‘Carta desde Masanjia’ o el horror de los campos de trabajo en China

La historia comienza en un pequeño pueblo de Oregon, en el extremo oeste de los Estados Unidos. Julie es una madre de familia. Se prepara para celebrar el cumpleaños de su hija Katie. Va a cumplir cinco años. La fiesta va a tener un aspecto de celebración de Halloween. Al abrir una de las cajas con los adornos para la fiesta, una caja que contiene una placa hecha de material sintético, se encuentra una carta escrita en chino y en inglés. Es un papel sobado, manoseado, un «mensaje en la botella» desde los infiernos de la dictadura china.

Los campos de trabajo de China

La Carta desde Masanjia era una llamada de socorro. El texto tenía un mensaje imperativo: «Si encuentra esta carta, por favor hágala llegar a alguna asociación de defensa de los derechos humanos. Miles de personas torturadas como yo se lo agradeceremos». Estaba firmada en Masanjia. A Julie no le costó encontrar el punto del mundo desde el que había sido enviada la carta. Con la ayuda de los mapas de Google, en pocos segundos llegó hasta uno de los campos de trabajos forzados que utiliza la dictadura china.

La noticia se convirtió enseguida en portada de los medios locales. El comercio electrónico había servido como mensajero de una llamada de auxilio desde uno de esos infiernos ocultos a la curiosidad de occidente, y que para los chinos, literalmente no existen. De la prensa local pasó a los medios internacionales. Y por la FOX, los chinos del régimen supieron que un mensaje había escapado ferreo control de los guardias de la revolución.

Sun Yi, el autor del anónimo

En China, Sun Yi empezó a temer por su seguridad. Cuando la carta se hizo célebre por los medios, hacía dos años que había salido del campo de trabajo de Masanjia. El texto que había enviado no tenía nombre. Pero Sun sabía que al régimen no le costaría llegar hasta él, y pronto empezó a notar de nuevo el acoso.

Sun Yi no tardó en tomar la decisión de dar un paso al frente y convertir esa historia en un documental sobre los años que había pasado en el campo de trabajo. Fueron largos años de trabajos desde las cuatro de la mañana hasta las once de la noche, pintando lápidas como la que llegó hasta la casa de Julie. O trabajando en la confección de todo tipo de baratijas que China vende en Occidente en tiendas que compiten con precios bajos.

Una red clandestina de contactos

La operación de rodaje fue una aventura de espías. Un cineasta chino nacionalizado en Canadá, Leon Lee, se puso en contacto con Sun. Leon Lee tiene prohibida su entrada en China, desde que dirigió un documental sobre el tráfico ilegal de órganos humanos extraidos a disidentes. Para llegar hasta Sun Yi utilizó una red clandestina de contactos. Tardó tres años en establecer contacto. Primero le enseñó a manejar la cámara, a través de sesiones de Skype. Las sesiones eran encriptadas.

Letter from Masanjia es un relato detallado de las torturas, la represión y los abusos en los campos de trabajo. En esos campos se encarcela a disidentes políticos, a fieles de grupos religiosos como Sun Yi, que pertenece al grupo Falun Gong. Su número de adeptos supera al de los afiliados al Partido Comunista. Para ellos, el régimen reserva lo peor del maoismo, los campos de reeducación donde se somete a los disidentes. Si tienen oportunidad, combinen la visión de este documental con la obra de Frank Dikötter editada por Acantilado.

Letter from Masanjia (Carta desde Masanjia) va a servir para inaugurar el festival Docs el 19 de mayo y podrá verse en Filmin. Llega en un momento en el que el mundo vuelve a cuestionar el sistema chino, al que exige responsabilidades por el contagio del COVID-19. A esta exigencia de transparencia, de responsabilidad y de respeto a los derechos, China suele responder siempre con amenazas. Julie, el ama de casa que recibió la carta, llegó a conocer a Sun Yi. Los dos son el ejemplo de una comunicación entre personas que puede llegar a modificar las cosas. En este caso, a los dos les debemos el conocimiento de una realidad oculta por el ruido de la propaganda. El poder comunista chino se asienta en un capitalismo de manual y en una represión atroz de toda disidencia.

Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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