La Magia del Manuscrito. Collection Pedro Corrêa do Lago. The Morgan Library & Museum. Taschen. 28,50€
«Verba volant, scripta manent», decían los clásicos. Las palabras se las lleva el viento, lo escrito queda. No permanece solo como un resto arqueológico sino que tiene el valor de la personalidad que encierran los rasgos de la caligrafía, como si algo vivo de la persona que escribió quedara para siempre en el manuscrito. Incluso en aquellos que son mecanografiados. Guardo en mi biblioteca un artículo de César González Ruano, escrito a máquina y corregido y firmado a mano, con tinta de pluma. Se titula La memoria veranea, y es una evocación de Pedro de Répide. Pienso, mientras repaso las seis páginas del artículo, lleno de tachaduras en rojo, de palabras cambiadas a última hora, antes de la impresión del periódico, en la biblioteca de manuscritos que Beatriz de Moura donó a la Biblioteca Nacional.
Textos y fetiches
Grandes obras, de grandes escritores, manuscritos, correcciones. De Moura ofreció aquel tesoro a varias instituciones. Solo la Biblioteca Nacional mostró interés. En Cataluña las grandes bibliotecas públicas estaban a otra cosa. En esas cajas no solo había manuscritos sino todo el proceso anterior al libro: galeradas corregidas, anotadas, enmendadas antes de la publicación. Una joya, no solo por el valor «fetichista» de esos documentos, sino por rastrear los cambios que los grandes autores han practicado en sus textos antes del final. Fundamentales, en ocasiones, para su interpretación.
La escritura tiene una magia que nos traslada a momentos creativos, a la vida cotidiana de los escritores. Lo que Taschen ha reunido en este volumen es parte del trabajo de una vida de Pedro Corrêa do Lago, editor y escritor brasileño. Durante más de cinco décadas, Corrêa do Lago ha coleccionado miles de cartas, manuscritos, partituras musicales, fotos con anotaciones, dibujos. Es una de las colecciones de documentos escritos a mano más completas de nuestro tiempo. En este tiempo en el que buena parte de nuestra comunicación se ha convertido en digital, por tanto en inmaterial, la colecciòn demuestra la «capacidad de los textos manuscritos para revelar la energía, la vulnerabilidad y la imaginación de la humanidad a través del tiempo».
La huella de Stephen Hawking
Los manuscritos que reúne este libro de Taschen fueron exhibidos por vez primera en una exposición en la que es, salvo que alguien demuestre lo contrario, una de las más maravillosas bibliotecas del mundo: la Morgan Library. En algunos rasgos la vida de Pedro Corrêa do Lago y la de Beatriz de Moura son vidas paralelas. Corrêa, hijo de un diplomático brasileño, como Beatriz, recorrió el mundo A los 12 años empezó a enviar cartas a autores célebres en lqas que les pedía un autógrafo. Recibió cientos de respuestas y alguna decepción: Tolkien. De ahí pasó a comprar manuscritos de toda naturaleza. El primero fue un sobre firmado por la reina Victoria.
Una pasión que fue creciendo hasta atesorar una de las colecciones más interesantes y de mayor envergadrua que existen. Un siglo antes, John Pierpont Morgan (1837-1913), hijo de un empresario y banquero de Connecticut, comenzó con catorce años a escribir cartas a los obispos episcopales, iglesia de la que era devoto. En las misivas, les pedía autógrafos. Fue el germen de lo que se convertiría con el tiempo en una de las grandes colecciones de manuscritos y libros raros. Entre ellos el manuscrito de El retrato de Dorian Grey, de Oscar Wilde.
En este libro hay manuscritos de Dali, de Magritte, de Newton, de Einstein, de Freud, Alan Turing, Stephen Hawking (la firma con el pulgar de Una breve historia del tiempo), de Karl Marx, de Billie Holiday, de Walt Disney o de Marilyn Monroe. La lista es muy extensa. Entre los que sorprenden está la minuta de Francisco de Goya correspondiente a sus pintura de «asuntos de brujas», o la lista de los muebles del dormitorio de Arlés que pinto en sus óleos, escrita de puño y letra por Vincent Van Gogh.
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