La fuerza del cine. Howard Suber. Traducción de Ángel Blasco. Libros de Cine. Rialp
Amplitud y profundidad, son las dos características del trabajo de Howard Suber, uno de los grandes profesionales del cine, profesor de UCLA durante 50 años, consultor de los grandes estudios de cine de la costa Oeste y maestro de casi todos los grandes del cine americano. No solo del que se hace en los Estados Unidos, sino del que se rueda en la América del Sur. Por eso el argentino Jorge Preloran lo reconoce como uno de sus grandes maestros cuando dice sentirse muy lejos del cine de los EEUU y muy cerca de las grandes lecciones e ideas de Suber.
Los elogios a La Fuerza del Cine, que es un clásico imprescindible, ocupan varias páginas de esta edición. El editor ha hecho bien en colocarlos ahí, porque Suber es un gran maestro de guionistas, un poeta, y un filósofo del cine. Estamos, lectores, ante un libro maravilloso, organizado en casi 300 entradas, como un diccionario que toca aspectos particulares del arte de hacer cine, y los desarrolla en unas decenas de líneas, en las que se condensa una lección.
Esto es lo que le hace afirmar a Tom Sherak, ex presidente de la Twentieth Century Fox que «rara vez he conocido a alguien que tenga un conocimiento tan profundo tanto de los aspectos creativos como los relativos al negocio de esta comunidad cerrada y que tenga un conocimiento tan profundo de la historia del cine y la narración cinematográfica. Suber es ese rato caso, y este es un libro raro e inmensamente valioso».
Entre sus alumnos, entre los profesionales del cine que comentan el libro, hay personas de América, europeos, asiáticos, africanos. Y esa es la demostración de que los principios que Suber utiliza para aplicar a la creación de historias e imágenes en el cine son principios universales. Son las reglas que explican por qué el cine funciona. Para ilustrar las casi trescientas entradas, utiliza películas populares inolvidables. Es decir, aquellas que tuvieron un éxito de público, pero sobre todo las que han permanecido más tiempo en nuestra memoria cultural.
Suber lo cuenta además con sencillez, lo cual no quiere decir que sea un libro que se devora en una tarde. Más bien al contrario, su grado de profundidad es tan hondo que conviene tomar un sorbo cada día, dedicarle unos minutos a una entrada y luego dejar que nuestra reflexiones ocupe unos cuantos minutos. El autor es un hombre culto, que conoce no solo el cine sino la literatura clásica, las reglas de la narración, de la épica, de la poesía, pero también la naturaleza humana. Si no tienes un ejemplar, querido lector, querida lectora, te guste o no el cine, corre a por él.
