Edoardo Albinati y el relato desnudo de un adulterio

Un Adulterio. Edoardo Albinati. Traducción de Ana Ciurans Ferrándiz. Lumen

Un Adulterio es una historia que se narra en presente, y que se extiende en el ámbito temporal de tres días: sábado, domingo, y lunes. Una pareja que se ha conocido hace unas semanas: un hombre casado y una mujer casada. Se encuentran en el ferry que lleva a una isla. Desde el inicio se establece que se trata de un encuentro clandestino, protegido por la discreción, ejecutado mientras los dos miran alrededor para que nadie, ningún conocido, sea testigo de ese encuentro. Es final de temporada veraniega. Las playas casi vacías. Les mueve la pasión. El relato analiza los movimientos del cortejo, dibuja la danza de la seducción con una sensualidad fuerte y a la vez contenida. El relato se despliega en imágenes. Es un relato corto, de apenas 103 páginas. Hay momentos que recuerdan a Madame Bovary, pero en la prosa de Albinati, llena de imágenes, con un esquema de fotogramas y escenas cortas, nos remite a La Aventura, aquella película de Antonioni.

adulterio

Erri y Clementina son, en Un Adulterio, dos desconocidos. Lo son desde el comienzo de la novela. Y al final siguen siendo dos mundos que no han llegado a un grado de cercanía al que se pueda llamar intimidad. ¿Qué les mueve en su traición? Albinati da cuenta de pocos hechos, los imprescindibles. Pero de pronto se para para entrar a fondo en el alma de Erri y Clementina.

Habla desde ella, desde la Clementina de Un Adulterio: “¿Quién había entrado en la vida de Clementina: otro hombre, un amante, un sustituto, una posible alternativa a su marido? O más bien una alternativa a su modo de vivir, de pensar. En el fondo, habían sido suficientes unas cuantas miradas y poquísimas palabras, y el paso fugaz de un cuerpo sobre el otro para aceptar una nueva condición, es decir, la de poder prescindir de un hombre, del amor, de la fidelidad, de la seguridad, del juramento, prescindir de todo aquello en que se funda la vida misma, incluso de sí misma, de su propio cuerpo, donarlo, cederlo o abandonarlo con el mínimo pretexto, sin dar explicaciones a nadie”.

En esa disección, Erri siente la autoestima del hombre: “estaba convencido de que las relaciones sexuales que Clem mantenía con su marido, si las había, contaban poco o nada; que en cualquier caso no podían compararse en ardor y emoción con las de sus encuentros clandestinos, que tener celos habría echado a perder sus citas futuras con Clementina contaminándolas con los dos peores enemigos del amor: el deseo de posesión exclusiva y el afán de comparación”.

Los dos se asoman en algún momento de ese largo fin de semana a un abismo, a un destino que no está marcado. Pasión y amor parecen encontrarse, pero es un espejismo, no llegan a tocarse, apenas se ven de cerca se alejan. Los dos, Erri y Clementina, se mueven impulsados por una vida que no les basta. A la pasión de un sábado sucede la incertidumbre del domingo y la profunda tristeza del lunes. Y la certeza de haber tocado la felicidad sin poder alcanzarla. Clementina dirige las maniobras de la nave de Un Adulterio en un final magistral. Nadie pierde lo que nunca ha tenido. Tan justo como cruel.

Edoardo Albinati es escritor, periodista y traductor. Su salto al estrellato literario se lo debe a su obra La escuela católica, que fue su cuarta novela. Ha sido traducida en seis lenguas. Con la escuela católica consiguió el Premio Strega, el galardón más importante de las letras en Italia. Reside en su Roma natal y es conocida su implicación en proyectos de ayuda a refugiados. Desde hace veinte años es profesor de los presos de la cárcel de Rebibbia, en Roma.

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