Didier Eribon, o la autobiografía como caso sociológico

Vida, vejez y muerte de una mujer de pueblo. Didier Eribon. Traducción de Pablo Krantz. Taurus. Libros del Zorzal

Regreso a Reims. Didier Eribon. Traducción de Georgina Fraser. Taurus. Libros del Zorzal

Filósofo y sociólogo francés, Didier Eribon llegó a las librerías españolas a través de algunos libros en editoriales universitarias (Escapar del psicoanálisis. Ediciones Bellaterra) o en la colección de ensayos de Anagrama (La moral de lo minoritario. Variaciones sobre un tema de Jean Genet. Colección Argumentos) Y regresa ahora de la mano de Taurus con dos textos de contenido autobiográfico: Regreso a Reims, y Vida, vejez y muerte de una mujer de pueblo. Son dos capítulos de su historia familiar que buscan ir más allá de la propia auobiografía y convertirse en caso de análisis sociológico sobre la formación de las mentalidades de clase, sus servidumbres, las vías de escape, las formas de dominación y resistencia, y la evolución de lo que se ha dado en llamar la clase obrera. Más aún, la clase obrera vinculada al Partido Comunista francés, su evolución, y los cambios en sus patrones de voto. Los que antes votaban a la hoz y el martillo, y hoy votan al Frente Nacional.

didier eribon

Eribon es bien conocido en Francia por sus colaboraciones en la prensa nacional, sus apariciones en debates y programas culturales de televisión, por su biografía de Michel Foucault y por su obra Regreso a Reims, texto que luego fue llevado al teatro. El Regreso es el relato de la vuelta a la casa familiar. Eribon vuelve a Reims, más bien a Muizon, una barriada en la periferia de la ciudad francesa, donde ahora viven sus padres, en un modesto apartamento.

El escritor lleva décadas sin ver a sus padres. Se reencuentra con su madre, que ha sufrido por la ausencia de veinte años. Eribon solo ha vuelto cuando su padre ya ha sido ingresado en una residencia donde atienden al hombre anulado por el Alzheimer. Y comprueba que «aquello de lo que nosotros mismos nos arrancamos continúa siendo parte integrante de lo que somos». Se trata de un reencuentro consigo mismo, «con uno mismo que se ha conservado tanto como se lo ha negado». Emerge en ese reencuentro todo aquello de lo que «uno quisiera verle liberado, aunque se lo sabe estructurante de nuestra personalidad, a saber, el malestar que produce pertenecer a dos mundos diferentes, separados uno del otro por tanta distancia que parecen irreconcilialbes, pero que, sin embargo, coexisten en todo lo que uno es, una melancolía vinculada al «habitus escindido», retomando ese bello y poderoso concepto de Bourdieu».

Eribon rechaza la caja de herramientas del psicoanálisis para comprender su propia biografía. Piensa que los términos de la sociología son más adecuados. Y con ese planteamiento se sumerge en su propia vida, la de sus padres, obreros destinados a las fábricas, que tuvieron que dejar la escuela, o que apenas accedieron a las míseras oportunidades de educación que ofrecía la posguerra, y que luego serían apartados con prisa durante las primeras crisis de la industria francesa. Crece en un ambiente de identidades fuertes: ricos y pobres, burgueses y obreros, conservadores y comunistas. En su familia la obediencia es al PCF. Pero el joven Eribon se inclina pronto hacia los libros, admira a quien habla de autores que viven y escriben en Paris, descubre su condición homosexual. Y escapa. Huye para construirse a sí mismo. Se aleja de las estadísticas. En algún momento se plantea las vidas que ha apartado por exclusión: «si hubiese seguido el mismo camino que mis hermanos, ¿sería como ellos? Quiero decir, ¿habría votado por el Frente Nacional?»

Una repulsión inmediata hacia Raymond Aron

Eribon analiza los movimientos sociales, la variación en el voto, el racismo, latente o manifiesto, la escasa capacidad de la escuela para combatir contra el poder de fuerzas irresistibles, contra el orden social que actúa «tanto de forma subterránea como a la vista de todos y que se imponen contra viento y marea». Narra sus años en el instituto, su lengua de barrio obrero, de la que se averguenza, al tiempo que oculta su dirección a sus amigos, más acomodados. Siente una profunda contradicción: «cuando uno es hijo de obreros, la pertenenecia a la clase se siente en el cuerpo». Y niega a Raymond Aron, cuando este afirma que la conciencia de clase no es una realidad objetiva, mientras que la pertenencia a un grupo estratificado sí lo es. Eribon expresa algo parecido al desprecio más radical contra Aron: «un privilegiado que cree estar haciendo sociología cuando en realidad no hace sino describir su estado social. Me encontré con este personaje una vez en mi vida. Me inspiró una repulsión inmediata». Para Eribon, Aron es solo un soldado mercenario al servicio de los dominantes. Regreso a Reims relata las dos grandes trayectorias de la vida de Eribon: la de convertirse en un intelectural, la de ser gay. El relato es rico en detalles y análisis sociológico, descarnado a veces, y revela la opresión que supone no solo formar parte de la clase obrera francesa, sino de una izquierda comunista de la que, si se escapa, solo se puede hacer el viaje como traidor.

Vida, vejez y muerte

En Regreso a Reims mucho se encontrarán con historias análogas a la propia, con sentimientos similares a los que salieron de los barrios obreros de España para formar parte de la clase media profesional de los años 80 y 90 en las grandes ciudades. Quizá en el caso de Francia esas contradicciones se den con mayor acento, porque se trata de una sociedad mucho más clasista que la española. En Vida, vejez y muerte de una mujer del pueblo la identificación del lector será más cordial, más cercana al corazón, porque en este texto Eribon cuenta los años finales de su madre, su caída en el domicilio en el que vive sola, su ingreso hospitalario, su posterior internamiento en un centro de ancianos, su deslizamiento hacia la muerte. Es la palabra que utiliza la doctora del geriátrico: «las personas mayores que ingresan en el geriátrico están en peligro durante los dos primeros meses. en grave peligro. Es lo que se llama, me dijo, el deslizamiento».

Eribon evoca su vida, abandonada por su madre, entregada al servicio social, criada en casas donde sirve, sin capacidad de estudiar, con su futuro limitado por una expectativa muy baja, casada con un hombre al que no ama, amante de un hombre casado cuando se queda viuda. La madre es la lengua, y cuando muere, el autor es consciente de que dejará de escuchar muchas expresiones de un francés que ha muerto con la generación de su madre, una lengua de la que se sentía avergonzado en el instituto, un idioma que debía anular y desterrar si quería crecer en el ambiente intelectual al que aspiraba. La parte biográfica es conmovedora, pero lo más interesante está al final, cuando el filósofo ensaya una crítica de la filosofía, que siempre ha despreciado y marginado a la vejez, «viejos destinados a ser siempre una especie de categoría-objeto cuya identidad, imagen y representcion provienen de fuera y no de dentro». El libro es un homenaje y una reflexión, y una forma de dar voz a los más vulnerables y desposeídos.

Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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