Debatir o no debatir

Cualquiera sabe que el mayor problema de un debate es que se muestre claramente que el otro sabe más que tú sobre el asunto en cuestión. Que puedes no tener tanta razón como creías. Esa actitud, en las personas normales, provoca agradecimiento al otro, porque te ha ensanchado tus entendederas. El debate tiene efectos benéficos en el que pierde y cada vez que te pones a ello, sales mejor de como entraste.

Las personas maduran cuando atienden a cuestiones mejores de lo que esperaban, se ensancha el conocimiento personal, gracias a las razones del otro, y así avanzamos hacia una mayor clarividencia, que siempre es mejor que encerrarse en uno mismo, y no escuchar a nadie.

Lo cierto es que casi todo lo que sabemos, lo hemos aprendido de los demás. Nadie nace sabiéndolo todo, y son los padres, la escuela, y lo que uno percibe de los demás que le llama la atención porque le resulta novedoso, lo que nos hace crecer. Por eso debatir con otro es mejor que no hacerlo, vivir el riesgo de tener que rectificar, atreverse a escuchar, es una gozada, porque nos hace salir de nosotros mismos, de nuestras manías o minudencias, de nuestro mundo a veces tan pequeño, siempre que sepamos reconocer que pueda haber alguien que te ayude a crecer y no creas que te lo hace para fastidiar,

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