‘Joker’, el paseo triunfal de un enfermo mental enrabietado con el mundo

Joker’ es la película del mes de Octubre en España. Estrenada el día 4, ya ha levantado pasiones, a pesar de que en Estados Unidos ha tenido menos alabanzas que en Europa.

La obtención del León de Oro en Venecia, la actuación de Phoenix, un trapecista sin red (porque no la necesita) en esto de la interpretación, han encumbrado a Joker al nivel de obra cinematográfica de categoría y estrella de la actualidad.

Tráiler definitivo Joker

Ya hemos hablado en FanFan de Joker. Desde luego Joker no es ninguna broma. Por eso damos ahora un punto de vista distinto, otro más, tan valioso o tan criticable como cualquiera.

‘Joker’, cuando es difícil no caer en la tentación de ser malo

Viendo Joker, querámoslo o no, a uno le dan ganas de caer en la tentación, ponerse la careta de payaso, incendiar coches, matar a un político o ajustar cuentas con el cómico de turno. O sea, tomarse la justicia por su mano y nivelar la balanza con este mundo que no tiene nada de feliz ni gracioso.

Estoy casi seguro que quienes habéis visto Joker habéis sentido un momento de liberación con los primeros disparos a los chicos buenos que van borrachos en el metro. Es el tiempo de la justicia, del equilibrio, porque ya es la segunda vez que nos tiran al suelo, nos golpean, nos dan patadas y hacen que nuestro cuerpo se convierta en un charco de sangre. Ahí estoy seguro que casi todos sacaríamos el revólver.

Quizá la moralidad no tiene tanto peso en el Joker como los sentimientos. Perdonaremos la vida a nuestro compañero de trabajo que siempre se portó bien con nosotros y probablemente a la vecina que se dispara a sí misma en un acto mímico, porque el edificio es muy pobre.

Joker maquillándose
Joker maquillándose

En un plan mental me identifico con este Joker, que viene de los psiquiátricos, es atendido por una doctora municipal que parece no escucharle y tiene que ganarse la vida haciendo reír cuando no ha tenido ni un sólo instante de felicidad en su vida.

Lo que pasa es que a un enfermo mental se le exige mucho más que a una persona “normal”, por ejemplo, una proporcionalidad en sus pensamientos y en sus acciones. Cosa que realmente es mucho más compleja de lo que pueda parecer en alguien cuyo pensamiento no camina demasiado bien

El maltrato social y personal como justificación de acciones violentas

Dice Joaquín Phoenix, el Joker, en la película, que “lo peor de la enfermedad mental es que la gente espera que actúes como si no la tuvieras” u otra declaración de principios como “no creo que con mi muerte tenga un sufrimiento mayor que con mi vida”. Estas frases podría decirlas cualquier persona “tocada” mentalmente y seguramente no irían a más. Pero claro, en un personaje como Joker esto entraña bastante peligro, y cuando alguien encienda la mecha, las consecuencias pueden ser fatales.

Este ser profundamente atormentado, maltratado por la sociedad, laboralmente, y también en lo personal, ya que tiene que cuidar de una madre perturbada y dependiente, no tiene premeditación y alevosía en sus desvaríos en forma de actos, sino que simplemente no puede resistirse a una defensa desmedida. En un país en el que tener un arma es muy sencillo, no basta decir: Oye, ¿por qué me das un arma? No puedo ir armado por la calle. Es como darle un cerilla a un incendiario.

Phoenix y De Niro

¿Cómo queda aquí la diferencia entre el acto culpable y el acto imprudente, dolo y culpa?

Y más para pensar: ¿A dónde debe ir el Joker, a la cárcel o de nuevo al psiquiátrico?

Un movimiento de payasos en la ciudad, dispuestos a acabar con los poderosos

En ocasiones, los alzamientos populares, los movimientos sociales, comienzan con determinadas actuaciones de una sola persona. Se trata de algo, digamos, con repercusión en los medios, algo que se convierte en imitable y hasta legítimo. Esa especie de legitimidad es la que parece arrastrar en Joker a los ciudadanos que invaden las calles y destrozan escaparates, coches y vagones disfrazados de payaso. Se trata de una rebelión contra los ricos, contra los poderosos, una clase de venganza primitiva, de un “ojo por ojo, diente por diente”

Joker en las escaleras

Pero en realidad nada de esto mueve a Joker, simplemente le divierte y le hace soltar su carcajada escandalosa y perturbadora. Él no pretende crear ningún movimiento, solo hacer una justicia a la carta con las circunstancias de vida que le han tocado aguantar.

La imagen física de una persona desestabilizada

Arthur Fleck es la viva representación de una persona con problemas mentales. El humo de sus cigarrillos, su delgadez, sus movimientos reflejos con las piernas, sus bailes en silencio, su voz débil, su pensamiento paranoico, no son más que reflejos de un cerebro a la deriva.

Joker moviéndose
El movimiento de Joker

Joaquín Phoenix lo borda. Nadie mejor para expresar la desesperación. Este actor, que también ha tenido papeles extraños (por ejemplo en Her) se mueve como pez en el agua cuando se trata de encarnar a tipos raros. Para mi, su actuación es de Oscar, desde luego.

Un final menos abierto de lo esperado

Cuando he visto la película, me ha parecido que el director Todd Phillips tenía muchas alternativas. Y puedo imaginar al menos 3 o 4 que, por supuesto, no voy a contar. Sólo diré que el final es lo que seguramente terminaría pasando en la vida real. O no. Porque el cine no es más que una exageración de la realidad, para que los espectadores nos creamos Superman, un pistolero de un western o un payaso siniestro como Joker.

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