Llego con los deberes hechos y Erri de Luca me pregunta con ironía si ha sido difícil el deber de leer el libro. «Piacevole», contesto. Más que agradable. A tamaño natural es un libro bello, con una belleza clásica, antigua, escrito en una prosa mínima, precisa, intensa. Un libro raro, porque no existe un género que lo contenga. A medias entre el ensayo y la autobiografía, entre la exégesis de la historia bíblica y la memoria. Todo gira en torno a la paternidad. Los casos que describen son tensos. Chagall hace cuentas con su padre, al que de alguna forma ha traicionado. Isaac obedece al suyo, Abraham, con una obediencia radical. Erri de Luca evoca el padre propio: «no me redime que mi padre muriera en la casa en la que vivo. No me redime el que lo haya cuidado. Yo tengo mi parte del desgarro de Abraham con el suyo. Él fue convocado por una voz, a mí me alcanzó la llamada de una generación». Erri de Luca está en España para el Festival EÑE 2022. Acaba de publicar en español A tamaño natural (Seix Barral)
-Mi primera impresión es la de un libro contra el tiempo, un libro que indaga en una relación paternofilial antigua, arcaica, distante de las relaciones que hoy se establecen entre padres e hijos
Erri de Luca.- La relación entre padres e hijos ha perdido autoridad y capacidad de ejemplo. Pero no lo puedo asegurar porque no soy padre. Pero son impresiones. no puedo verificarlas por mí mismo porque no soy padre. Yo me he quedado en hijo.
-En el punto de partida, en el primer relato, Marc Chagall y Abraham entrelazan sus historias en la distancia de los siglos
El inicio de estos relatos es un cuadro de Chagall que es mi pintor preferido. se trata de El padre, pintado en 1911. Lo encontré en un museo que me había pedido que escribiera sobre una de las obras colgadas en sus salas. Y allí lo encontré. Aquel cuadro me llevó a todos los relatos que integran A tamaño natural.
-¿Y qué ve en El padre, de Chagall?
Hay una voluntad por su padre de arreglas cuentas con su padre. Imagina tenerlo delante, y establece esta conversación en la distancia, buscando reparar el desgarro de su desobediencia. Chagall era el primogénito de una familia con muchos hijos. Su padre era un pobre comerciante de arenques, que necesitaba la ayuda de su hijo. Y sin embargo permitió que se fuera a San Petesburgo para hacerse pintor. Y muchos años después, en la distancia de París, Chagall recupera su figura con ese negro profundo e intenso y ese brillo de salmuera que era el olor de su infancia. Parto de ahí. Y he puesto al lado la más extrema relación entre padre e hijo, que es la historia de Abraham e Isaac. Con la particularidad de que Abraham es un viejo e Isaac es un hombre joven, fuerte como un toro, que lleva al hombro toda la enorma carga de leña que se necesita para encender la hoguera y realizar el sacrificio. La sube hasta la cima de la montaña. Isaac podría rebelarse contra su padre. En lugar de hacerlo, con una extrema obediencia, honra la palabra que Abraham ha recibido de la divinidad, y colabora en el vínculo con lo divino. Isaac y su padre están unidos para siempre con esa atadura.
-Y usted añade su relación con el padre.
No estaba previsto, pero lo he añadido. A diferencia de Chagall, mi padre no me permitió irme de casa. Vivió mi fuga como una traición, como un luto. Mi madre me contó que la noche que supo de mi fuga, mi padre se quitó la chaqueta y se desgarró la camisa. Es un gesto judío de luto. En la vida sucede que a veces hacemos gestos que son ritos antiguos sin saber que lo son. Mi padre sintió la traición. Yo me he metido en la sombre del relato de Chagall. Mire, en la relación con los padres lo más importante no son lo que nos dicen sino los ejemplos que nos dan. Actuamos de una manera u otra porque ellos lo hicieron así. Y una cosa que yo les agradezco a mis padres es la enseñanza sobre el dinero, sobre la absoluta insignificancia del dinero. El dinero no es un argumento. Es importante pero no es un argumento, no se habla de dinero. Se tiene o no se tiene pero nunca es un argumento de discusión.
de mayo del 68 no queda nada: un agujero, un vacío que pronto se rellena con la arena de la playa. Pero para nosotros que hemos atravesado aquel tiempo, queda el hecho de que no podíamos actuar de otra forma
.-En uno de sus relatos habla de la cárcel, y se dirige a la madre, a su madre
La cárcel pone a dura prueba la relación entre los padres y los hijos. Es una relación de separación pero también es una alianza que se fortalece, si el padre acepta la pena que sufre el hijo. Formo parte de una generación que ha estado encarcelada por motivos políticos. Los que más han sufrido la pena de la cárcel son los padres, que han tenido que ir a buscar a los hijos a cárceles lo más lejos posible, sometidos, sin tener que ver con ello, a humillaciones que eran un suplemento de sufrimiento para la familia. Esa prueba ha hecho la relación más profunda. Parto de lo que me contó una reclusa, que sale con un permiso para asistir al funeral de su madre, y que expresa, de forma imprevista, la gratitud hacia su madre, por haberle permitido esa salida al aire libre.
.-¿Qué queda del Mayo del 68?
Nada. He utilizado la imagen del agujero que queda cunado se retira la sombrilla de la playa: un agujero, un vacío que pronto se rellena con la arena de la playa. Pero para nosotros que hemos atravesado aquel tiempo, queda el hecho de que no podíamos actuar de otra forma, así que solo puedo ser leal con las razones de mi juventud.
-¿Le preocupa la Italia de hoy?
No todavía. En Nápoles se dice que «la prima barba el primer corte». Nada más empezar, Meloni se ha cortado la cara, ha tenido este encontronazo con Francia. Es una alianza que se basa entre personas que se odian unas a otras, que es una cosa muy propia de la política italiana, este efecto sentimental de la política. De mmento me divierto.
-Su más reciente libro, Spizzichi e Bocconi, es un libro de cocina
Es un libro de mesa, no de recetas. Es una especie de autobiografía alimentaria, con intervenciones de un biólogo nutricionista que explica qué papel juega el alimento en nuestra vida, y qué deberíamos comer. He partido de las experiencias alimentarias de la infancia. Tengo las papilas gustativas del 1900. Creo que la memoria tiene sede en las papilas gustativas y en la nariz. Cuando recuerdas un sabor recuerdas toda tu historia. El aroma más importante para mí es el de la albahaca, y el del ragú que hacía mi abuela, y es un aroma que es imposible de encontrar. Aquellos ingredientes ya no existen. la carne de entonces era la carne que se descartaba, que se vendía por pocol, y ese era el ingrediente más importante del ragú
-El próximo libro
Se llama Las reglas del Shangai, ese juego con los palillos colorados, que en español se llama Mikado. Lo acabo de entregar a Feltrinelli.
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