Chema Madoz y lo siniestro de la crueldad

Una espada de esgrima cruza en diagonal el fondo de la sala. La imagen es de tamaño mural. La cazoleta tiene escritas las horas del tiempo con números romanos. No hay manecillas. El tiempo certero se proyecta hacia adelante con un único sentido: el dramático presente. Una pareja juega con la imagen de Chema Madoz para hacer su propia versión, quizá para Instagram. Él se coloca como víctima herida por la punta de la espada mientras ella, divertida, toma una foto con su móvil. Hay en Madoz un juego que al público le gusta continuar, como cómplice, sorprendido por los hallazgos de una mente que busca prolongar el sentido de las cosas, a través de la analogía, de la paradoja, del juego de significados, o de la metáfora. Una cobra está a punto de introducir los extremos de su lengua bífida por el doble canal de un enchufe, como si fuera el lugar lógico donde depositar su extremidad.

© Chema Madoz, VEGAP, Madrid, 2021
© Chema Madoz, VEGAP, Madrid, 2021

El dolor y la crueldad. Es el hilo que cose, que une, las 73 imágenes de Chema Madoz reunidas en el Círculo de Bellas Artes. Un cuchillo envuelto en una venda que está ahí antes de la herida, una hoja de afeitar como marcapáginas, mariposas atravesadas por dardos, una araña que posa sus patas sobre las teclas de un piano. Un ojo envuelto en el celofán transparente de un caramelo, o el botón nacarado a punto de pinchar con su alfiler una córnea.

Cerebros con bombín, una máscara mortuoria que se levanta para mostrar el cráneo que contiene, tacones que pinchan una mano, un bote de colonia convertido en inyección. Madoz explora lo siniestro desde lo cotidiano, lo inquietante desde lo banal, lo inhóspito desde nuestra realidad más cercana, y lo surrealista desde el universo de lo más próximo. Al fin y al cabo, este pensador que construye o fabrica imágenes, comenzó trabajando en casa, en su taller, con lo que tenía a mano. Combinaciones de lo próximo, juegos de imágenes que parecen juegos de palabras. Por ejemplo esa cornamenta de ciervo exhibida como un trofeo del que cuelga una colección de espejos retrovisores.

© Chema Madoz, VEGAP, Madrid, 2021
© Chema Madoz, VEGAP, Madrid, 2021

El eco de todas estas imágenes está en la poesía. Muchas contienen una mueca de humor, a veces cruel, también una dulce piedad en algunas de ellas. En las imágenes reunidas hay fotos antiguas, y otras más recientes. Es el tema, el denominador común, lo que las ha reunido aquí. En la técnica no hay variación: fondos blancos o grises, blanco y negro, fotografía analógica, y una nitidez que es el contraste perfecto con esa búsqueda de lo siniestro, tan freudiana. ¿De qué otra forma contemplar ese zapato de cordones convertido en un ataúd, en un cajón frigorífico de la morgue, que contiene, a la vista, dos piernas cadavéricas?

© Chema Madoz, VEGAP, Madrid, 2021
© Chema Madoz, VEGAP, Madrid, 2021

Y surrealismo de línea clara y nítida. A Madoz le acompaña estos días en Madrid un Magritte que sigue enviando un mensaje de vanguardia, a pesar del tiempo transcurrido. Un Magritte que sigue provocando sorpresa, a veces estupor. Aunque Madoz no se incluye en el surrealismo. No es su mundo, ni su estilo, tiene elementos en común. Por ejemplo en esa cuchara brillante que proyecta sobre la mesa la sombra de un tenedor. Las cosas no son lo que parecen. O esa escalera de pared que sube hasta un espejo por el que se podría pasar al otro lado. ¿Qué hay al otro lado? Ilusión. En muchas de las imágenes de Madoz se produce el efecto mágico de la ilusión. Y de la literatura. En las imágenes hay algo de kafkiano, algo muy concreto, porque uno de los rasgos más nítidos de su estilo es la ausencia en sus imágenes de todo lo accesorio. Todo en ellas está ahí con un sentido, a su servicio.

Como escriben Juan Barja y Patxi Lanceros en el prólogo, las imágenes de Madoz tienen en sí mismas «algo suprarreal que se desborda desde su propio ser para ser algo inidentificable pero cierto, que nos llega del fondo, ¿del pasado? (y del nuestro, además, nuestro pasado) como arrastra del fondo ¿del futuro? (ya del nuestro, además: nuestro futuro) ambos tiempos (palpables: ambos modos conjugados del tiempo) …como angustia«

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Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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