. Conversamos con Cavadia en el piso 26 de la Torre España de Madrid, en un día luminoso y frío, el primer frío del otoño. Periodista televisiva, aborda la ficción. Las máscaras del miedo es la historia de tres hermanos que arrastran por la vida una experiencia de infancia traumática.
-Usted tuvo una infancia feliz, así que esta historia de Las máscaras del miedo no tiene nada que ver con su biografía
Es la experiencia de algunos niños que he conocido en mi infancia. Y son historias que siguen ocurriendo cerca de nosotros. Aunque la acción del relato lo podemos ubicar en el comunismo, creo que se trata de una historia universal que llega hasta nuestros días. Lo he visto en la vida real, y la he visto contada más de una vez. Después de la publicación del libro, muchas personas en Rumanía, especialmente mujeres, me han contado historias muy similares a la que aparece en el libro.
–Me parece un buen hallazgo el título de la novela, porque el miedo suele estar cubierto de máscaras. ¿Cuáles son las más frecuentes?
Todo el mundo que pasa por situaciones traumáticas, que se sienten avergonzados de lo que han vivido y sufrido, se esconden detrás de una aparente normalidad. Y a veces ni siquiera consigo mismos reconocen la gravedad de lo que han vivido.
-Usted es periodista, y en esta novela cumple la regla de la profesión de levantar un velo sobre una realidad oculta.
Si, creo que es necesario que se hable más de estas cuestiones. Sobre esto siempre se ha hablado muy poco. Es un problema universal, y estas personas llevan un sufrimiento largo durante su vida. Es un tema tan complejo, da tanto miedo a la hora de verbalizarlo, que nos incomoda mucho. Los demonios empiezan siempre en la infancia, y dejan su huella en el desarrollo de la persona como adulto.
-La redención tiene un gran valor en su novela. ¿Dónde encuentra el punto de apoyo para cambiar esa realidad?
Todo el relato es una lucha constante para no transformarse en lo que más ha odiado. Aunque los tres personajes hermanos viven una lucha por ser buenos y sentirse normales, y aunque esta lucha es constante, la sensación general es que están en manos de un destino que les aleja de lo que buscan, y que son incapaces de controlar. La mayoría de las veces, por el cuidado de no equivocarse, cometen error tras error, y eso les lleva a un punto en el que repiten lo que han vivido. Es la historia de la protagonista. Es ella quien intenta ser normal y no lo consigue y se aleja de sus hijos y de su marido. Ese es el drama, porque está muy tocada por lo que ha vivido. Para ella la vida es un escenario perfecto en el que no se integra. Se pasa de víctima a verdugo, y hay una línea muy fina en la que o estás por encima de los problemas o no hay salvación porque has caído muy bajo. En el momento en el que llegas a pensar que nunca vas a ser como los demás porque tu vida está marcada, ahí estás fingiendo vivir, vives con la mochila de un inadaptado. Te sientes como un advenedizo en la vida.
–¿Piensa que su novela se entenderá con facilidad por tratar un tema universal?
Me alegraría que se entendiera, pero sobre todo que las personas comprendan que existe este problema. A veces no sabemos lo que hay detrás de un comportamiento que no entendemos, y me gustaría que aprendiéramos a no juzgar con facilidad. Y que sirva como una herramienta de introspección para quien lo necesite. Y sería feliz si llega a personas que han vivido experiencias traumáticas. Y que lo lean adultos que están a cargo de niños, que los traten como merecen. Cuando escribí este libro pensé en los niños que han vivido estas situaciones. Para ellos y para los adultos cautivos de una niñez que todavía no han terminado de curar. En Rumanía ha servido como terapia y meditación.
-Ha pasado del periodismo a la novela. ¿Cansancio de la realidad o necesidad de entender el mundo?
He trabajado más en el mundo de las relaciones públicas y en la televisión. Ese es un mundo limitado, no puedes salir del guion. Pero estaba contenta porque me gustaba mi profesión y cumplía con el deseo de escribir. Pasé veintitrés años en televisión y ahí ya sabes que no tienes vida. A veces sentía que fuera de ese trabajo no era nadie. Me puse a analizar qué otra cosa podía hacer. Y me di cuenta de que tenía ganas de volver a la pasión de escribir, mi sueño de siempre. A los 44 años me puse a escribir mi primera novela. Para mí misma, sin pensar en publicar. Y era verdad: estaba escribiendo un libro. Mandé las primeras cincuenta páginas a una editorial pequeña que enseguida me dijo que querían publicarme. Pero mi marido me dijo que no tuvera prisa, que buscara una editorial grande. Le hice caso, y lo mandé a la editorial que luego me ha publicado. Y ahi empezó mi camino. Ahora ya no puedo vivir sin escribir.
-Imagino que le hace una especial ilusión inaugurar con su novela una editorial de literatura romana
Estoy muy contenta de inaugurar una editorial, espero que sea buen augurio para las dos, para mi y para mi editora, Oana Mosniagu. Pienso que he encontrado la editora perfecta, y tengo una gran suerte por trabajar con una persona que te gusta desde todos los puntos de vista.
-¿Qué deberíamos tener en cuenta de la cultura rumana que nos pasa desapercibido?
He paseado por librerías y me siento feliz de ver libros de autores rumanos muy conocidos aquí, como Catarescu, Gabriela Adameșteanu, Tatiana Țîbuleac, y creo que de alguna forma ya nos están sacando de un cierto género, un encasillamiento que tenía la literatura rumana. Hay muy buenos libros, y muy buena literatura que debe darse a conocer.