‘Interludio taurino’: Ferlosio y los toros

Interludio taurino y otros textos sobre los toros. Rafael Sánchez Ferlosio. El Paseo editorial

Intempestivo, analítico y contradictorio, Rafael Sánchez Ferlosio le dedicó a la tauromaquia algunos artículos de prensa (Diario 16 y El País) y hondas reflexiones sobre la naturaleza de la «fiesta de los toros» en Las semanas del jardín. Es en este libro, durante la Semana segunda, cuando Ferlosio se pregunta sobre la naturaleza de lo que sucede en la plaza de toros, y dedica páginas de prosa precisa y barroca a situar el arte de la tauromaquia como acontecimiento, frente a otras ceremonias como el circo o los deportes, que son de otra índole. El Paseo ha reunido en un solo tomo los escritos de Ferlosio sobre los toros. Lo ha titulado Interludio taurino por la brevedad de algunas composiciones. Hay, como es frecuente en su obra, contradicciones y cambios de posición. Autor que frecuentó los toros, elogia al llamado «as de espadas» que fue Rafael Ortega, y brama poco después contra el público, los entendidos, y esa manía tan española de identificar el ser español con la ceremonia taurina, una reacción que a Ferlosio le sacaba de sus quicios.

interludio taurino

De entrada, el lector de Interludio taurino celebra volver a recorrer la prosa compleja, precisa y exuberante de las Semanas del jardín. Nada que ver con la concisión de El Jarama, aquel primer aldabonazo de Ferlosio del que siempre renegó. Parece un reflejo repetido en su obra: llegar a la cima para luego negarla.

Comprobar con sorpresa por dónde Ferlosio les entra a las cosas para llegar al corazón, es siempre una sorpresa. Aquí emplea una cuantas páginas para establecer la idea de que el autor busca el «quid en que puede residir el carácter de acontecimiento de los toros». Y bien que lo encuentra en la analítica de la distinción con otro tipo de espectáculos deportivos o circenses. En el fútbol el gol otorga el único sentido del juego, y en el circo es la repetición del más difícil todavía la que se instala en la esencia del espectáculo.

La vigencia de las cosas

Ferlosio aplica en su análisis un método lingüístico, porque afirma que de todos los métodos para discernir la vigencia de las cosas «no solo es el más a mano sino también el más unívoco, riguroso e interpretable, de suerte que aunque uno desconozca o incluso tenga, en ocasiones, gran dificultad para sondear siquiera aceptablemente otros comportamientos políticos, se encuentra, sin salir de su casa, ni aún de su propio oído lingüística interior, con el más inmediatamente consultable y certero de los escandallos, gracias al cual uno descubrir conocer perfectamente los modos de vigencia hasta de cosa de las cuales puede no haber tomado parte alguna».

Es con este método con el que el autor de los textos de Interludio taurino llega a la conclusión de que los toros «son un acontecer que consiste en la reiterada proclamación del canon para prevalecer sobre lo eventual; y este canon habrá de ser de índole que requiera un renovado cumplimiento, que se halle en entredicho permanente, como cualquier ley positiva» El torero, según esta interpretación, sería un chamán que baja a la arena una y otra vez, para poner a prueba el canon, para reintegrarlo, «salvado y restablecido» al público.

El público

El resto del tomo lo componen artículos donde se exhibe la airada pasión de un Ferlosio que hoy sería lapidado en los paredones de la incorrección, por su afán en llamar con palabras claras todo aquello que no le gustara. Así, despotrica del público español: «los españoles, que ya en la calle son gente bastante despreciable, se llevan a la plaza de toros lo más despreciable que tienen». Lo que le gusta al español, añade, no es que le den buenas cosas, sino que se las den malas, se las sirvan mal, y pueda protestar por ello.

Ferlosio se sacude la llamada conciencia histórica, y protesta contra el argumento de que los toros pertenecen a la «españolez», que forman parte de la esencia y como tal deben ser conservadas. Y tiene razón: nada más antitaurino que cubrir la tauromaquia con el peto de las esencias identitarias de un ser español, que moriría con el final de la fiesta, asunto que a Ferlosio le tiene sin cuidado.

Ferlosio terminará sus días como antitaurino, escribirá una carta al director para renegar de los espectáculos populares con toros (como en Coria) pero dejará una de las piezas más brillantes sobre la tauromaquia en el artículo titulado As de espadas, dedicado a Rafael Ortega, donde encontramos algunas consideraciones hondas sobre el pase de verónica, y algunas ideas sobre el valor: «Rafael Ortega sabía como nadie que el valor está hecho para el uso, y no para la exhibición; que la primerísima regla del gusto en tauromaquia es la que manda que el valor sea escondido y disimulado aun con mayor escrúpulo que el miedo».

Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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