‘Chatarra’, el romance lorquiano de Daniel Ruiz

Chatarra. Daniel Ruiz. Con prólogo y dibujos del autor. El paseo editorial

Chatarra es un borbotón, una explosión, una novela corta, brutal, rítmica, poética, torrencial y cruda, una historia de muerte sin redención, una tragedia que se desarrolla en un pueblo imaginario, una ópera prima magistral. No es nueva. El paseo recupera esta novela 25 años después de su aparición. Merece la pena regresar a este texto. Comienza con una carrera. La impresión del lector, un cuarto de siglo después, es que el autor llevaba corriendo por la banda un tiempo, y salió como un galgo en el canódromo: «menudo corrió el Martinico, flechado hacia el pueblo, despavorido como iba, ni que hubiese visto a la mismísima de Regla».

chatarra

En ese primer compás, Chatarra ha encontrado su voz, y la sigue sin perder el tono hasta el final, sin dejar de incorporar voces. Martinico ha visto un vientre desnudo en el agua del riachuelo y corre para avisar en casa que hay una niña muerta entre las aguas. Y la novela arranca con esa imagen y no te deja respirar hasta la última línea.

Mientras, va incorporando las voces del pueblo, de los guardias, de la madre, del padre, del hermano muerto. Chatarra está compuesta con frases cortas, cortadas por una coma, para añadir luego otra, alguna onomatopeya, imágenes que se suceden como un flash, le dan a la novela un ritmo trepidante, una velocidad sin descanso. No hay tregua para el lector. Y los diálogos se reducen a una sucesión de voces sin la marca del guion. Tan solo un punto. El lector reconstruye en su mente la escena: «Ludivina, cara seria, la mayor de tres hermanas, mi madre murió joven, tuve que cuidar de mis dos hermanas, la responsabilidad, se entiende. ¿Qué quieres, Ludi?,¿algún recado? Si señor, ahí fuera lo llaman, es la Sole con su niño, viene muy preocupada, nosequé del riachuelo».

Chatarra está escrita de oído. Porque el autor tiene una sensibilidad especial para captar la lengua de la calle, convertirla en materia literaria. La lengua, la forma de pensar, las imágenes de un pueblo que puede ser del sur, de la Castilla de casas blancas de una sola planta, con cortinas de tiras de plástico en la puerta de la calle. La casa, el cuartel, la funeraria, el depósito donde el forense hace la autopsia, el velorio, el entierro, son los escenarios de esta novela que a ratos toma la forma de un poema, de un romance, lorquiano, porque Daniel Ruiz apela a Lorca, en las formas, en las imágenes, en los ritmos, en el contraste, en las reiteraciones. Miseria, crimen, calvario, alcohol y muerte, cabalgan en este romance que tiene la virtud de haber construido un mundo para esa escena, un escenario hecho de voces, redondo y compacto.

Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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