El deterioro de un mundo. Una travesía por Irán. Cabaret Voltaire. Traducción de Lola Bermúdez Medina
François-Henri Désérable es un joven y prestigioso escritor francés que decide ir a Irán siguiendo la ruta que 70 años antes siguió el escritor suizo Nicolas Bouvier. El problema es que Irán se halla en ebullición como consecuencia de las manifestaciones por la muerte de Mahsa Amini. Désérable recibe en el mismo avión que lo ha de llevar a Teherán una llamada del Ministerio del Interior desaconsejándole el viaje.
‘El deterioro de un mundo’ es un relato de viajes, pero también es una crónica, un dietario, un libro de historia y un libro de historias, incluso un poco de memorias.
Hay que agradecer que la escritura de Désérable es fluida y sencilla y se lee de forma agradable. Un libro denso, compacto, claro. Désérable, siguiendo el esqueleto del libro de Bouvier, ha ido podando y limpiando las aristas para concentrar el texto y que este se pueda leer con facilidad. Puede dar la sensación que es una cosa muy sencilla, pero es evidente que para conseguir esta supuesta simplicidad y agilidad hay detrás un trabajo exquisito. Además, Désérable se muestra con un fino sentido del humor que hace que en distintas ocasiones diga que solo faltaría que ocurriese tal cosa y, evidentemente, esa cosa ocurre.
El libro de Nicolas Bouvier, leído en su juventud, fue algo así como la apertura a un mundo nuevo y, tanto es así, que Désérable llegó a ir a Suiza a visitar al hijo de Nicolas Bouvier.
Nada más llegar a Teherán, Désérable se encuentra que no tiene nada para cenar y un joven le ofrece lo que él está comiendo. La recepcionista del hotel le pasa una nota advirtiéndole que ese joven es un agente del gobierno que está incitándole a la rebelión. Al día siguiente, cuando se acerca al bazar pensando que allí puede haber alguna manifestación, lo primero en que se fija es en los pies de las personas. Si llevan zapatillas, piensa, probablemente son personas contrarias al régimen se ponen zapatillas por si tienen que huir a la carrera.
Désérable realiza una serie de explicaciones sobre lo que ocurre en Irán, que no es otra cosa que el catálogo habitual de abusos de las dictaduras. La justicia como mero sistema formal, como mera teatralización y apariencia de equidad.
Viajar sobre todo es una historia, una narración, y como toda narración las hay que son originales y las hay que son estereotipadas, no importa los temas que trate si no el modo como se cuente.
En su travesía de norte a sur siguiendo los pasos de Bouvier, Désérable se encuentra con todo tipo de personajes: mulás afganos, jóvenes iraníes, un alemán que está en Irán después de que su esposa lo deje en el viaje de bodas en Estambul, un antiguo boxeador de ochenta años, un alemán que se dedica a comprar ejemplares de El Principito en cada uno de los países que visita con el sueño que un día volverá a casa y los alineará en su biblioteca, el revisor del tren que va recordando con cuentagotas palabras en francés, un enviado especial a Irán que en realidad está en París, un osteópata mecánico que tiene más de mecánico que de osteópata, el anciano que repara máquinas de coser y que se dedica a recoger cuadernos de turistas de distintas nacionalidades y que, como no puede ser de otro modo, es analfabeto y no puede leer lo que en los cuadernos está escrito.
Désérable describe una lapidación a una mujer semidesnuda, enterrada hasta el pecho a la que le tiran piedras, ni muy grandes ni muy pequeñas, para que la muerte se más lenta y dolorosa.
‘El deterioro de un mundo’ es una excelente opción, sobre todo por la delicadeza cómo está escrito, para comenzar a conocer una cultura y un país lejano y distinto como es Irán.
Finalmente, al llegar a Kurdistán, es interrogado y es expulsado del país.
En definitiva, tal y como dice Désérable: «Si uno viaja, no es para extasiarse ante otros lugares, sino para regresar con una mirada diferente».