‘El humor judío’, un asunto muy serio

El humor judío. Una historia seria. Jeremy Dauber. Traducción de José Manuel Álvarez-Flórez. Acantilado

humor judío

El humor judío es ‘el humor’. Eso sí, Dauber, después de reconocer que maneja un tema que solo puede ser definido a través de una tautología añade le pone dos condiciones: el humor judío tiene que ser creación de judíos, y el humor judío debe aludir bien a la vida judía contemporánea o bien a la existencia histórica judía. Un sujeto difícil de definir se puede medir en sus límites por el método de la acotación. Y así Dauber propone siete grandes temas o géneros de la risa judía: humor como respuesta a la persecución y al antisemitismo, humor como mirada satírica a las normas sociales y comunitarias; humor como juego alusivo, intelectual, ingenioso y libresco; humor vulgar y grosero, obsesionado con el cuerpo; un humor mordaz, irónico y metafísico; un humor que se centra en el judío vulgar y corriente y por último el humor que trata de la ambigua y difusa naturaleza del judaísmo.

Después de leer El humor judío. Una historia seria, regresé a uno de los textos más sorprendentes sobre la relación entre los judíos y el humor que es Heil Hitler. El cerdo está muerto, de Rudolf Herzog, que analiza la comicidad y el humor durante el tercer Reich. Herzog. En uno de los capítulos habla del humor y el exterminio. Y claro, cuenta un chiste, porque los chistes son para contarlos. Cuando se explican, corres el riesgo de matarlos, como advierte Dauber en la introducción.

El chiste dice así. «durante la época nazi, una aldea judía del este sufre ataques, pogromos y ejecuciones cada vez más terribles. Uno va al pueblo de al lado y lo cuenta. Entonces le preguntan: «¿Y qué es lo que habéis hecho?». Contesta: «La última vez no solo hemos rezado 75 salmos, sino los 150 completos. Y hemos ayunado como en el Día de la Expiación. «Eso está bien», le responden, «uno no puede aguantarlo todo, hay que defenderse».

Lo traigo aquí porque, como señala Dauber, una de las actitudes más comunes de críticos y estudiosos es considerar el humor como una respuesta a la persecución, como una estrategia de supervivencia. Y el libro de Dauber demuestra que, siendo eso verdad, el humor judío es mucho más amplio, mucho más vasto, mucho más rico. La ironía y el humor negro son solo dos variantes de la interminable declinación humorística de lo judío.

El humor judío y el Libro de Ester

El humor judío. Una historia seria es un libro de historia. Abarca todas las ramificaciones matices y contribuciones del humor judío. Claro que alude a Franz Kafka, a los hermanos Marx, a Lubitsch, a Philip Roth, Woody Allen, Joan Rivers, Mel Brooks, Sarah Silverman y Larry David. Pero el punto central, el más repetido, al que vuelve Dauber de forma continua y recurrente es el Libro de Ester. Quien piense que el libro es un catálogo de humoradas judías, se equivoca. En este ensayo hay mucho rigor, mucha profundidad, y un vasto conocimiento de la cultura judía. El humor judío es tan rico, variable y diverso, como lo son los judíos.

Y la gran fuente de la que emana ese humor es el Libro de Ester. Se trata de una obra que se desarrolla en la diáspora, la primera que trata de forma abierta el antisemitismo y las preguntas que derivan del acoso: ¿porqué no gustamos a otros pueblos? ¿qué nos hace distintos? ¿acaso tienen razón? es la primera obra en la que se expone la celebración gozosa y el placer cómico que causan la caída de un antisemita y la frustración del intento de persecución. Y Dauber añade. «las respuestas que una amplia variedad de autores han dado a estas preguntas se usan para lograr un incómodo efecto cómico y durante dos milenios han contribuido a la comprensión nacional e histórica en clave cómica».

Y se trata además de un libro, el de Ester, en el que no se menciona en ningún momento a Dios. «He aquí una broma muy seria», apunta el autor. Este hecho, y las consecuencias y desafíos teológicos de esta ausencia, añade, «propició la aparición del humor judío más irónico: los intentos de articular las grandes decisiones y alianzas con las tensiones y limitaciones de la condición terrenal de fundir metafísica y humanidad».

Por supuesto que Dauber señala otras condiciones de la efervescencia y la riqueza del humor judío: el ser un pueblo familiarizado con el libro, acostumbrado al debate, a la discusión, a llevarla hasta la irreverencia, a esos lugares donde el humor molesta, escandaliza. Pero hay otras sugerencias más llamativas, como esta que subraya con una cita Samson Raphael Hirsch: la aguda ironía, el ingenio judío es, tal vez, «un sello distintivo de las sociedades tradicionales para las que la divinidad es algo tan cotidiano que bromear resulta mucho menos tabú que en sociedades donde la fe es cuestionada constantemente». Ahí se lo dejo, lector. Quizá explica nuestra pérdida permanente del sentido del humor y de la capacidad de reír.

Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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