El Reino Unido explicado por Burns Marañón

Historia mínima del Reino Unido. Tom Burns Marañón. Editorial Turner

reino unido

Reconozco, de entrada, que la fórmula de Turner para editar en «historias mínimas» grandes cuestiones de la actualidad me parece un acierto. En estos tiempos en los que predominan las impresiones en forma de mensajes de redes, hacer coincidir el mínimo texto con la máxima calidad para abordar cuestiones complejas es un ejercicio que el lector, al menos el que esto escribe, agradece. Ofrece una visión a vista de pájaro, pone los acontecimientos recientes, como el Brexit, en una perspectiva histórica que los ilumina, y conecta la historia de la nación con la red de acontecimientos y circunstancias determinantes para comprender las decisiones que han hecho girar la historia. El libro de Burns Marañón sobre el Reino Unido nos permite, por ejemplo, entender el Brexit con más precisión que la lectura de la actualidad más inmediata.

El Reino Unido nunca tuvo una vocación europeísta. Más bien alimentaba una visión global. De Gaulle no se equivocó cuando les negó la entrada en la Comunidad Europea. Los conocía bien. Lo excepcional no es el Brexit sino la entrada del Reino Unido en el club europeo, en el que siempre estuvo incómodo y con ganas de ir «a su aire». La del Reino Unido es una historia llena de leyendas y también de paradojas. Una de las primeras del libro es la del legendario Ricardo Corazón de León, «un mal hijo, un mal marido y un mal rey para los ingleses que abandonó y extorsionó con su afán guerrero. A pesar de todo ello fue un mito que representaba las virtudes caballerescas». Sin embargo, su hermano Juan, el célebre Juan sin Tierra, un tipo «rematadamente malo», jugó el papel de ser el «catalizador de lo más preciado del excepcionalismo del Reino Unido, que es la libertad garantizada por un pacto constitucional».

El gran acontecimiento que perfila la excepción británica será la llamada Revolución Gloriosa de 1868, cuando desembarcan en las costas de Inglaterra Guillermo III, su corte de la casa real holandesa de Oragne, su mujer María, hija protestante y heredera de un rey católico, el Estuardo Jacobo II. Fue una invasión amistosa. El «invasor» y las élites inglesas «compartían la misma hoja de ruta: el predominio de la Iglesia reformada y el respeto al Parlamento». No hubo ruptura. Los ingleses y su Parlamento recibieron al holandés como el garante y protector de las libertades constitucionales y de su fe protestante.

Esa tradición explica que la independencia de las Trece Colonias (los actuales Estados Unidos de América) se hiciera sin grandes traumas. Primero, porque la causa de la secesión era la de la libertad y la tolerancia. Así lo entendió Edmund Burke, la figura más señera del conservadurismo liberal británico y miembro de la Cámara de los Comunes. La guerra fue dura, «pero no impidió una «relación especial» entre los dos países. Al fin y al cabo, ningún rival imperial le había desposeído al Reino Unido de sus Trece Colonias».

El siglo XX en el Reino Unido es el de la decadencia. Se libraron de las revoluciones, los conflictos internos y las dictaduras que sufrieron otros países cercanos, pero se inició lo que el autor llama «una inexorable pérdida de autoestima nacional y de poder global». Una corriente que desemboca en los inicios del siglo XXI, cuando «los británicos, insatisfechos con su lugar y su papel en el mundo, sufrieron un ataque de nervios colectivo y su depresión existencial desembocó en el abandono de la Unión Europea». Y se produce, por vez primera en la historia del Reino Unido, el debate sobre el «qué somos y a dónde vamos», que es el deporte nacional de los intelectuales, por ejemplo en España.

La paradoja, otra vez la paradoja, es que la institución que mejor ha resistido los embates es la Corona. Cuando se acerca el final del reinado de Isabel II, el lector tiene la certeza de que su muerte no cambiará en nada el Reino Unido, tan apegado a sus tradiciones, tan seguro de su excepcionalidad, tan devoto de sus rituales, tan seguro de una historia asimilada e interiorizada, que Tom Burns narra con maestría en la síntesis, y con la ventaja, para el lector, de tener a la vez una perspectiva británica y una española. Es la historia de un ocaso, el de un viejo guerrero, que lucha por encontrar su lugar en el mundo para desarrollar «sus incuestionables energías y sus habilidades emprendedoras».

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Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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