Imágenes urbanas, de un color vivo y saturado, las fotografías de Samoylova parecen celebrar las colosales construcciones de la arquitectura. Sin embargo, bajo este aspecto bruñido y lujoso, subyace un mensaje siniestro. El primer síntoma que percibe el espectador es el pliegue en el vértice superior de una imagen vertical. En ese pliegue se percibe la falsedad. Las imágenes que retrata Samoylova juegan con los espacios planos. El teleobjetivo le permite poner en la misma composición varias capas de la realidad. El resultado es una imagen ilusión, un conjunto falso en el que la ficción de la publicidad se ha convertido en el paisaje común de la ciudad contemporánea. Una no ciudad, un no espacio, una perspectiva abierta por las marcas que ocupan los grandes murales de edificios en obras, las vayas donde se publicitan marcas de ropa, de perfume, o las últimas ofertas de las plataformas de televisión de pago.
Con la serie Image Cities que se exhibe en la Fundación Mapfre en su sede del paseo de Recoletos de Madrid, Anastasia Samoylova ganó el KBr Photo Award. Se mostró por primera vez en Barcelona y luego en Madrid. Samoylova, arquitecto de formación, se decantó por la fotografía, donde demuestra un dominio del espacio y su lenguaje, y lo pone al servicio de un mensaje: la ciudad deshumanizada, convertida en un escaparate de las grandes marcas. La presencia humana es residual: sombras, o figuras aplastadas por esos grandes escenarios que levantan las imágenes de la publicidad de marcas que han convertido el centro de las ciudades de occidente en urbes intercambiables.
En la imágenes de Samoylova tenemos la impresión de habitar un territorio de ficción en el que no sabemos dónde termina la realidad y empieza el decorado, donde está el original y dónde debemos situar el reflejo. Juega con recortes agresivos a los que priva de referencias y contexto para enmarcar una visión plana de edificios cubiertos por lonas y papel. Por los pasadizos que dejan abajo los andamios, circulan seres ensombrecidos por una ciudad hostil.
La muestra es una reflexión profunda sobre la ciudad pero también un descubrimiento estético de ese territorio irreal que se abre en ciudades en las que los habitantes parecen haber desaparecido, sumergidos en alguna burbuja tecnológica que deja la trama urbana a disposición de un capitalismo que coloniza el espacio, convertido en una oportunidad mercantil.
