‘Eros y política’ de Juan Abreu, o el reino de los pichacorta

Eros y política. Juan Abreu. Prólogo de Cayetana Álvarez de Toledo. Editorial Alegoría.

eros y política

Hubo un tiempo en el que la risa era cosa de la izquierda. La irreverencia también. Eso ha terminado. Abreu le ha puesto un punto a esa tradición. Y uno piensa que esta ruptura, este cambio de guardia, tenía que venir de Cuba, donde el comunismo es un chiste amargo, donde el humor es un sucedáneo de la comida. Los cubanos no comen, pero al menos tienen la risa. Tenía que ser un anticomunista, hijo de la tradición que establecen Reinaldo Arenas o Cabrera Infante, el que le pusiera sexo y chiste a nuestra vida política. Abreu es de los míos. Y no lo digo en el sentido político sino en el sexual, cuando escribe que «sin culo no hay sexo, ni vida inteligente, ni vida». Abreu entra en la política española con el animus jocandi más salvaje y literario que se ha visto por aquí desde hace siglos. Y entra sin complejos.

Eros y política de Juan Abreu está editado por una editorial muy seria, que hace libros de texto, manuales de retórica y obras de pensamiento. Y está bien, porque el humor es y debe ser tratado como una cosa muy seria. Del comunismo latino aquí hemos recibido mucha basura ideológica, ya era hora de que nos llegara el humor ácido y disolvente. Abreu lo aprendió, seguro, en las cartillas de racionamiento y en los discursos de Fidel, en las arengas del Che, en el rugir de las tripas, y en compañía de Arenas y de Zoe Valdés, esa Zoe que cuando en las filas de las juventudes comunistas los jefes gritaban «¡queremos ser como el Che!» ella contestaba sin dudar: «asmáticos». La risa como reducción al absurdo del comunismo, que es un absurdo, además criminal.

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Juan Abreu

Del culo dice Abreu que es gran problema político de Pablo Iglesias, que no tiene culo, y es un problema grave: «todos sabemos que las últimas generaciones de cubanos, el llamado hombre nuevo cubano, ha mutado hasta tener dos culos, uno donde lo tenemos todos y el otro donde el resto de los mortales tiene la cara, es una mutación crucial; de otra forma no podrían sobrevivir a una dictadura fálica como la castrista. Para sobrevivir al castrismo hacen falta dos culos. Mutar o morir».

En Eros y política Abreu celebra muchas cosas. La primera el sexo como algo divertido, también como una forma de ser y de aparecer. Pero también el derecho a ofender y a ser ofendido. La nómina de los ofendiditos se va a multiplicar por cuestiones que tienen que ver con la picha o con la naturaleza porcina de algunos políticos. El sexo es libertad. Tiene sus riesgos: si hay uno del que conviene estar prevenido es de la presencia en la política, y en la viuda en general de los pichacorta.

Sexual y libre

La risa es sexual y libre. Abreu está en la tradición del Arcipreste de Hita, en la prosa colosal de Quevedo, en la de Cela. Decía Reinaldo Arenas, y lo recuerda Abreu, que los escritores no han venido a este mundo a respetar. Para conseguirlo, Abreu maneja una literatura muy creativa de términos nuevos, muy sensual, una prosa golosa en la que se le nota que se refocila, verbo viejo y un poco cerdo, pero es que Abreu, sospecha el lector, que escribe como come, quizá escribe como folla. Y le gusta, lo confiesa, que después de un festín de carne viva le llamen cerdo, en sentido sexual, por supuesto: el que hoza y se revuelca sin pecado de culpa, sin pecado concebido.

De Alfonso Guerra dice que «amén de su fealdad de nacimiento padece un exceso general de hueso y pello, lo que a las mujeres no suele resultarles atractivo«. De Almudena Grandes cirá que es una mujer «inversamente proporcional o de tensión erótico-espacial decreciente». Si se quita la chaqueta «nuestro pito debe estar a no menos de cinco metros de la susodicha. Si se desprende de la blusa, pues lo recomendable es que nuestro pito se encuentre como mínimo a diez metros».

De García Page dirá que es el «único macho porcino de la política española». Y a López, Patxi, le entra por la duda: «¿Consigue follar López? ¿Hay alguna mujer u hombre capaz de enfrentarse sin asco a la ventosa llena de afilados colmillos que tiene López por cara? No lo sé. La gente se folla cualquier cosa. Y si esa cosa tiene poder y dinero, qué les digo. Follar es como comer, no me canso de decirlo, y cuando se tiene mucha hambre…..»

Hay para todos, de todos los partidos, de todas las ideologías, y de los oficios públicos: políticos, periodistas, escritores, y hasta un post mortem para Dolores Ibarruri, bruja funesta y fatídica, «cagarruta gigante, arpía estalinista, el rostro ave rapaz, la yegua siniestra y la abuela personaje de Günter Grass que permite maniobras eróticas bajo su falda y vomita vaginalmente en cinco minutos un pequeño y ya asesino komsomol, que brama: ¡No pasarán!»

Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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