El Adamant es un centro único. Una estructura flotante ubicada en el Sena en el corazón de París, acoge a adultos que padecen trastornos mentales, ofreciéndoles el tipo de atención que les ancla en el tiempo y el espacio y les ayuda a recuperarse o mantener el ánimo. El equipo que lo dirige, se enfrenta a la deshumanización de la pisquiatría. El documental fue premiado en el Festival de Berlín de 2023 con el Oso de Oro, y en Francia fue nominada como mejor documental en los Premios César. Nicholas Philibert retrata el día a día de esta institución en un documental lleno de empatía, cercania, y ternura.
Se trata de uno de los documentales del año. Los aficionados al género y los interesados por el tratamiento de las enfermedades mentales lo pueden ver en Filmin, quizá la plataforma que mejor trata el cine documental. El trabajo de Nicholas Philibert retrata el día a día de una institución que se encarga de la salud mental de varios distritos de París. Conviene advertir que En el Adamant es una pieza de un puzzle más complejo, que se completa con otras dos entregas, tituladas Averroès et Rosa Parks y La Machine à écrire et autres sources de tracas. Con esta trilogía, Philibert traza la cartografía de un sistema que se encuentra siempre a punto de colapsar.
Los tres documentales tienen estrategias de aproximación diferentes. En el primero, En el Adamant, Philibert se detiene en la experiencia de algunos pacientes que visitan este centro de atención psiquiátrica instalado en un barco fondeado en el Sena. Recoge así algunos monólogos en los que se despliega el punto de vista del enfermo, la vida personal de cada uno de ellos, su biografía. El documental avanza en círculos y los personajes van abriendo su vida en la medida en que cogen confianza con la cámara. Philibert pone también el foco en reuniones de gestión del centro. Recuerda a la técnica de Frederick Wiseman: la cámara es testigo y nos permite el «estar ahí» mientras suceden las cosas. A diferencia de Wiseman, Philibert no rechaza los planos en los que los testigos hablan con los operadores, mientras que Wiseman es una presencia ausente. También son distintas sus técnicas de montaje. Wiseman coloca estrellas a las escenas para luego ordenar el relato. Philibert improvisa a menudo, construye el relato sobre la marcha.
El resultado es un documental que interpela al espectador. Philibert subraya las debilidades que todos tenemos en común con los internos: los miedos, las angustias, las debilidades que todos compartimos. Si en En el Adamant se detiene en la biografía de los personajes, en Avèrroes et Rosa Park pone el foco en ls entrevistas entre los enfermos y los psiquiatras, en esa parte de la medicina que deja un lugar a la palabra. En La Machine à écrire et autres sources de tracas el relato parte de uno de los pacientes del Adamant. Patrice es poeta. Todas las mañanas llega al barco/hospital y escribe a mano un poema en versos alejandrinos. Luego vuelve a casa y lo pasa a máquina. Tiene una vieja máquina de escribir. Un día la máquina se avería y Patrice tiene un ataque de angustia. Patrice recurre a un grupo de jóvenes voluntarios que arreglan aparatos estropeados. Pero los jóvenes, generación digital, no saben qué es una máquina de escribir, nunca han visto un artilugio similar.
Nicholas Philibert se reconoce en una entrevista en Cahiers du cinema (abril 2024) como un «falso optimista: el mundo es un lugar muy oscuro, y para sobrevivir me tengo que colgar de personas que intentan construir. No por un falso sentimiento angelical sino por necesidad, por resistir, porque conozco bien la barbarie de la que son capaces los humanos». En la trilogía sobre la institución psiquiátrica Nicholas Philibert se asoma a la frontera, al lugar donde las personas buscan el sentido de la vida que han perdido.