Cose Nostre. Dirección: Raffaele Maiorino. Documental. Netflix
Cose Nostre es un trabajo documental de Raffaele Maiorino que busca desmitificar la mafia y mostrar el rostro en carne viva de sus víctimas. Para conseguirlo, se fija en la historia de Antonia Maria Iannicelli. Antonia es el centro del documental. Su testimonio desde la cárcel va desgranando su historia: una vida de miseria en un pueblo de la Calabria italiana, una pequeña ciudad en las montañas del interior de esa región, dominada por la Ndrangheta. Antonia cumple una condena de diez años. Desde la prisión, cuenta los trágicos sucesos que llevaron a la muerte de su hijo de 3 años Nicola, llamado Cocò, asesinado junto con su abuelo Giuseppe y su pareja, una joven de origen marroquí.
Los sucesos que narra Cose Nostre conmocionaron a Italia y allí donde llegó la noticia provocó estupor y dolor. En un ajuste de cuentas, sicarios de la mafia calabresa habían asesinado a tiros a un hombre, a su nieto y a una joven marroquí. En niño tenía tres años y le llamaban Cocò. Vivía con su abuelo materno, Salvatore Iannicelli, de 52 años, y con la novia de este, la marroquí Ibtissan Touss, de 27. Ocurrió en Cassano all’Ionio, un pueblo de 18.000 habitantes en la provincia de Cosenza (Calabria). El padre, al que el niño no conocía, y la madre, Antonia, estaban en aquel momento en prisión por tráfico de heroína.
El relato comienza con la confesión de Antonia desde la prisión. Le quedan dos hijas, y su ilusión es cumplir el año que le queda de prisión, volver a encontrar a su familia y llevar una vida tranquila lejos de Cassano. El documental nos presenta a los protagonistas de esta tragedia proyectando su imagen en las paredes de Cassano, viejas paredes desconchadas de un pueblo que dicen rico, pero en el que solo vemos la miseria física de sus calles, y adivinamos la miseria moral de una región sometida por la Ndrangheta.
No existe mafia más cruel, brutal y despiadada. Es cierto que Cosa Nostra siciliana cambió sus códigos cuando llegó el tráfico de droga y Totó Riina se apoderó del control de las familias mafiosas. Los tabúes saltaron por los aires. Pero la Ndrangheta nunca ha tenido límites en su actividad criminal. Antonia cuenta cómo fue su padre, Salvatore, el que primero la introdujo en el tráfico. Le pidió ayuda para mover un kilo de heroína, y los carabinieri la detuvieron. Fue su primera entrada en las prisiones, aunque en aquella ocasión, como menor, fue a un centro tutelado. Salió para casarse con su novio de toda la vida. Al tercer hijo el dinero ya no llegaba y el recurso fácil era volver a vender. El apellido de su padre le ayudó a encontrar un sitio en el mercado.
Antonia y su marido acabaron de nuevo en prisión, cada uno con una larga condena y tres hijos dejados en casa al cuidado del abuelo y los hermanos, porque en el documental se adivina que también la madre estaba en la cárcel. El padre, Salvatore, busca la independencia de los clanes más poderosos para comerciar. En aquel momento Cassano es el centro del tráfico de toda la provincia. Los Zingari (gitanos) que dominan uno de los barrios imponen su ley. Salvatore será asesinado junto a su nieto, Cocò y su novia en un ajuste de cuentas. Un cazador encontró los cadáveres calcinados en el interior de un coche en la periferia de Cassano. Sobre el capó, los mafiosos habían dejado una moneda de cincuenta céntimos, el precio de tres vidas en la contabilidad de la mafia. Y la duda de si el abuelo Salvatore utilizaba al niño de tres años como escudo, para evitar ser asesinado. La familia en Calabria no entiende de escudos. Un documental descarnado, con toda la crudeza de las víctimas, en un testimonio desgarrador de una fuerza conmovedora.
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