El verano es sinónimo de sol, playa, cócteles, y noches largas; es esa sensación continua de tener la arena entre los dedos y el sol calentándote la piel. Pero luego… llega el otoño y con él, la piel parece más seca que un desierto. Entre el sol, la sal del mar, el cloro de las piscinas y hasta el sudor, es común que cuando llega el otoño, nuestra piel grite ¡auxilio! ¿Te suena familiar? ¡No te preocupes! Te contamos cómo puedes darle a tu piel el cariño que se merece y devolverle ese brillo que quizás perdiste en vacaciones.
Paso 1. Adiós células muertas
Después de todo ese tiempo expuesta al sol, la piel suele acumular células muertas. Y lo peor es que pueden hacer que se vea opaca, sin vida y, a veces, hasta un poquito áspera. Aquí es donde un buen exfoliante facial puede ser tu mejor aliado.
No necesitas nada súper caro ni complicado. Una buena opción es usar un exfoliante suave, de preferencia con ingredientes naturales como el azúcar o la sal marina, una o dos veces por semana. La clave es hacerlo de manera gentil, sin frotar como si estuvieras limpiando una sartén. Lo ideal es masajear en movimientos circulares para activar la circulación y darle a la piel un empujoncito en su proceso de regeneración.
Paso 2. Hidratar como si no hubiera mañana
Tras el verano, la piel suele estar más seca y deshidratada. Así que, la hidratación es fundamental para devolverle la elasticidad y suavidad que necesita. No solo debes centrarte en productos tópicos, también es importante una correcta hidratación interna bebiendo suficiente agua a lo largo del día.
Para hidratar externamente, es recomendable optar por cremas y serums que contengan ingredientes como el ácido hialurónico, que ayuda a retener el agua en la piel, y la vitamina E, conocida por sus propiedades antioxidantes.
Si buscas una crema de alta calidad que combine tecnología avanzada con ingredientes nutritivos, la crema Esthederm es una opción a considerar. Se trata de un producto conocido por su capacidad de restaurar la luminosidad y flexibilidad de la piel tras una exposición prolongada al sol.
Paso 3. Las mascarillas son el mimo que necesitas
Aquí es cuando la piel pide un poquito de lujo. Después del sol, es común que se sienta más sensible y necesite una dosis extra de cuidado y nutrición. Las mascarillas son perfectas para eso. Además, es una excusa perfecta para una tarde de auto-cuidado. Busca mascarillas con ingredientes reparadores como la aloe vera, que es genial para calmar y restaurar, o el colágeno, que ayuda a mantener la elasticidad y firmeza.
Paso 4. Protección solar todo el año, ¡sin peros!
Este es un error muy común: creer que porque el verano terminó, ya podemos olvidarnos del protector solar. La realidad es que los rayos UV siguen presentes, y aunque el sol no esté tan fuerte, aún pueden dañar nuestra piel. Así que, la protección solar es un paso obligatorio todo el año.
Paso 5. La comida también cuenta
No todo es lo que aplicamos en la piel. También importa lo que comemos. Después de un verano lleno de helados y cócteles en la playa, es hora de volver a darle a nuestro cuerpo los nutrientes que necesita para regenerarse desde adentro. Para ello, incorpora en tu dieta alimentos ricos en antioxidantes como frutas y verduras de colores intensos: fresas, arándanos, espinacas, zanahorias… ¡todo suma! También los ácidos grasos omega-3 que encuentras en el pescado o las nueces son excelentes para mantener la piel hidratada y elástica.