La guardia del alba. Joseph Conrad en el nacimiento de un mundo global. Maya Jasanoff. Traducción de María Serrano y Francesc Pedrosa. Editorial Debate
La guardia del alba es un libro de historia y es a la vez una biografía: asume el relato de una vida individual y de su contexto. Cuenta la autora que al acercarse a la vida y la obra del escritor lo que se ve es el proceso de la primera gran expansión del mundo: «lo que yo hallaba en la vida y en la ficción de Conrad era, en resumen, una historia de la globalización vista desde dentro hacia fuera». A partir de esa idea, la forma narrativa que adopta es la de «distinguir entre las elecciones que hizo él y las que hicieron por él sus circunstancias». En el caso de un escritor como Conrad el historiador tiene una gran ventaja, porque las novelas funcionan como «el registro más verdadero de la experiencia humana». Y Conrad indaga en sus novelas en lo que supone vivir en un mundo globalizado, en «los impactos morales y materiales de la dislocación; los impactos morales que entrañan las sociedades multiétnicas; las disrupciones que entrañan las transformaciones tecnológicas».
«Era uno de los nuestros» es una frase que se repite a menudo en Lord Jim, una de las grandes novelas de Conrad (Konrad Korzeniowski). Lo primero que sorprende al lector que aborda el relato de La guardia del alba es que los problemas políticos y sociales del mundo de Conrad, del último cuarto del siglo XIX y de primeros del siglo XX son muy similares a los nuestros: la guerra de Rusia contra Polonia, la emigración masiva hacia la Europa occidental, la explotación de las colonias, la tiranía, la hipocresía, el mal disfrazado de bien.
Hijo de nobles polacos, católicos y comprometidos con la lucha de Polonia por conseguir su indepencia de las grandes potencias que la han asfixiado (Rusia sobre todo, pero también Alemania), Conrad conoce de niño la deportación, la miseria y la muerte de sus padres. Con once años se pone en cabeza de la procesión que despidió en Cracovia a su padre, escritor, poeta y nacionalista, enterrado como «una víctima del martirio moscovita». Conrad no escribirá sobre su infancia hasta cuarenta años después. Esa experiencia de sus primeros años le convertirá en un escéptico del compromiso político. No olvidó la sombra opresiva rusa, y la fatalidad que preside el destino. Para Conrad, el mundo es una máquina que «nos teje y nos desteje».
El agente secreto
Entregado al cuidado de su tío Tadeusz Bobrowski, su gran sueño era salir de Polonia, ser marinero. No tarda en viajar a Marsella, primero, donde se mete en negocios de contrabando que fracasan, y más tarde a Londres, donde se encuentra con la primera globalización del mundo: una ciudad que recibe decemas de miles de emigrantes, en su mayor parte de la Europa del Este. Es el Londres de El agente secreto, del terrorimos nihilista, de los rusos emigrados que quieren detener el mundo a base de bombas, una sátira: «todas esas personas no son revolucionarias: son una farsa», diría Conrad. El escritor rinde tributo en su primera novela a Charles Dickens, al que admira. Londres ya no es el de Dickens. Sorprende al lector de La guardia del alba que aquella capital de finales del XIX está sacudida por las mismas tensiones de hoy: la emigración rusa sacude la sociedad, que culpa al extranjero de todos los males. El marqués de Salisbury presenta en el parlamento una propuesta para restringir la emigración y expulsar a todos los extranjeros sospechosos
La guardia del alba (¡qué gran título!) alude a la vocación marinera de Conrad, pero también al nacimiento de un mundo nuevo: el de los viajes transoceánicos. Es el alba de una nueva navegación: Gran Breataña es el mejor lugar del mundo en esa hora para que un marinero encuentre trabajo en una navegación en la que el vapor sustituye a la vela. Conrad, marinero de vela, nunca aceptó el vapor, que rompió con una ética y una tradición. En los barcos de vela, la tripulación era una hermandad; en los de vapor, se viajaba a las órdenes de un individuo. La vela se había convertido en «la aristocracia de los barcos»: «los veleros fomentaban la construcción de una comunidad anclada en los valores de la lealdad, la determinación, el valor y el compromiso».
El Congo de El corazón de las tinieblas
Maya Jasanoff reconstruye la carrera de Conrad como marino, los barcos en los que sirve, las peleas e insubordinaciones de este oficial con mal carácter, las rutas por las que navega : Singapur, Borneo, China, Mauricio, Congo. Hilvana la biografía con la historia del mundo, y cuelga de cada experiencia de Conrad la novela que surge del hilo de un suceso escuchado en una taberna, de una vivencia personal: Lord Jim, Salvamento, La linea de sombra, La locura de Almayer, El corazón de las tinieblas, Nostromo.
En El corazón de las tinieblas (llevada al cine por Ford Coppola en Apocalypse Now) escrita en siete semanas en 1898, relata el infierno en el que había convertido la colonia africana el rey belga Leopoldo II. Con el pretexto del desarrollo de la región, el rey había creado el régimen más aberrante del mundo. Pero cuando Casement y Morel le pidieron a Conrad que se uniera a la Asociación para la Reforma del Congo, el escritor lo rechazó: «no soy más que un miserable novelista que inventa historias miserables y ni siquiera estoy a la altura de ese miserable juego». Conrad, como dice Jasanoff, se había criado «a la sombra de una cruzada idealista contra el salvajismo que no llevó a ninguna parte más que a una muerta prematura: la lucha de sus padres contra la Rusia zarista».
La guardia del alba profundiza en la génesis de la última gran novela de Conrad: Nostromo. Relato de larga gestación, publicado por entregas, se ambienta la América que construye el canal de Panamá, por tanto en el proceso de independencia de ese territorio que hasta finales de siglo era parte de Colombia, desgajado por la ambición de los Estados Unidos de crear una vía de conexión navegable entre los dos grandes océanos. Jasanoff detalla en contrapunto la evolución de la novela y su conexión con los hechos históricos. En Nostromo, Conrad anticipa nuestro mundo porque anuncia la emergencia de una gran potencia que dominará el siglo XX: los Estados Unidos de América.
Con un relato terso y preciso, entre la literatura y la historia, Jasanoff ha construido una biografía en la que palpita un Conrad torturado, en un paisaje de grandes cambios, que determinaron su vida y su obra, la obra de un escritor que un siglo después de su muerte sigue más actual que nunca, porque anticipó nuestro mundo, y estableció los límites de nuestra capacidad de cambiarlo con una profunda sabiduría humana.
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