‘Entre los muertos’, de Stanislaw Lem: la vida en la Polonia ocupada

Entre los muertos. Tiempo no perdido, 2.  Stanislaw Lem.  Traducción de Abel Murcia y Katarzyna Motoniewicz. Editorial Impedimenta

Stanislaw Lem (Leópolis, 1921) publicó este libro, segundo de la Trilogía Tiempo no perdido, en 1949, pero con posterioridad prohibió que se volviese a publicar por razones de censura. Sin embargo, los estudiosos consideran que era más por una cuestión de esconder su origen judío, hecho que le podía dar problemas en la Polonia comunista.

entre los muertos

Entre los muertos es una historia profundamente autobiográfica y muy dura, donde Lem se muestra no solo como un gran narrador sino como un poeta, un hombre lleno de ideas y un filósofo. Una escritura excepcional. Un escritor famoso por sus novelas de ciencia ficción, aunque en realidad en muchas ocasiones lo único que hacía era hablar de sí mismo y de su vida. 

         La historia no puede comenzar peor. Nace nuestro héroe y fallece la madre y, al poco, la miseria acaba con el padre. Karolek, nuestro héroe, va a vivir con un cura, donde descubre las matemáticas gracias a un afortunado accidente con unos arenques que son envueltos en unas hojas de un manual de matemáticas universitarias. Es 1942 y entra a trabajar en 1942 en una empresa que, para entendernos, es algo así como la de La lista de Schlinder. Y aquí conocerá a quien será su Pigmalión, un profesor universitario. La figura del joven huérfano, genio de las matemáticas, le sirve al autor para hacer una serie de interesantes reflexiones sobre qué hace el comunismo con los seres humanos sobresalientes.

         Lem es un escritor que se esfuerza por explicarnos cómo funciona el mundo, el porqué de las acciones de los hombres, de cómo los listos vencen a los inteligentes, los que actúan a los que dudan. Lem se muestra preciso a la hora de describir las acciones que definen el alma humana, de la avaricia, por ejemplo, de cómo los vecinos hurtan a los judíos todos sus bienes alegando que se los van a cuidar.

Lem es muy bueno en las descripciones, en definir las características físicas de los personajes. Cada uno de ellos tiene unas características distintas pero definitorias, y hay decenas de descripciones en el libro. Lem es como un hábil caricaturista que es capaz de describir a un individuo con unos pocos trazos y hacer que cualquier persona pueda verlo. Asimismo, la novela contiene diálogos profundamente filosóficos junto a escenas de profundo humor negro. 

Lem se muestra un maestro en la descripción de la burocracia de la muerte, del sadismo de la policía, de los negocios ilegales que se llevan entre manos. 

Sobre el tema del Holocausto se pasó un velo de silencio y todo el mundo se hicieron los tontos, como si nadie supiese nada sobre lo que estaba ocurriendo, ni en Londres ni en los lugares donde ocurría. Quizás había quien no quería ver, pero Lem no está de acuerdo con esta afirmación y nos muestra como, cuando detienen a uno de los personajes principales, los niños no dejan de reírse de él y llamarle judío. No saben cuál sea el destino, pero saben que no va a ser nada agradable y eso también muestra la crueldad del ser humano encarnado en aquellos que consideramos como los seres más ingenuos y angelicales: los niños. 

En la novela se describe a un niño revoltoso que pone en peligro la vida de sus padres por no saber callar y eso pone de manifiesto lo extraordinariamente complicado que era salvaguardar o ayudar a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Es cierto que había mucha gente que hacía como que no veía, para lo bueno y para lo malo, pero basta con que haya alguien malvado para que se vaya todo al traste. Porque siempre hay gente que se da cuenta de las cosas. 

Lem nos muestra la distinta percepción que tienen los que son detenidos por formar parte de la resistencia, y que, por tanto, son conscientes de lo que les espera, de aquellos que simplemente son detenidos por ser judíos, que están anonadados por el hecho de que ocurran cosas que no deben ocurrir y que siempre tienen un poco de esperanza

Como decía al principio, la novela es dura. Uno no sabe qué hacer con tanto dolor y con tanta maldad estúpida. La novela cuenta unos hechos terriblemente trágicos, enormes, sin embargo, los cuenta un poco como lo habríamos vivido de estar presentes, es decir, las cosas van cada vez peor hasta que un día todo termina.

Josep Masanés
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Escritor. Menorca es mi mundo, San Luis su capital. Me gustaría ser un epígono del rey de la vajilla. Pero va a ser que no.

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