‘El pino’: historia de un adiós

El pino. José Luis Regojo. Ondina Ediciones

‘El pino’ es una novela monólogo de un profesor de secundaria en su último año de actividad docente y está escrito por José Luis Regojo, un escritor con una larga trayectoria y traductor al español de la obra del Pulitzer Gary Synder. Un monólogo que nos habla del presente, pero también del pasado de este profesor barcelonés. Un libro que ahonda en los ancestros familiares pero también en algunos de los problemas sistemáticos del sector de la educación, como es el de la burocracia que convierte a los profesores no en enseñantes sino en gestores.

el pino

Y aparece en la historia el pino, un elemento claramente simbólico en esta historia, que está plantado en el patio del instituto y es allí el lugar donde se reúnen los chicos para jugar a las cartas y donde nuestro héroe pasa los ratos de tiempo libre de su actividad diaria. Un libro en el que el destino del pino y del narrador parecen estar íntimamente relacionados en distintos momentos de la narración.

Una historia en la que narrador nos presenta Candelaria, en la isla de Tenerife, como un espacio donde él vive la naturaleza y que acabará siendo el destino elegido una vez se jubile.

Otras cuestiones que se plantean en el libro son de tipo político y desde una perspectiva de cómo mejorar la sociedad, así, por ejemplo, a lo largo de la novela no dejan de aparecer cantidades asombrosas de sustitutos.

En el libro abundan las citas de autores como Kundera, Ginsberg o Emerson dentro del cuerpo de la narración, lo cual, ligado al hecho que en el libro se recogen una serie de poemas que escribe el narrador, crea un texto de carácter híbrido.

Al ser el espacio de la novela un instituto, hay visitas de personas de distintos sectores y eso es un evento enriquecedor para los alumnos, para los profesores y, en este caso, también, a través de la narración, para los lectores.

‘El pino’ es el retrato de un personaje que se muestra crítico con la sociedad, pero que sobre todo se nos aparece ante nuestros ojos como un hombre feliz porque es capaz de disfrutar de lo que tiene, de las pequeñas cosas de la vida.

Un libro que como no puede ser de otra manera está cargado de reflexiones, como cuando dice: «Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras aguardan la gran felicidad» o «Sin adversidad no hay grandeza».

Un libro en el que también hay un lugar para el humor, como cuando parafraseando a Allan Ginsberg el narrador dice: «He visto las mejores mentes de mi generación destruidos por la burocracia, quemadas, huyendo de la inspección».

Y me despido con dos citas que recoge el libro: «Los funcionarios son como los libros de una biblioteca, los que están en los lugares más altos son los que menos sirven» (Mason) y «La vida solo se comprende mirando hacia atrás, pero solo puede ser vivida mirando hacia delante» (Kierkegaard).

Josep Masanés
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Escritor. Menorca es mi mundo, San Luis su capital. Me gustaría ser un epígono del rey de la vajilla. Pero va a ser que no.

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