Son Nieves y Roberto. Ella en Murcia, él en Ferrol. Trabajan con mujeres en situación de prostitución y con víctimas de trata. Forman parte de la orden de las Hermanas Oblatas. Él como pedagogo, ella como hermana de la orden. Nos reciben en la sede central, en el barrio madrileño de Carabanchel. Las Oblatas se definen como «mujeres libres, acogedoras, felices, seguidoras de Jesús, que viven su vocación en la Iglesia y en el mundo como regalo de Dios».
Las encuentras entre las mujeres que ejercen la prostitución. Patean la calle, llaman a los pisos, visitan los clubes. Buscan a mujeres que son víctimas de trata, desarrollan programas para mujeres en situación de explotación sexual. Psicólogos, pedagogos, asesores laborales, formadores, integran equipos que se enfrentan a diario a una realidad dura.
Con Nieves y Roberto hemos conversado en el podcast que acompaña este artículo. Sobre su trabajo, sobre la evolución de la prostitución en España en los últimos años, sobre cómo vivieron el confinamiento, los efectos de la pandemia. Las trabajadoras sexuales fueron las grandes marginadas. Olvidadas por todas las instituciones. Sobrevivieron gracias a la ayuda de instituciones como Oblatas y a la solidaridad entre ellas.
Hay asuntos de actualidad en la conversación. En primer lugar los programas eficaces para sacar a las mujeres de la marginación y las vías más eficaces para que las que ejercen la prostitución, sobre todo las inmigrantes, puedan encontrar otras formas de ganarse la vida y seguir sosteniendo a sus familias.
También hablamos sobre la reforma legal que prepara el Congreso de los diputados. Nieves y Roberto piensan que la prohibición traerá más vulnerabilidad a las mujeres, serán más invisibles, por tanto se convertirán en víctimas más fáciles de las redes de trata o de la violencia. Y sobre todo provocará que se escondan más, y su trabajo, el de Nieves y Roberto, el de las Oblatas, o el de otras órdenes como las Hermanas Adoratrices, será mucho más complejo y difícil. A las muejeres que ejercen la prostitución el Congreso no les ha consultado, no han escuchado su voz. A las Oblatas tampoco.