Diario de una perdida. Margarete Böhme. Traducción de Fernando González Viñas. Editorial El Paseo
Organizado como un relato autobiográfico, el Diario de una perdida es la historia de Tthymian Frauke Katharine Gotteball contada por ella misma. Hija de una farmacéutico, Thymian pierde a su madre a los diez años. Viven en una pequeña ciudad de Frisia, en el norte de Alemania. La niña pierde a su principal protectora. El padre, viudo, toma a su servicio a mujeres que van dejando la casa, una tras otra, mientras la niña anota en su diario la perplejidad de que se marchen sin razones. Algunas con escándalo. Una de ellas, a la que Thymian tiene especial cariño, se arroja a las aguas del río.
El mundo de los rechazados
Será el inicio de una caída por el despeñadero. Thymian va de mano en mano. En todas las etapas de su vida se encontrará con alguien que la quiere utilizar, como carne fresca, como mano de obra barata. La crudeza del relato lo convirtió en un bestseller. Los lectores de principios del siglo XX se encontraron con la verdad desnuda sobre la condición femenina. Narrada con una gracia que esconde bajo la apariencia de la ingenuidad una realidad terrible.
Margarete Böhme advierte desde el prólogo que se abstengan los lectores que buscan un relato picante con detalles de factura pornográfica. No es ese el propósito. La novela persigue, al menos en sus intenciones, un afán pedagógico: «si la lectura de estas hojas, en un punto o en otro, incita a alguien a reflexionar, si hace pensar al lector que ninguna persona es más poderosa que su destino, por muy sólida y elevada que se encuentre (…) si podemos proteger mejor a nuestros jóvenes más cercanos frente a un destino como el de la pobre Thymian, entonces se habrá alcanzado el objetivo de esta publicación».
Ángel o demonio
Thymian será consciente de su situación cuando una amiga le describe el lugar que ocupa en la sociedad: «la sociedad burguesa no quiere saber nada más de usted. Para ella, está usted perdida, puede hacer usted lo que quiera, ya no la tomarán por íntegra y si alguna vez logra realmente volver a entrar en esa sociedad, vivirá con miedo y siempre caminará por la cuerda floja, balanceándose entre ser ángel o demonio».
La joven protagonista entra así en la economía sentimental de una clase social a la que se le encarga satisfacer las necesidades sexuales de hombres casados: prostitutas, amantes, mantenidas. La sociedad de la época no le concede otro lugar: «yo sé que según todas las leyes reconocidas de la moral y del orden social tengo un pasado y soy, a ojos de la mayoría de las personas, una descarriada, una paria. Pero sé también que sobre todas mis experiencias mis fallos hay una gran tristeza». La tristeza de que nadie ve en ella a una mujer infeliz: «detrás de mi culpa está la majestad de mi desgracia».
La autora, el cine y los nazis
Margarete Böhme utilizó para su novela un mecanismo novedoso: una narración autobiográfica que habría caído en sus manos, y que se publicaba con algunos nombres modificados para proteger la intimidad de algunas personas. El recurso generó una fuerte polémica. Böhme fue acusada de engañar a sus lectores con un ardid literario que daba una gran credibilidad a su historia. Pero de la lectura de esta novela se desprende una certeza: Böhme sabe construir la voz del personaje, y la va dotando de las notas y acentos que corresponde a la evolución que va de la ingenuidad a la rebeldía.
El Diario de una perdida tuvo múltiples ediciones, influyó en escritores de la época, Walter Benjamin alabó su «sano sentido común», fue reconocida por Henry Miller como una de sus obras de referencia, y fue prohibida por los nazis, que vieron en la obra de Böhme un germen de rebeldía. Böhme murió en 1939, en el olvido. G.W Pabst hizo una película en 1929 que sufrió también el zarpazo de la censura. Hoy se puede ver, recompuesta y restaurada, con la gran estrella Louise Brooks en el papel de Thymian.
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