Rodado en blanco y negro y en formato cuadrado, con tintes expresionistas, El faro de Robert Eggers transmite incomodidad y desazón
Sinopsis
En la década de 1890 dos fareros, un veterano y un aprendiz, afrontan un turno de cuatro semanas. Juntos combaten la constante tentación de dejarse arrastrar por la locura mientras atienden el faro de una isla remota de Nueva Inglaterra.
Ficha técnica
- Director: Robert Eggers
- Guión: Robert Eggers, Max Eggers
- Reparto: Robert Pattinson, Willem Dafoe, Valeriia Karaman
- País: EE.UU.
- Duración: 109 minutos
- Música: Mark Korven
- Fotografía: Jarin Blaschke
Comentario
Tras recoger el Premio FIPRESCI en Cannes, fue bien acogida en Toronto. Pasó por la sección Perlak del 67SSIFF y después por Sitges. Estrenada recientemente, he vuelto a verla no por pasión sino para evaluarla justamente. Si en la primera ocasión me dejó el regusto de un ejercicio puramente formal y de exhibicionismo intelectual. Ignoro si entonces fue el cansancio pero en esta segunda visita he podido disfrutarla.
Eggers ha hecho algunas elecciones atrevidas para su segundo largometraje. Ha optado por filmar blanco y negro y en formato cuadrado. Ambas decisiones nos transportan a los albores del cine. La fotografía es de una plástica extraordinaria y su estilo nos recuerda por momentos al expresionismo alemán. Con una composición muy cuidada, parece que estemos ante auténticos cuadros. Hay que subrayar que no es sólo bella o impactante sino que su tono refuerza la intensidad de la película.
El director ha querido sumergirnos en un mundo de obsesión, de sueños y pesadillas, susceptible de locura y lleno de misterio, tanto real como imaginario. La historia sucede entre dos personajes, en espacios cerrados y un entorno aislado. A este aislamiento se suma el rugir del mar y del viento, el tic tac del reloj, el incesante traqueteo de la máquina de vapor y el reiterado tronar la sirena que advierte a los barcos con su bramido.
En esta soledad compartida, en esta convivencia obligada, parece inevitable que se establezca una tensión entre el novato que quiere llegar a más y el veterano celoso de su conocimiento. La tensión se acumula y nos lleva a enfrentamientos cada vez mas intensos. Pero al mismo tiempo, esa soledad lleva a momentos de confidencia, de camaradería y a guiños homoeróticos.
Por la parte interpretativa Eggers saca lo mejor de sus actores. Aunque esto no nos sorprende en Dafoe, Pattinson muestra un registro y una intensidad inéditos hasta ahora. Al mismo tiempo parece haber elegido un lenguaje muy similar al que utilizarían los marinos de aquella época y región.
Los diálogos, las imágenes, todo el conjunto tiene influencia de Poe y de Melville, además de referencias mitológicas y de leyendas y tradiciones marineras. Quizá tantos guiños mitológicos y literarios sean algo excesivos y se atraganten un poco. Pero el conjunto resulta hipnótico al tiempo que inquietante. Es un cine inclasificable, se diría que es terror pero no da miedo, transmite desazón y malestar.
A pesar de sus virtudes, no parece que vaya a ser nunca material para el gran público. Aunque los espectadores pueden verse fascinados por su novedad formal, en parte una recuperación del pasado, la ausencia de una narración convencional complica su digestión a los comensales que no sean gourmets buscando nuevas experiencias.
Tráiler
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