‘Grand Hotel Europa’, el amor en tiempos del turismo de masas

Grand Hotel Europa. Ilja Leonard Pfeijffer. Traducción de Gonzalo Fernández Gómez. Editorial Acantilado.

Grand Hotel Europa es una novela sobre el peso del pasado en el presente y el futuro. No solo en la vida europea, sino también en el amor. Un escritor, el propio Pfeijffer, se refugia en el Grand Hotel de un lugar innombrado para escribir las memorias de su amor fracasado con Clío, una joven experto en arte, sobre todo en la pintura de Caravaggio. En el hotel habitan una serie de personajes estrambóticos: una poetisa francesa, feminista rabiosa, un griego sanchopanzesco, un sabio erudito, un mayordomo, Montebello, depositario de la memoria del lugar, y una antigua propietaria que se esconde en la habitación número uno del hotel. Vieja propietaria, porque el hotel lo ha vendido a mister Wang, que es un chino muy consciente de que el negocio de los viejos hoteles europeos está en los clientes asiáticos, en los chinos, sobre todo.

Grand Hotel Europa tiene más de seiscientas páginas de una prosa rabelesiana, irónica, llena de humor y de un erotismo de corte clásico. También tramos en los que Pfeijffer no duda en hacer excursiones por el ensayo cultural, la biografía de pintores, o el reportaje. Todo mezclado, superpuesto en varias tramas, convierten esta novela en un ejemplo de género híbrido que combina acción con historia, intriga con información, reflexión y debate. Pfeijffer en la novela es el propio Pfeijffer, un tipo culto, indolente, contradictorio, al que le gusta vivir bien, vestir bien y jugar. Un turista al que no le gustan los turistas. La vida de Pfeijffer es un juego en el que explora las posibilidades que la vida le presenta. Y la vida le pone al lado a Clío (el nombre de la musa de la historia).

Y Venecia es la gran metáfora del libro, una ciudad esclava de su pasado, que vive de su gloria histórica mientras se hunde, invadida por vándalos europeos y masas de chinos. El autor recuerda su amor con Clío, una chica de buena familia. La conoce en Venecia, donde la joven es secretaria de un mercader de baratijas con aspecto de antigüedad. Un nuevo trabajo le lleva a Venecia, y Pfeijffer la sigue. Allí comienza el juego de averiguar donde está escondida la pintura de María Magdalena, el último cuadro que habría pintado Caravaggio antes de morir (o antes de ser asesinado)

Mientras recuerda sus amores, sus viajes con Clío a Malta o a le Cinque Terre, Pfeijffer anota sus relaciones con un equipo de holandeses que prepara un documental sobre el turismo. Viajan por Europa para localizar pueblos invadidos por el turismo, al tiempo que buscan subvenciones para que la fiesta les salga gratis y les quede un poco de dinero para seguir tirando hasta el siguiente proyecto. La descripción que hace el autor sobre esta especie de genios de la cultura que viven del dinero público es desternillante. las páginas que dedica al turismo de masas y a la condena que supone para pueblos de la costa como los de le Cinque Terre, en la costa italiana, es de lo mejor que se puede leer sobre la crisis que supone el turismo masificado.

La tercera trama nos sitúa en el Grand Hotel Europa. La vieja cultura europea se encuentra con el pragmatismo chino o con la fría frivolidad de los americanos. El feminismo de Adela, la poetisa francesa, se disuelve en cuanto encuentra un macho de arpón desmesurado que la empotre. Pfeijffer siente una cercana simpatía por Abdul, un joven africano que llegó en patera hasta las costas de Italia, como si fuera el protagonista de una nueva Eneida, y por Montebello, el viejo mayordomo que encarna los valores de la elegancia y el estilo europeos, en plena decadencia.

La decadencia del Grand Hotel Europa

La tensión entre el pasado y el futuro es una constante en la novela. El protagonista terminará por fracasar en su amor por no poder desembarazarse de su pasado, mientras Europa languidece y se convierte en el parque de ocio de los chinos, que buscan autenticidad, al tiempo que la matan con la invasión de las ciudades. Pfeijffer es también muy crítico con el multiculturalismo. En un pasaje de la novela, dos turistas holandeses cuentan cuanto respeto les merece la sesión de un tribunal en oriente medio que condena a un violador.

Grand Hotel Europa es provocadora, festiva, jovial, irónica, cómica, erótica y crítica, a veces desde la caricatura. El único que le encontramos es que quizá le sobren cien páginas. Hay pasajes en los que se reflexiona sobre el turismo que son repetitivos, y otros que podrían haber contado lo mismo con una elegante economía de lenguaje. Pfeijffer es de verbo exuberante, barroco, incontenible. El final consigue reunir en una sola pieza casi todas las tramas de la novela, pero un poco más de contención, un trabajo de limpieza del autor, o del editor, habría permitido al lector llegar al término de la novela sin fatiga.

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Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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